Hace poco más de un mes que estamos viviendo un periodo de emergencia y cuarentena así decretado por la Presidencia de la República debido a la presencia del COVID-19 en el país y el continuo incremento de personas infectadas y algunas que han perdido la vida con la afección del virus.
Con la cuarentena se han establecido una serie de restricciones de la movilidad al interior de las ciudades del país y la aplicación de un toque de queda que inicia a las 5:00 p.m.
Si bien hay personas que por su condición de vulnerabilidad social y pobreza extrema se les dificulta cumplir con el toque de queda, muchas otras no.
Dentro de la población que no tiene condiciones de pobreza extrema y vulnerabilidad que justifique la emergencia de salir a la calle para sobrevivir, encontramos un grupo importante de personas, que no cumplen con la prohibición estatal y el mando a resguardarse en sus hogares. Al contrario, se muestran en distintos lugares actividades recreativas y lúdicas en el espacio público, e incluso procesiones como la realizada por el peregrino a la que se sumaron miles de personas en Puerto Plata.
Estas actitudes violatorias de normas y restricciones, promovidas incluso por figuras de poder, demuestran el débil sentido de responsabilidad ciudadana que existe en una parte importante de la población.
Ofrecer orientación e información a la población sobre derechos y deberes ciudadanos apuntando a la ruptura del individualismo hacia una conciencia colectiva
En estudios etnográficos que hemos realizado en distintos lugares del país en zonas urbanas encontramos que se presentan patrones recurrentes de violaciones a las normas, leyes, reglamentos, derechos y deberes ciudadanos.
Estas conductas violatorias tienden a tener mayor fuerza en la población masculina que en la femenina, y con el acompañamiento de manifestaciones de violencia junto a las prácticas violatorias.
Las causas de estas violaciones tienden a ser múltiples, una de ellas es el desconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos, los cuales no son promovidos desde la educación formal y menos aún en la educación informal. La educación cívica y ciudadana en nuestro país tiene históricamente grandes vacíos en el sistema educativo y ha provocado la irrupción continua de violaciones y violencia social así como el escaso reconocimiento de la responsabilidad social.
Si bien existen unas prácticas culturales continuas de solidaridad que generan cohesión social interna estas conviven con la débil responsabilidad colectiva y ciudadana donde el respeto a los derechos se haga presente.
Otro de los factores que ha favorecido a este débil ejercicio de la responsabilidad ciudadana es la permisividad, complicidad con las infracciones, ausencia de un régimen de consecuencias frente a las violaciones, así como también el amiguismo y caciquismo que prevalece en muchas localidades. Todo el que está cerca del poder, o tiene alguna cuota de poder se siente con privilegios para violar las normas y las leyes con la certeza de que no pasará nada.
Este periodo de cuarentena y emergencia demanda así de la necesidad de retomar la educación cívica y ciudadana desde campañas educativas en todos los ámbitos de la vida social. Ofrecer orientación e información a la población sobre derechos y deberes ciudadanos apuntando a la ruptura del individualismo hacia una conciencia colectiva. Igualmente, aplicar las debidas sanciones a todas las personas que cometan infracciones y violaciones a las disposiciones independientemente de su cargo, relaciones de poder o estrato social.
La emergencia puede extenderse con la permanencia de estas conductas violatorias y con ello provocar espacios de conflictividad y tensión social. Las instituciones del Estado, así como los gobiernos locales, empresas privadas y organizaciones de la sociedad civil pueden contribuir a promover un mayor conocimiento de la responsabilidad social y ciudadana a toda la población utilizando estrategias interactivas y de educación popular y asumiendo un rol de coherencia y transparencia con el cumplimiento de la ley y las restricciones establecidas.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY