Nadie pone en duda que el bloqueo, criminal e inhumano, económico, comercial y financiero, impuesto por los Estados Unidos a Cuba, forma parte de una larga guerra del Imperio más poderoso de la tierra contra una pequeña isla a solo 90 millas de sus costas.
No les perdonan, al pueblo cubano, haber instaurado un sistema muy diferente de la que se vanaglorian en sus afanes, por el resto del mundo, de expansión y dominio. Cuba ha logrado vencer, hasta ahora, a los Estados Unidos en el plano militar, político e ideológico. Pero la guerra continúa con otros métodos, más sutiles y perturbadores.
Cuba ha vivido y vive en una constante guerra multifacética que no le ha permitido respirar con tranquilidad. El enemigo al acecho, no pierde oportunidad para golpear con contundencia. No ha cesado en sus bombardeos ideológicos. El imperialismo no se da por vencido, ni se duerme en sus laureles.
El bloqueo contra Cuba fue derrotado en la última asamblea de la ONU con un resultado favorable para su eliminación de 184 países, tres abstenciones y dos en contra (Estado Unidos e Israel). Una contundente victoria de Cuba ante el mundo. Y una muestra descabellada de un imperio rabioso que no admite tener un vecino con dignidad, valentía y sentido de la historia.
El objetivo del bloqueo, como todo acto de guerra, es golpear al enemigo. Doblegarlo, someterlo y darle el golpe final, en el momento oportuno. Y la pandemia es precisamente la oportunidad para intensificar el acorralamiento; provocando dificultades financieras y económicas; escasez de bienes vitales de la población, y dificultando combatir la COVID-19.
Admito que el bloqueo es implacable. Pero no ha impedido el desarrollo y crecimiento de la ciencia cubana. Para instaurar el socialismo, debemos aprovechar los avances del capitalismo, y esto se logra combinando, en este caso, la inteligencia, habilidad y destreza en las relaciones internacionales; los acercamientos y los diálogos bilaterales.
En las adversidades es que los revolucionarios se crecen, enfrentando con creatividad y firmeza las mismas. Es indiscutible, Cuba ha avanzado, pero debe, «ingeniársela», diversificar la economía en las áreas agroindustrial y ramas neurálgicas. Y tener la puerta abierta para el diálogo.
Hay que inventarse, reinventarse al compás de los nuevos tiempos, y poner los avances de la ciencia para producir los bienes y servicios de la población. Y seguir derrotando el bloqueo criminal e inhumano de los gringos en todos los escenarios.
En momento de ataque imperial es correcto sumarse a la defensa de la Revolución y sus conquistas. Las críticas podrían ser inoportunas. Sin olvidar que los tiempos cambian a la velocidad del rayo, como dicen en mi país. Hay que caminar al compás del tiempo, sin perder el ritmo, para no cruzarse al bailar.