Esta pregunta me ha inquietado todo el fin de semana, al punto de sonar en mi cabeza una y otra vez y hacerme dar vueltas como esas cosas que suceden y te quitan la paz y no te dejan dormir.

Y, ¿Cuánto hay pa´ mi? No había recibido esa pregunta tan descarada de frente, o tal vez esa pregunta cargada de ignorancia, de quienes no saben proyectar el futuro porque viven en la inmediatez del día a día, en el arrastre de lo que tal vez para ellos no tiene solución, en la entrega hacia la triste realidad en la que viven y en la que vivimos en este país. Sin saber, esos que son capaces de tirarte al cuello, solicitando un intercambio a fines de lo que ellos consideran un favor y no un deber y un derecho, que esa voluntad si fuera consciente es la que puede cambiar el rumbo de nuestro país, cambiarlo para bien.

Claro que todos sabemos de la compra de voluntades, de los famosos 500 pesos por un voto, o peor aún de un ¨picapollo¨ y el pasaje para moverse a ejercer lo que debe ser considerado un noble ejercicio de libertad, poder elegir con plena consciencia, quienes han de ocupar posiciones para trabajar para nosotros, para el pueblo. Reitero, no es que este tema sea desconocido por mí, pero nadie me había preguntado algo así, tan solo por acercármele a hablarle sobre política, sobre mis criterios y convicciones y la intención de hacerlo parte de un partido y de escuchar a un candidato. Su pregunta tan directa, me desconcertó, pues un hombre joven de menos de 40 años, residente en un barrio popular de mi circunscripción, la No. 2 del Distrito Nacional, lugar donde he comenzado a caminar y ver la mezcla de tantas realidades que viven los dominicanos y dominicanas de a pie, los que han tenido menos oportunidades, falta de empleo o ingresos que no les permiten enfrentar el alto costo de la vida, entorno inseguro para los niños, delincuencia, vicios, entre muchas lamentables situaciones que vemos a diario en nuestras calles.

Pero la gente se queja de la situación, y se habla tanto de corrupción, de políticos falsos, de quienes sólo quieren llegar o han llegado para hacer mal uso de los fondos del Estado, que son los fondos del pueblo. Pero y es que acaso, tú, quien pregunta ¿Cuánto hay pa´mi?, ¿Eres acaso diferente? Eres el primer corrupto, que está vendiendo tan invaluable derecho por la inmediatez de 300 o 500 pesos para resolver, ojalá en el mejor de los casos la comida del día, porque no quisiera pensar que la ¨bebida¨ del día. Y es que esos que venden sus votos, sus intenciones políticas, las que no son sinceras pues están condicionadas al trueque, te apoyo si me das, voto si me pagas, no son capaces de darse cuenta de que en sus manos está la responsabilidad de lo que hoy están viviendo. Soy incapaz de dar dinero a cambio de un voto o de una inscripción, porque entonces me convierto en cómplice y partícipe del círculo, de ese círculo de favores que no se rompe y que no nos lleva a una mejor realidad. Es que tú, privilegiado votante, no piensas en que el político que te da 500 pesos es el mismo que cuando llega, es probable que vaya a buscar recuperar lo que gastó en comprar voluntades porque ha empeñado hasta el alma, o ha puesto en riesgo el patrimonio que tenía o tiene.

No supe si llenarme de tristeza o de rabia, me he quedado estática pensando, cuantas personas con verdadera intención de trabajo, con honestidad, con sincera vocación de aportar de alguna forma a la mejoría de la gente, se desaniman o se pierden en la vorágine alimentada por ambas vías: los que dan y los que piden, ambos, corruptos.

Para los que pueden confundirse con este escrito, que es la corrupción? Acto de corromper o corromperse. Tú, ese que acepta cualquier cosa para moverse a votar, para asistir a un evento político o para dar sus datos en una jornada de inscripción, eres un corrupto.

Estas vendiendo tu futuro, el de tu familia, el de tus hijos, el de tu país y el de cada uno de los dominicanos y dominicanas, por unas migajas, poniendo en alto riesgo el largo plazo, el mañana, por la pequeña satisfacción de la necesidad de un día o de unas horas.

Quiero seguir confiando en que encontraremos gente a quien le duela la vida, a quien le inquiete las circunstancias que afectan a muchos, gente que haga un ejercicio de consciencia, gente que quiera luchar por nuestra República Dominicana para que podamos cambiar, para que no tengamos que emigrar, para que levantemos y no desmejoremos la calidad de vida.

Por qué no evalúas, por qué no me preguntas, cuál es mi propuesta o la propuesta del candidato al que apoyo, en vez de sin ninguna vergüenza preguntar: cuánto hay pa´ mi? Triste historia urbana, vivida en el barrio Los Girasoles.