I
Un encuentro y muertes de algunos compañeros y amigos
El 28 de octubre nos reunimos como siempre los miembros ya octogenarios, de la promoción de abogados 1951-1956, para celebrar el 66º aniversario del inicio de la carrera. Esta vez solo comparecimos Euclides Marmolejos Vargas, Julio César Gil Alfau, Marino Darío Tió Brea, Miguel Ángel Ruiz Brache, Salvador Pérez Martínez (El Pera), Bienvenido Figuereo Méndez y yo. Con la asistencia de las esposas de ellos y familiares, destacando a Tania Báez la de Marmolejos, que me acompaña en las convocatorias. Tuvimos la sorpresa de Aída, la hija de Néstor Basora; la de Dariíto Tió, de dos primos de Gil y la presencia del acoplado y magnífico trío Bien de La Romana dirigido por Bienvenido Martínez, regalo de Gil Alfau, que amenizó el encuentro en el Mesón Asturiano. Echando de menos a los mocanos, a Rubén Lulo Gitte, excusado cuando Tió informó que se encontraba muy enfermo, y de Artagnán Pérez Méndez, que siempre fue uno de los más entusiastas, que no podía venir por el homenaje a Lupo Hernández Rueda que tenían en su ciudad. Al mismo tiempo supimos que José Rafael Abinader Wasaf estaba interno en Boston; tratamos de contactar a su hija para saludarlo, pero no pudimos. También se excusaron Antonio Leyba Polanco (Tony), Alejandro Asmar Sánchez (Chito), Carlota Hungría Fermín, Gladys Dickson Serrano, por motivos de salud, y Héctor José Rizek Llabaly, y nos quedamos esperando a José Luis Corripio Estrada, Pepín, que prometió pasar un momento, como acostumbra.
Aunque he dicho siempre que estamos en las edades de morir, la muerte nos sorprende siempre. Lamentablemente ese mismo día y en las horas que estábamos reunidos fue la ceremonia de despedida del poeta Juan José Ayuso, viejo y querido amigo. El Bienaventurados los cimarrones ya estará departiendo con tantos otros.
Días después supimos la muerte de Rubén Lulo, sin tiempo de coordinar una comisión que fuese a su sepelio, aunque Darío Tió Brea nos representó. Cuando días después murió Artagnán Pérez, la conformamos, compuesta por Gil Alfau, Ruiz Brache, su esposa Dorothy Guerrero de Ruiz (Dochy) y Tania Báez de Marmolejos; fuimos a dar el pésame a la familia de Rubén Lulo, a su viuda Thelvia Liriano, a sus hijas Orquídea y Thelvia. Naturalmente concurrimos a la funeraria donde estaban expuestos los restos de Artagnán y le dimos los sentidos y verdaderos abrazos de condolencia a su esposa Nelfa, a su hija Isabel y a su hijo Pedro, entre otros familiares.
Orquídea nos habló con mucho interés de los planes que tenía Rubén sobre la ecología y el libro que estaba terminando. Al salir de su casa nos encontramos con Rafaelito Martínez González, una figura de la política, compañero de Rubén en los deportes, a quien no veíamos en años, el cual nos envió la advertencia de que antes de usar un vehículo cerrado, se abran las puertas y la ventanas para evitar problemas de salud.
Al final, Moca, en El Caimito, tiene el ahora plato gourmet del Cibao, el famoso mofongo, que a riesgo de pasarnos con el colesterol, comimos en tres recetas deleitosas.
Para finalizar el desfile de abogados e intelectuales fallecidos, el último ha sido el 21, con la desaparición de una personalidad que nos dio una gran lección: Arístides Incháustegui. Tenía una voz privilegiada, rica en matices, pero cuando sintió que su aportación en ese campo menguaba, no se deprimió. Se convirtió en el más lúcido investigador de nuestra musicología, con la colaboración de su esposa Blanca Delgado Malagón, constituyéndose en la pareja cultural más eficiente de nuestra historia. Aunque sus aportes rebasaron ese marco, con su partida no solo la música pierde un valor, sino toda nuestra cultura. Cada vez nos empobrecemos cuando valores así, como los citados, se marchan. Por suerte, sus obras quedan y los cuatro: Ayuso, Lulo, Artagnán y Arístides, dejan además de sus aportes personales, sus libros.
II
El siglo compartido con el Grupo y la familia Corripio
Uno de los eventos más concurridos al que hemos asistido en estos años ha sido la conmemoración en el Teatro Nacional el lunes 13 de este mes del Siglo Compartido 1917-2017 de la Familia Corripio. Era tal la cantidad de gentes de las finanzas y el alto comercio, como de personas humildes, asombrando la cantidad de religiosos, que realmente me di cuenta de cuánto ha crecido nuestro país en los últimos años en todos los órdenes, ya que apenas conocía a unas decenas de participantes, recordando a José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, preguntándose en España en los años veinte: “Pero bueno, de dónde ha salido tanta gente”. Asombrándose, como yo, de su desconocimiento de los que antes “éramos los mismos”. Aunque, era curioso, salvo los miembros de la Fundación Corripio, José Alcántara Almánzar y Jorge Tena Reyes, el escritor y periodista Luis Beiro Álvarez, vi pocos literatos y aunque hubo miembros del mundo de la cultura como Freddy Ginebra Guidicelli, la representación fue notoriamente escasa.
Este hecho es un reflejo de la falta de actividades de sociedades culturales y sobre todo puramente literarias y artísticas. De existir algunas más de las cinco premiadas, el Grupo y la Fundación Corripio que se han distinguido por su preocupación cardinal por la literatura en la creación del Premio Nacional de Literatura, las hubieran escogido.
En cuanto al acto en sí, las palabras de José Luis Corripio Estrada, don Pepín, fueron magistrales. Un discurso, como él dijo, leído a solicitud de la familia, ya que siempre improvisaba, fue sumamente emotivo, y tan aplaudido, que no recuerdo haber visto uno que no fuese político que arrancara tantos sinceros. Felicitamos al querido amigo, que no pudimos saludar en medio del tumulto.
Las instituciones culturales plenamente hablando, fueron: Sociedad Cultural y Filantrópica de La Progresista de La Vega, que está haciendo una labor de rescate encomiable: la Fundación Bonao para la Cultura; Casa de Teatro; La Fundación Amigos del Teatro Nacional y el Centro Pedro Francisco Bonó.
La realidad es que la mayor parte fueron centros de enseñanzas y de ayudas a envejecientes, a personas con incapacidades: hogares escuela, e instituciones,
El espectáculo bien distendido, se inició con el brillante y joven tenor Enrique Pina con el marco de la Orquesta Sinfónica Juvenil que fue toda una revelación. La interpretación del poema de René del Risco Bermúdez, Una primavera para el mundo, con música de Rafael Solano, creó el ambiente mágico del evento. Fue una lástima que solo interpretaran esa pieza. Nos quedamos con ganas de seguir escuchando a la juventud musical y al magnífico cantante. Ojalá tengamos con ambos un concierto donde se mezcle lo popular y lo culto.
La aparición de Maridalia Hernández interpretando La otra España del grupo Mocedades, con la actuación de actores y bailarines, las escenificaciones de los inmigrantes, también fue uno de los momentos que más disfrutamos.
La revista Un día mejor, cerró espléndidamente el acto.
Los presentadores estuvieron también muy ajustados a sus papeles, sin estridencias ni chabacanerías.
Sin duda alguna fue un evento magistral. El hecho de que nos quejáramos por la poca representación cultural, como ya dijimos, es un reflejo de la época que vivimos. Pero al mismo tiempo, una muestra de que al margen del Estado, el país, de un rincón al otro, muestra la existencia de personas e instituciones sin fines de lucro, que demuestran que, cuando se quiere hacer, se puede, al margen de la política y la politiquería.
Si como se dice en matemáticas, eso es lo que queríamos demostrar, dicho en palabras que pudieron ser de don Pepín, lo han conseguido: No hay dudas: Hay otro país.
III
El IV Festival de Poesía 2017
A este evento, por su característica de ser internacional, dedicado a uno de los poetas nuestros más olvidados y de mayor calidad lírica, a Luis Alfredo Torres (1933-1992), rectificando su fecha de nacimiento por la confesión que nos hiciera su madre. ¡Si sabría ella cuándo lo tuvo! En todas las publicaciones aparece como 1935. Sería conveniente investigar en los registros civiles de su Barahona natal para salir de dudas.
Aunque el director del Festival, el poeta León Félix Batista, en su discurso de apertura oficial (aunque se había iniciado el día anterior), leyese un fragmento de un poema suyo, el desconocimiento público de ese poeta extraordinario, que vivió para la poesía y la bohemia las veinticuatro horas, hasta su muerte, empezaría a salvarse. Yo poseo sus últimos poemas, algunos de los cuales ya difundimos a través del Canto a Proserpina que hiciera Àngeles de Fierro, o de las veces que ha sido justamente antologado, esperamos que en cada presentación en los diversos sitios donde el festival irá, se lean versos suyos.
Con motivo del día del poeta el mes pasado, Mateo Morrison y la UASD presentaron otro festival internacional. Eso podría indicar que hay un remozamiento poético, además de la multitud de libros que aparecen de todos los rincones del país. Pero no es así.
Vivimos una de las más terribles crisis líricas en el mundo. No solo en nuestro país. Hace falta que surjan voces nuevas que estremezcan como lo hicieron a fínales del XIX Rubén Darío, José Asunción Silva, José Martí, y etc., o el pasado siglo con Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, César Vallejo, etc, etc. a toda la sociedad. Ahora hay un panorama de parejura más de palabras que de encantamientos. Estamos como en una gran sabana donde se otean árboles frondosos, pequeños bosques, pero a lo lejos ni siquiera se otean las grandes cordilleras. Ya lo dijo Franklin Mieses Burgos: Cuando volteen la cara, verán que detrás de ellos hay monstruos, adelantándose a Augusto Monterroso con su famoso dinosaurio.
No es, como sabemos que se escriban menos poemas en estos tiempos, es que no “le llegamos al pueblo”. No lo estremecemos como enantes. “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
Y estos encuentros con jóvenes y maduros, no importan las latitudes, nos están mostrando lo mismo.
No detallaremos los nombres ni las nacionalidades de nuestros invitados. Como país anfitrión, nuestra misión es agradecerles su presencia y escucharlos con reverencia.
La actuación musical fue de Xiomara Fortuna. Esta vocalista tiene un conjunto extraordinario, bien equipado y acoplado. Ella interpretó un poema de Franklin Mieses Burgos; otro de Aida Cartagena Portalatín; trajo cosas del folklore, citó a Mateo Morrison, su pariente a quien ha musicalizado. Dijo que estaba leyendo nuestros poetas y musicalizando poemas. A lo mejor, como ella dijo, así les llegue la poesía a las gentes. Aunque ella hace galas de su voz extraordinaria y de los ritmos afroantillanos, quizás, algunos de los poemas líricos se podrían apreciar mejor si solo se acompañara del piano, con violines y suaves tambores, porque tiene un timbre de voz muy dulce cuando baja el tono y se hace casi coloquial, Así es como muchos versos deben modularse para trasmitir su sentido, creo que su aporte sería: Qué sé yo, más sensual y más íntimo, como es la poesía.
Empero, el hecho de que el Festival esté dedicado al último de nuestros poetas malditos, dicho con el mismo fervor respetuoso con el que se le llamó así a Arthur Rimbaud y a Paul Verlaine y entre nosotros a Vigil Díaz, me ha llevado a ofrecerles a ustedes partes del legado que recibí a su muerte: Una vecina me entregó sus cuadernos, y de ellos voy a copiarles dos poemas. El primero de cinco años antes y el otro de uno. Contrario a lo que pudiera suponerse de alguien que desde temprano estuvo en una taberna libando licores, como decía él, Luichi (le decíamos sus amigos cercanos), era sumamente riguroso. Pulía tanto como Mieses Burgos, el más grande de nuestros buriladores. No solo sus poemas, de los cuales hay diversas versiones, tachaduras, cambios, etc., sino sus artículos. LAT era extremista quitando lo que creía superfluo y los profesores de comunicación social deberían mostrarlos como ejemplos a seguir. Como homenaje al amigo y al poeta, van estos versos, que quizás no sean lo mejor de su producción, pero sí muestras de su arte. Con algo añadido a su biografía: El doctor Nelson de Castro degustador de la poesía como casi todo el mundo en su tiempo, que lo admiraba, regularmente lo atendía. Ambos poemas fueron escritos en el Hospital Padre Billini. Allí el primero de mayo en 1992, precisamente, tuvo cerca su carga de exterminio y como siempre, llegó la muerte presentida en la Sala de Emergencias. Es muy posible que el galeno, que era entonces su ángel salvador, no estuviera allí. Ocurre que en otro más extenso dedicado a los hospitales se lamentara, precisamente, del horror de las salas de emergencia, como le tocó morir de septicemia, sin que fuera atendido. Se fue físicamente, pero quedó su poesía, como vemos y hemos comprobado con motivo del homenaje que se le rinde. Ojalá hoy, allá en Santiago, alguien lea estos poemas para cerrar, como se dice, con un verdadero broche de sombras y de duelo, este festival.
Las noches de los hospitales
Son largas las noches de los hospitales,
los hospitales son agonías
y lamentos y gemidos y hasta lloros,
a “pájaros mutilados se parecen”,
a estatuas colocadas al borde de una ruina.
La dama que nos lleva se pasea por las salas
con su manto de noche y el pito de partida.
En la orilla, en el tiempo, el navío esperando.
Abril, 2 1987. Santo Domingo, D.N.
Escrito en el hospital Padre Billini
Arribo de los pájaros
Han llegado los pájaros.
Han llegado los pájaros.
Manantiales de agua viva.
Sitian la ciudad.
Los hombres ríen. Las mujeres se ungen con esencias.
Los niños se quedan extasiados.
Han llegado los pájaros.
Sus cantos “de vida y esperanza”,
penetran en las casas,
saludan las reliquias,
conducen los aviones,
se duermen en las playas.
Los campos están llenos de alegría.
Los soldados cambian las balas por el vino.
El presidente dispone los festejos.
Los pájaros se sientan a la mesa.
Han “pintado de azul los hospitales”.
Los viejos saltan ante los plumajes de los invasores,
y bajo los cánticos del alba
la existencia de las regiones se congrega.
En algún día, anunciarían
lejos rodará la miseria,
lejos su carga de exterminios,
ya nunca las muertes presentidas.
He aquí los pájaros se han ido.
Los verdes pájaros se han ido.
Son sus vuelos de ida y de retorno.
En ellos mandan los designios.
25 de abril 1991
Hospital Padre Billini