Con la apertura diplomática entre un país atrasado agrícolamente y el mas avanzado mundialmente cabe preguntarse cual será el futuro de la agricultura cubana, y su efecto en la Gran Cuenca del Caribe.
En ningún país, con la dudosa excepción de Polonia he visto una agricultura prospera bajo el sistema comunista….en ninguno. En principio, los esquemas de plantación en Cuba parecerían idóneos para una economía estatal, como fuera el caso con Trujillo en la RD, o de los ingleses en el África, …pero ni esos funcionaron bajo la mala, y altamente subsidiada por el bloque soviético, administración cubana. Y del lado de la protección del medio ambiente, Cuba, como la mayoría de los países del bloque soviético, siguen a Marx, quien como economista clásico, veía a los recursos para ser explotados, no protegidos en su rentabilidad mas alta a través del tiempo o por su características de externalidades. (por ejemplo, como en la Florida el gobernador Scott cree ciegamente que la prosperidad estriba en pavimentar de punta a punta los Everglades).
Ojo, también arrojan bajos rendimientos muchos latifundios típicos en Latinoamericana, e igual juicio se puede pasar a la abrumadora mayoría de los proyectos de reforma agraria visitados a lo ancho y largo del planeta . O sea, la competencia no es entre lo mejor y lo peor, sino entre quienes luchan por no caer en la cola. He visto ganaderos y agricultores usando tecnología de punta rodeados por una mayoría empleando prácticas culturales del medioevo. Estos éxitos se ven en los valles intramontanos de Honduras, en el gran éxito de Guatemala, o en los invernaderos dominicanos. Cuba no cuenta con modelos de éxito.
En Latinoamérica he estado en enormes potreros donde todavía reinaban los pastos sembrados por los abuelos. O razas criollas de ganado con la arquitectura de chivas. Esto se encuentra, con creces, en la isla. Agravado por el pésimo sistema de comercialización cubano sin camiones ni cadena de frio, y almacenes infestados por las plagas. De la escaza producción rural poco llega en buena estado a distantes centros de consumo.
Por supuesto, las realidades cambian de acuerdo al contexto: el peor contexto para la agricultura moderna es África, le sigue Latino América y la Europa Oriental, continúa Asia (menos los tigres, que van a la vanguardia), seguida de la Europa Central y después, con mucho, mucho subsidio, la Occidental. La Agricultura americana brilla enormemente–aunque los subsidios distorsionan la productividad real (por ejemplo, al nocivo etanol que apoya los precios del maíz pero contribuye a empeorar el neto de las emisiones de CO2–pagar por emitir gases es una de las peores inversiones la sociedad americana pudiera hacer y causa graves riesgos climáticos (prolongadas sequías) a Cuba y al resto del Caribe–¿sabotaje agroclimático?). Cuba competiría en un subconjunto de Latinoamericana, la Gran Cuenca del Caribe. Pero ya productores como Costa Rica, Guatemala, Colombia, el gigante México y en menor medida la Republica Dominicana, están ocupando las alturas del comercio con los EEUU. En ese contexto, Cuba no es competitiva.
Cuba tiene una agricultura arcaica. Sus clamores a la fama, orgánico y urbano cuando uno le mete el diente, otro desastre; por ejemplo, en la urbana se usa la carísima y escasísima agua potable para consumo humano en riego: y la cría de cerdos bajo las escaleras son grandes focos de infección; los orgánicos, además de hacer de una escasez una virtud, carecen de los mas básicos esquemas de certificación, por lo tanto, cualquiera puede decir lo que quiera, aunque se siembre en suelos previamente contaminados por la caña. No, en orgánicos Cuba no tiene ni los recursos institucionales ni físicos para competir.
En Cuba, a menos que se profundice drásticamente la propiedad rural privada, sin regresar a los esquemas latifundistas obsoletos del pasado, y se apoye un entorno productivo favorable a la libre empresa y al agro empresario, la agricultura seguirá siendo un foco de subdesarrollo y no un motor de prosperidad.
Entre muchos elementos a mejorar cabe citar, basado en experiencias globales, cadenas de abastecimiento, acceso a la tecnología, crédito y capital, una distribución y transporte mucho mas eficiente, la eliminación sistemática de las perversiones en precios (sueldos, por ejemplo, como los ridículamente bajos recibidos por los biotecnólogos) y barreras burocráticas, la consolidación de una moneda única, titulación clara y transferible de la propiedad rural, y una transformación masiva de la mentalidad de asalariado que prima en el medio.
Agrava todo el simple hecho de un comienzo en cero en la institucionalización de los permisos de APHIS (¿pesticidas en productos para el mercado externo?) , USDA, Homeland Security, o DEA. Mientras estos y sus colaterales no mejoren, temo el futuro será una emigración ilegal masiva de campesinos indocumentados escapando de la miseria en el campo hacia el sur de la Florida. Detener su llegada, en un ambiente hostil a los inmigrantes, especialmente a los latinos, obligará a un despliegue pocas veces visto de los Guarda Costas americanos.
Dado lo anterior, la apertura diplomática no representa ningún riesgo a las exportaciones agrícolas de la Gran Cuenca del Caribe. Estas tienen serios obstáculos, pero las mayores barreras a su acelerada expansión en los mercados globales son del patio, no externas.
Por supuesto, hasta cierto punto, el capital humano cubano podría rescatar la situación mas no veo las medidas necesarias para empoderarlo, y si para coartarlo. ¿ Serán mis enjuiciamientos exagerados? ¿Nublará mi razón el firme convencimiento que la economía rural necesita, mas que ninguna otra, la vivacidad de una competitiva libre empresa?
Mas estos puntos no los ofrezco como propaganda política sino como especulaciones de un especialista en desarrollo agroempresarial buscando plantear soluciones al futuro desarrollo cubano. Como de costumbre, consiente de mi ignorancia, siempre agradeceré los comentarios de quienes tengan la paciencia de leer estas líneas