Tati y Celeste en campaña

En la puerta de una casa, en el barrio Que Je Yo de la Capital, se ve una mujer apresurada que grita:

–          ¡Celeste, date rápido que nos deja la guagua!

Arreglándose la ropa sale Celeste:

–          Ya voy Tati, ya voy, que la blusa de ayer se le borró la cara de Danilo con el sudor.

–          ¿Trajite’ lo flequito morado?

–          Si ombe, pero yo creo que lo’ abanico son ma’ facile’ de reparti’ porque la gente no ta’ en eso de ponerle al carro eto’ fleco. La gente prefiere echase’ freco con lo abaniquito.

–          Ay Celeste, yo tengo como 18 años en eto’ de campaña y yo no había visto, aquí en la capital, tan poca gente interesa’ en algún partido. Y mira que yo he trabajao’ pal’ rojo, blanco, verde, azul…

La interrumpe Celeste:

–          ¡Hasta rosado barbaraza!

A carcajadas salen de la casa y se montan en una guagua que no les cobra pasaje, y que hay más personas dentro vestidas del mismo color.

Simpatizante

En un Ministerio sobre Asuntos sin Importancia (ver página www.masi.gob.do) se ven los zapatos del Ministro intranquilos y se escucha su voz que dice: – Como no, ahora mismo te mando el listado para que sepas con cuántos contamos en mi ministerio. Se escuchan varios chasquidos provenientes de sus manos y entra su asistente a quien le pregunta: – ¿Ya mandaste el formulario?; – Sí Ministro, a todos los pisos; tendremos los formularios de vuelta a las 3pm.

El Ministro cuelga el teléfono y espera impaciente. Mientras tanto, en el segundo piso del MASI un técnico recibe un formulario que debe llenar antes de la hora de salida sobre si simpatiza o no por el partido de gobierno. Confundido dice: – ¿qué carajo es esto? Su vecino de cubículo le dice, para tranquilizarlo: – Tranqui Carlos, que yo hablé con el Ministro y nosotros no tenemos que llenarlo: él sabe que cuenta con nosotros ya.

Don Plinio y su romo

Un hombre muy pintoresco se para justo al lado de una ‘dico’ lay’ que está arropando todo un barrio con un mix del Teke Teke, Préndelo y Baila con lo Pie’, y hace un gesto de indignación.

– Eta’ vaina no puede seguir así; no e’ velda’ que mi voto lo puede comprar eta’ buya ni 500 pesos. E’ la mima’ vaina de siempre. Vienen, no’ apabullan y ma’ nunca se le ve ni cerca de por aquí. Yefaaacil que me van a veni’ a hace’ lo mimito de siempre. O me dan 1,500 y mi romo o voto por lo morao’: que papá decida.

¡A votar, a votar, que el mundo se va a acabar!

– Doña depreocupese’ que a su hijo no le va a pasar nada. El ta’ demente pero él tiene que sabe que la única solución a sus problemas e’ nuestro’ partido. Yo se lo traigo en la tardecita, depue’ de que él eche su voto, y cuando venga le doy la otra mitad de lo cualto’. Por cierto doña, ¿él usa pamper? Ute’ sabe que él trato de nosotro’ llega hata’ un punto.