Lo que acaba de suceder con la visita del Presidente Obama a Cuba acrecienta la preocupación de muchos dominicanos, acerca de la manera en que esta visita incidirá sobre el desarrollo de las relaciones comerciales internacionales de nuestro país, primordialmente en el sector del ya fieramente competido mercado del turismo caribeño.
Esta visita en primer lugar lo que hace es consolidar una tendencia irreversible hacia el desbloqueo de las medidas que por más de medio siglo ha mantenido a ese país aislado de los negocios hemisféricos, conduciéndolo concomitantemente a una apertura comercial nunca antes vista en ese régimen.
Si bien aún quedan muchos quienes opinan que esta medida no afectará el desarrollo de la economía dominicana, lo cierto es que la mayor amenaza se cierne sobre el turismo, renglón considerado como la columna vertebral de nuestra economía actual y futura.
Ante esta realidad con un nuevo competidor en la escena caribeña, es perentorio el inicio de un programa de reorientación de la estrategia promocional del país, sustentada en cuatro pilares o ejes de acción, como son la diversificación y consolidación del esfuerzo de promoción turística. La motivación e inclusión de la ciudadanía a la campaña. La proyección de un país dinámico con un sector exportador en capacidad de suplir la demanda en el mercado internacional y la oferta de un país atractivo para la inversión extranjera.
Esto así, en razón de que se debe tener presente siempre que la marca de un país nunca es estática. Los países deben responder como competidores, para diferenciarse y asegurarse una ventaja competitiva.
En definitiva la incursión de Cuba en el nuevo esquema de hacer negocios en el entorno caribeño como futuro competidor en este mercado, debe colocar a Republica Dominicana en estado de alerta y hacer acopio de las herramientas más adecuadas a su servicio en este mundo global de las relaciones entre los países.