En toda institución, sea esta empresarial, profesional, deportiva, social, religiosa, educativa, cultural, gremial o política, cuando se deja de aplicar la disciplina interna, esta tiende a debilitarse, a dividirse o a desaparecer.
Donde esta deficiencia se siente más es en las organizaciones políticas. La crisis que recientemente ha impactado al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se veía venir desde hace muchos años, luego que dejó de aplicarse la disciplina interna, como base fundamental para el funcionamiento organizacional.
Juan Bosch renuncia del Partido Revolucionario Dominicano casi por las mismas razones que hoy prevalecen en el partido fundado por él en 1973, el cual siempre se caracterizó por la aplicación de una férrea disciplina que no todos estábamos en condiciones de asumir, con lo que se granjeó el respeto y el reconocimiento de gran parte del pueblo dominicano, incluyendo a sus adversarios.
Don Juan siempre insistía de que “había que cuidar la unidad del Partido como si se tratara del cuidado de la niña de los ojos”, para evitar las violaciones a los métodos de trabajo y a la disciplina partidaria.
Fallecido don Juan, el PLD se convirtió en una poderosa maquinaria electoral, pues salvo algunas excepciones, la mayoría de sus organismos (Comités de Base, Comités Intermedios, Comité Central, Comité Político, las distintas secretarías y comisiones de trabajo) dejaron de reunirse y de aplicar los métodos de trabajo, la educación, los valores, los principios, pero más que todo, un régimen de consecuencia (sanciones, amonestaciones, suspensiones y expulsiones), que fueron las razones que hicieron de este un partido único en toda América y el Caribe.
El PLD y toda su estructura, urgentemente debe ser remozado desde arriba hasta abajo, pues ninguna institución política de vanguardia como lo fue, en estos tiempos modernos, de la sociedad del conocimiento, puede ser eficiente, competitiva y mantenerse unificada con una estructura obsoleta y con organismos disfuncionales. Hace 15 años que su estructura política y sus organismos no se renuevan. Lo que ha habido no ha sido más que remiendos y parches.
Son muchos los actos de indisciplina y violaciones cometidos en este partido, pero nadie le colocó el cascabel al gato, es decir, no hubo quién aplicara un régimen de consecuencia como en otrora se hacía.
La crisis por la que está transitando el PLD debe servir de alerta para todo el sistema de partidos pues a todos, más temprano que tarde les puede suceder lo mismo, de no aplicarse la disciplina partidaria.
Con la finalidad de contribuir con una buena gobernanza, el PLD debe fijar posiciones firmes, pues hace tiempo que dejó de hacerlo, sobre los distintos problemas del país: salud, educación, reforma fiscal, energía; problemas migratorios y fronterizos, corrupción, soberanía, medio ambiente y recursos naturales; deuda pública, inseguridad, narcotráfico, seguridad social, aborto, justicia, feminicidios, entre otros.
Esta sería una gran oportunidad para reivindicarse, pues esta crisis, si se maneja correctamente, puede convertirse en oportunidades para el futuro. Esto es lo que anhelamos.