Desde 1994 en que se produjeron manifestaciones masivas en La Habana, en Cuba no se recuerda otro estallido popular como el ocurrido estos últimos días no solo en La Habana sino en diversos lugares de la geografía cubana.
En 1994, Fidel Castro, siempre sensible a tomar el pulso de las reacciones populares, inmediatamente se personó entre los manifestantes acompañado por Ricardo Roque y Carlos Lage. Como consecuencia de ello y habiendo escuchado por parte de los manifestantes que querían irse de Cuba, dispuso que vinieran barcos desde Miami para recoger a quienes quisieran irse de la isla.
En julio de 2021 lo que motiva el descontento popular es un incremento de la precariedad en el suministro de alimentos, de fluído eléctrico y de otros productos de primera necesidad. Lo que añadido al cansancio derivado de un régimen de 62 años, que ha proporcionado grandes conquistas duraderas para el pueblo cubano, pero que no ha podido cumplir con la precondición para la estabilidad y la tranquilidad de la población: tener un mínimo razonable de bienestar (comida, electricidad, bienes básicos de consumo).
El gobierno cubano explica toda la precariedad existente en su país, sobre todo, desde el auto derrumbamiento de la URSS en 1991, a una causa única: el bloqueo o embargo de los EE.UU. Lo cual, es obvio, influye sobre la situación y sólo puede interpretarse como una especie de venganza de la Gran Super Potencia, al David que le desafió proclamando en 1962 el carácter socialista de la revolución y su posterior alineamiento con la Unión Soviética.
Ahora bien, aunque eso juega un papel no es la causa única de las deficiencias de la economía cubana. Siendo lo más objetivo posible – y quien escribe no es precisamente un enemigo de la Revolución cubana-, hay que admitir que ha habido un fallo tremendo en la dirección cubana en no aplicar una política agrícola semejante, mutatis mutandis, a la archi conocida NEP aplicada por Lenin en Rusia.
Es decir, dar vía libre a la producción agrícola libre, no estatal, en Cuba. Dejar que surjan miles o decenas de miles de granjas privadas, con un mercado libre de ventas de productos, lo cual aliviaría la escasez de bienes agrícolas y permitiría que los cubanos puedan tener abundancia de bienes agrícolas. Donde hay abundancia de bienes, es un hecho social comprobado, la disidencia y los conflictos disminuyen. Incluso en países con una gran desigualdad en el reparto de los mismos.
El presidente cubano, por el momento, ha tenido el realismo de reconocer la relación entre las manifestaciones y la escasez de bienes en Cuba. Pero la real solución al problema no es enfrentar en la calle a los que están pidiendo Libertad, con los partidarios del régimen. No es enfrentar a la mayoría pro régimen a la minoría creciente de disidentes. La salida inmediata es poner abundancia relativa de bienes alimenticios y otros productos de primera necesidad en las tiendas y mercados.
Uno puede concluir que durante décadas Fidel Castro subordinó a la Seguridad y Soberanía de Cuba, lo económico. Eso fue posible sostenerlo gracias a la pródiga ayuda de la URSS y a un pueblo henchido de patriotismo y esperanzas. Pero hoy nadie en el mundo, por muy aliado que sea, proporciona nada gratis. Y el problema de Cuba es que en su Comercio Exterior tiene déficit de pagos a sus acreedores. Incluso a otros países de América Latina.
Así pues, si no logran de la manera que sea y la más inmediata posible- ya que el pueblo y los dirigentes cubanos son inteligentes y creativos-, saciar la necesidad de bienes de consumo de su población, la supervivencia del régimen cubano sólo dependerá de su capacidad de mantener a raya y pasiva, a una parte cada vez más numerosa y desesperada de su población, gracias a la capacidad disuasiva de sus aparatos estatales de seguridad.
Ahora bien, esa nunca puede ser una solución sino un problema más añadido, que llevará en espiral a carcomer el régimen establecido. Visto desde lejos, la única solución pragmática es dejar que surjan miles de granjas en el campo, y abrir realmente y sin complejos la economía a los emprendedores, artesanos, autónomos, evitando a los especuladores.
Que el Estado vele siempre por mantener una protección a los más desamparados a través de una red de servicios sociales. No hay que tener imaginación exuberante para ello, casi todo está inventado. Lo que falta es voluntad política para hacer lo que hay que hacer, como hizo China, como se ha hecho en Vietnam. Todo lo demás son caminos que conducen a la autodestrucción o ensoñaciones de verano tropical.