Cuando Danilo Medina estaba en campaña electoral prometió que si era favorecido con un nuevo período presidencial, su próximo mandato sería “el cuatrienio del agua”.
Su promesa fue expresada en forma explícita ante cientos de productores, profesionales y técnicos agropecuarios que se reunieron en la finca “Minaya e Hijos”, el 23 de abril de 2016, en El Pino, La Vega, quienes acudieron a manifestarle su respaldo político.
Sus palabras fueron: “Este será el cuatrienio del agua. Ahora vamos a trabajar para almacenar agua de la manera que sea; con presas, con terraplenes, con pozos y con el manejo del agua lluvia. Tenemos que trabajar para almacenar el agua para las próximas generaciones, porque nos toca la responsabilidad de trabajar en esa dirección planificando con el sector agropecuario para que no falte agua para la producción ni para generar electricidad para todo el país”.
Aportó un dato casi estremecedor para justificar la necesidad de que su gobierno se ocupe de almacenar agua: “de los 155 municipios del país, 133 viven de la agropecuaria y solo 22 viven de otras actividades productivas”.
Es correcto que el gobierno ponga la mira en conservar el agua. Si lo hace efectivamente contribuirá a solucionar uno de los más graves problemas del país: la falta de agua para uso domestico, para el ganado, para irrigar las tierras y para generar electricidad.
Almacenar el agua en un país que llueve tanto como en República Dominicana no debía ser tan difícil, pero lo es porque aquí solo se ha administrado lo que hay y no se piensa en lo que se necesita.
En julio del año pasado, cuando la sequía meteorológica estaba en su segundo año y la devastación de la agricultura y del ganado era bestial, me ocupé de escribir un artículo http://acento.com.do/2015/opinion/editorial/8271144-aqui-sobra-agua/ para llamar la atención de la necesidad de almacenar agua en tiempos de lluvia para disponer de ella cuando no haya precipitaciones.
En este país no se justifica que se sufra por sequía hidrológica por imprevisión o falta de infraestructura para guardar agua en los tiempos de lluvias.
Lo dije antes y ahora lo repito: Con la cantidad de lluvia que se registra cada año en este país habría agua suficiente para abastecer todos los acueductos, los canales de regadío y reforestar las cuencas altas de los ríos más importantes, siempre que el gobierno dispusiera de una estrategia de limpieza de todas las represas y construyera pequeñas presas en los cursos de agua que bajan de las cordilleras al litoral.
No es posible pensar en el presente y en el futuro si por cada 100 litros de agua que caen en el territorio nacional por las lluvias, 70 se van por ríos y arroyos al mar y de los 30 que se almacenan, más de la mitad se pierde por fugas o uso irracional en las ciudades y en los canales de regadío.
Es imperdonable que el gobierno no dedique una parte importante de los recursos que obtiene por la venta de electricidad generada en las hidroeléctricas para darle mantenimiento a las represas y para reforestar las cuencas altas de los principales ríos del país.
Limpiar los lagos de las represas, reforestar con frutales y árboles maderables las cuencas altas de las montañas en coordinación con las organizaciones agropecuarias que están en su entorno y habilitar las carreteras y caminos de acceso son tareas primordiales para garantizar que en este país no falte agua aunque haya sequías meteorológicas de dos o tres años.
Si en el Valle del Elqui, en Chile, soportan sequías de hasta cinco años con el almacenamiento aprovechado de un río con un caudal menor que el arroyo de Parra, en Ocoa, por qué aquí no podemos limpiar las represas, construir nuevas (pero pequeñas para no afectar el ambiente), edificar silos urbanos para almacenar agua potable y corregir todas las fugas para que el esfuerzo no sea inútil.
Ya el gobierno, a través de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), está construyendo dos tanques con capacidad para almacenar 15 millones de galones en Santo Domingo Este, pero hace falta hacer lo mismo en Santiago, La Vega, La Romana, San Francisco de Macorís, San Cristóbal, San Pedro de Macorís, San Juan y Barahona, entre otras grandes ciudades, para almacenar agua potable y disponer de ella para su uso racional en todos los tiempos.
Falta, y mucho, sensibilizar a la gente para que no desperdicie el agua. Los dominicanos botan el agua con una increíble facilidad sin tomar en cuenta que tiene un valor incalculable.
También falta que quienes usan el agua en sus casas, fincas, casas de veraneo, piscinas, peceras, fuentes, floreros, jardines, salones, cafeterías, industrias, lavanderías, lavaderos de autos, entre otros lugares y actividades, paguen el costo de su producción, transporte y almacenamiento para reproducir el círculo de plantar más árboles en las cuencas altas y limpiar los cursos de ríos y arroyos de basuras de lento proceso de degradación.
Es muy malo que el gobierno coja prestamos externos y dedique fondos propios para construir plantas con generación a carbón por contaminantes y costosas, pero si fuera para producir, limpiar, conservar, almacenar y servir agua para la gente, la agropecuaria y la generación eléctrica, se justificaría acudir a financiamiento.