La apertura entre los Estados Unidos y Cuba y el levantamiento del embargo, es solo un paso en los cambios necesarios para reconstruir y armonizar las relaciones a mediano plazo entre dos países vecinos y a reorientar la economía cubana hacia el bienestar de su pueblo. El fin del embargo es una medida propia de una nueva época y de cambios geopolíticos mundiales. Pero lo cierto es que el embargo no es la real causa del colapso y estancamiento de la economía cubana. Cuba comercia y recibe inversiones de todo el mundo, menos Estados Unidos. Una normal relación con su gran vecino, es bueno, pero no será un panacea, pues los principales problemas son de su economía interna.

El verdadero paso que el Gobierno cubano tendrá que dar en un futuro cercano es cambiar su política económica, porque no se podrá prosperar, mientras mantenga una economía altamente centralizada manejada por burócratas, mientras no permita la propiedad privada y la creación de un mercado de intercambios de bienes que ayude a sostener la base económica y social. Habrá que sincerizar la economía. Los permisos de operar los llamados cuentapropistas, que son pequeños negocios privados, ya emplean como 480,000 personas. Esto es una muestra de la vitalidad de emprendurismo privado. Cuba debe avanzar hacia una economía moderna mixta, con inclusión social y pluralismo democrático. Eso vendrá tarde o temprano, movido por la fuerza de la historia.

Se requiere un cambio de política económica y de modelo para que Cuba pueda saltar a la modernidad; es decir, que tenga una economía y sistema que produzca los alimentos para su pueblo, aumentar la producción agropecuaria e industrial exportable, recuperación de los ingenios anticuados y cuadriplicar la zafra de caña, construir viviendas nuevas, crear un sistema bancario de créditos al consumidor y crear un sistema tributario gradual. Cuba necesita reconstruir después de medio siglo sin salida, una base de inversiones, producción y empleos en gran escala. En efecto, un cambio real de política económica.

El levantamiento de embargo, es solo un ingrediente que le brindará alimentos de Estados Unidos a Cuba, ingresos de turistas que al principio por la curiosidad invadirán a La Habana y las playas, entrarán millones en remesas, financiamientos para importaciones y nuevas relaciones comerciales. Le dará oxigeno y tiempo al régimen cerrado de los Castro, y ayudará a aliviar la miseria diaria de los cubanos, pero esa apertura, de viajes e intercambios de cubanos y americanos a la vez traerá ideas de libertad, de emprendurismo individual, de capitalismo mixto, mercados y propiedad privada en las nuevas generaciones, que van a pensar muy diferente a la jerarquía octogenaria.

Las negociaciones entre las delegaciones de cubanos y norteamericanos ayudarán a crear un mejor clima y despejar la desconfianza. Los resultados de la histórica reunión en la VII Cumbre de las Américas recién celebrada en Panamá entre Raúl Castro y Barack Obama, ayudarán a impulsar cambios y a presionar a los extremistas recalcitrantes de ambos países. Pero Cuba deberá reconciliarse con si mismo y su historia y abrir los ojos y reconocer que tiene el mercado más grande del mundo a solo 90 millas, al que todos los países desean exportar, y por el discurso antiimperialista no lo ha querido aprovechar.

Es previsible que Raúl Castro y el rígido Gobierno cambiarán muy poco o nada a corto plazo, en la real apertura política interna, como permitir otros partidos políticos, tolerar la disidencia, permitir una prensa libre normal, tan propia de las democracias y permitir la propiedad privada urbana y rural. Creo que esos cambios lamentablemente vendrán en la era post Castros. Ellos y su veterano y rígido entorno militar no creo que compartirán el monopolio del poder. Pero, sin embargo, gradualmente, si se podrán producir cambios de mentalidades y reformas de política económica, que irán creando las bases de una síntesis cubana, que solo mirará hacia el futuro.

Creo que Cuba en una década o dos, se convertirá en una potencia económica-comercial en el Continente. Pero para lograr esta meta, tiene que cambiar de modelo y aceptar la realidad, aunque los haga con “paciencia, mucha paciencia”, como expresó Raúl Castro en su conferencia de prensa con el presidente Obama. Pero también dijo que estaba dispuesto a hablar de todo en las negociaciones y buscar entendimientos.

A mi juicio como economista con conocimientos de la historia cubana y múltiples viajes a la isla, por la falta de productos alimenticios, recomiendo permitir la propiedad privada para los cubanos, para tener fincas agrícolas de producción alimenticia y de exportación, ganadería, transporte, granjas de pollo, negocios de comercio y otras áreas que generen la producción interna. Uno se pregunta, por qué Cuba no produce arroz, frijoles, plátanos, pollos, cerdos, carnes, leche, viandas y decenas de alimentos, que nada tiene que ver con el embargo, pero si con el sistema centralizado burocrático y la falta de producción.

Se si producen reales cambios en la política económica interna, Cuba podría alimentar a un pueblo que tiene con 55 años con tarjetas de racionamiento y podrá reconstruir una nueva etapa de producción agropecuaria e industrial. Sin créditos e incentivos no lograrán aumentar la producción doméstica de bienes y servicios para consumo interno, y excedentes para exportar y generar las divisas tan necesarias.

El Gobierno debe acabar cuanto antes el rejuego de dos monedas con tasas múltiples, el peso doméstico y el CUC, enorme fuente de injusticia. Reconozco que las autoridades monetarias, si planifican esa unificación cambiaria. Pero deben ir más rápido. Además, tasas múltiples siempre han sido un fracaso. En el fondo se requiere una amplia reforma monetaria y bancaria, pues un país no puede progresar sin un sistema bancario y créditos de mediano y largo plazos de consumo, a la vivienda, a la producción interna y las exportaciones. El proceso de reformas estructurales será lento y gradual, pero hay que comenzar, y dejar el temor de que cambios económicos debilitará al sistema político.

Debe comenzar a subir los salarios de los cubanos, pues con un salario equivalente a US$ 20.00, además de ser una miseria, no puede crear una demanda agregada, que estimule la producción y consumo interno. Con sueldos tan bajos, no podrá aumentar la producción, pocos podrán comprar ropas, alimentos, electrodomésticos, apartamentos o renovar viejas casas o negocios destartalados, ni consumir bienes y servicios. Sin sueldos dignos y paralelos a los de Hispanoamérica, la economía seguirá estancada, dependiente absoluta del exterior. Cuba debe como estrategia salir de la dependencia de otros países.

El sueldo mínimo debería subir a US$ 150 en un año y a US$ 250 el segundo año. Todas estas reformas, no tienen nada que ver con el cuasi embargo de Estados Unidos. Son planteamientos y soluciones solo cubanas. Se pueden aplicar con sólo aceptar que hay que cambiar de modelo de política económica, dejar los dogmas ideológicos inflexibles y caminar hacia el pragmatismo económico y social.

El Gobierno de Cuba debe comenzar con una reforma fiscal y de mejoramiento y control Presupuestario. Se sabe que hay grandes deficiencias, despilfarros y corrupción. El país necesita que el pueblo gane dinero y se establezca una clase trabajadora y media productiva, para poder cobrar un mínimo de impuestos. Claro tomará tiempo, habrá que cambiar de mentalidades atrapadas en la creencia religiosa del “socialismo para siempre” o el eufemismo de la “actualización” y los “períodos especiales”. Ya Cuba necesita pragmatismo como toda la América. El cubano desea integrarse al mundo, viajar, leer libros internacionales, conectarse por internet, quiere vestirse bien, comer bien, y mejorar su forma de vivir y todos desean un futuro estable para sus familias e hijos.

La política de atracción de inversión extranjera, si bien es muy necesaria, se debe aplicar con equilibrio y reglas claras. No es posible, que por mantener el poder político absoluto, los grandes negocios y proyectos, se lo entreguen solo a extranjeros, sean españoles, estadounidenses, canadienses, italianos, franceses, chinos o venezolanos, pero no para los cubanos de adentro o de a fuera. Si sigue el régimen por ese camino de capitalismo solo para los extranjeros, Cuba será la piñata del mundo, y los cubanos pasarán de ser asalariados del Estado, para ser obreros y asalariados de las grandes empresas extranjeras, que tienen la hotelería, la minería, la zona franca de Mariel, las empresas mixtas y ciertas industrias. Lo doloroso es apreciar que los cubanos no tienen las mismas oportunidades que los extranjeros. Eso es una incongruencia histórica y nada tiene de revolucionario. Es como un círculo vicioso de la maltratada historia cubana.

Al levantar el embargo se corre el riesgo que las compañías norteamericanas e internacionales desciendan con gran agresividad en Cuba, como lo hicieron de 1898 al 1902 en adelante. La revolución de 1933 comenzó el proceso de nacionalización de la economía cubana. Esta historia no se debe repetir. Después de 1959 vino la época total nacionalización y abolición de la propiedad privada, y comenzó la era de los grandes subsidios soviético, y ahora los subsidios y mega préstamos de Venezuela y China. Cuba no debe depender de la ayuda externa, eso la hace muy vulnerable y atrasa su progreso.

Pero si cambian la política económica, los propios cubanos podrán aumentar la producción y crear miles de empleos productivos, como ya han demostrado con las tímidas medidas tomadas.. Cuba tiene la mano de obra y la capacidad gerencial, pero el cubano necesita salarios dignos, créditos para invertir y títulos de propiedad que la banca le exigirá para otorgarles créditos para nuevos negocios.

Pero para eso tiene que romper el monopolio de la propiedad del Estado y modificar una economía absolutamente centralizada en débiles burocracias. Creo que Cuba se encaminará pronto hacia una economía mixta, con tintes capitalistas y socialistas, con real inclusión social con bienestar. Que se preserven las conquistas sociales y se creen rápido las condiciones para un futuro de mayor bienestar al ciudadano. Una síntesis realista, que acepte la realidad del Siglo XXI y la Revolución Tecnológica y de la Información. La real revolución es la del espíritu y la mente creativa e innovadora.

En Cuba el régimen debe comprender que hace décadas que no existe ni capitalismo puro, ni socialismo y comunismo puro tampoco. El mundo ha cambiado demasiado. Hace tiempo que todas las naciones modernas tienen ingredientes de diversas ideas y mezclas de ideologías y políticas económicas y sociales. 

Después de que se negocie las relaciones diplomáticas y el cese del embargo, entre Cuba y Estados Unidos, vendrán cambios y mejorías a nivel familiar, remesas y negocios pequeños para los emprendedores y el Gobierno recibirá créditos y exportaciones de alimentos, como ocurre desde hace varios años, hacia la isla. Pero no vislumbro cambios políticos ni sobre los derechos humanos o una democracia plural a corto plazo.

Esos cambios vendrán de adentro de las propias energías y fuerzas emergentes, en la medida del progreso económico y las mismas consecuencias de la apertura al mundo y a la América Latina. Castro y su estructura militar no permitirá grandes cambios, pero a la vez, lo están permitiendo gradualmente al modificar su política exterior respeto a Estados Unidos, y se comprometerán a realizar ciertos cambios mutuos de envergadura.

Por gravedad de la historia, una nueva generación retomará el relevo con una nueva visión. Pero si creo que con la apertura y si se modifican aspectos de la política económica, y permitan al cubano realmente tener negocios y fincas, se podrá aumentar la producción alimenticia y crear miles de empleos mejor remunerados. De hecho, los cubanos en la calle se notan que tienen grandes esperanzas y ven el futuro mejor.

Por lo que he observado, el cubano está agotado y cansado de tanta polarización política e ideológica, y lo que quiere y busca, es ganarse la vida, tener más comida, ropa, y equipos del hogar, bienestar general, como tiene cualquier obrero o profesional en el exterior. La mayoría desea un país democrático con libertades, con tolerancia a todas las ideas y una prensa libre. Cuba y los cubanos merecen un cambio real y profundo para lograr una vida decente y un bienestar material a nivel Hemisférico e internacional.