Existe la ligera impresión de algo anda mal en la recaudación tributos y el principal indicador de esto es la presión tributaria, la carga tributaria o el coeficiente de tributación que en las tres expresiones es los mismo y se usan indistintamente cuando se quiere connotar peso, carga, sacrifico o cuando es necesaria la disposición eufemística de los expertos internacionales para no referirse a las anteriores acepciones denotando que los impuestos pesan sobre alguien o sobre muchos.

La presión tributaria es un promedio, sólo dice que de todos los bienes y servicios valorado en dinero que producen los dominicanos el gobierno toma más o menos el 14% y que esto lo hace a través de los tributos. En ese número no está el peso relativo de la carga tributaria con respecto a los diferentes sectores económicos o la carga tributaria por estratificación social. La presión tributaria ni siquiera dice cuánto pagan las personas físicas y las personas jurídicas.

Tampoco la presión tributaria medida como un porcentaje del producto interno bruto (PIB) se refiere a la justicia, ni a la equidad tributaria, es un número frío que sólo dice que todos, sin hacer diferencia alguna, para financiar los gastos del gobierno o el gasto público aportamos un 14%, y aportar en este caso es otro eufemismo, porque no los quitan a través de normas coactivas, es decir, porque existen leyes que nos obligan, y sin hacer juicio de valor sobre el caso nuestro a unos regularmente le quitan más que a otros o a unos lo que les quitan le pesa más que a otros, como le pesaba más a la viuda del pasaje bíblico la ofrenda que hacía con lo que tenía para su sustento, más que aquellos que daban de lo que les sobraba.

La presión tributaria no habla del gasto, del gasto público, sólo se refiere a lo que exige el gobierno a través de los tributos y los ciudadanos pagan. Si se gasta más o se gasta menos es un tema de la política fiscal, pero no de la política tributaria, sino de la política de gasto público que es parte de la política presupuestaria que es a su vez parte de la política fiscal. Estas dos políticas instrumentales tratan temas distintos, una el gasto y la otra la estructura tributaria.

Si los ingresos tributarios son más y los gastos del gobierno son menos se habla del superávit, pero si los ingresos tributarios son menos y los gastos más se hace referencia al déficit y el financiamiento del déficit que es otro asunto de la política fiscal. Entonces se hacen todas las teorías necesarias sobre el endeudamiento y la sostenibilidad fiscal. La política de ingresos o de financiamiento que es parte de la política presupuestaria, no de la política tributaria, habla del nivel de los ingresos tributarios, de los no tributarios y del nivel del endeudamiento.

Cuando hay un déficit fiscal la discusión empieza estableciendo si es coyuntural o estructural que es un cuando el déficit se reitera en el tiempo y se recurre como solución al endeudamiento de forma repetida por largo tiempo y el problema se pone difícil cuando existe la posibilidad de que no nos presten o que el servicios de la deuda, como se llaman eufemísticamente los intereses, se vuelvan inmanejable, haciendo que el gasto aumente y venga las llamadas políticas de consolidación que terminan siendo políticas de austeridad que restringen o constriñen el gasto público y al mismo tiempo elevan los impuestos y se explican políticamente en el hecho de que debemos dejar de vivir por encima de nuestra posibilidades, gastando mucho y pagando pocos impuestos.

Así entra al tema de porque pagamos pocos impuestos y no mucho y sale de nuevo el tema de la presión tributaria, junto con la idea de que hay que aumentar los impuestos. Pero como los elementos cuantitativos de los tributos se definen por medio de una base imponible o una alícuota o tasa entonces hay que actuar de uno de los dos lados o en los dos al mismo tiempo.

El tema de las tasas o alícuotas parece que se agotó. El Impuesto a las Transferencias de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS) como impuesto general al consumo tipo valor agregado tiene las tasas más altas de Centroamérica y Caribe y en el Continente junto con Perú y Uruguay tiene la segunda tasa general más alta, el 18%, y tiene la tasa reducida más alta del mundo con un 16%. Comparado con los países de Centroamérica y Panamá, con las tasas más altas de ITBIS de la región y la segunda más alta del hemisferio somos los que menos recaudamos con un impuesto tipo valor agregado. Según las estadísticas tributarias que preparan la OCDE, el CIAT, el BID, la CEPAL, 1990-2014.

En el 2014 cuando la tasa general del ITBIS del país era el 18% y la tasa reducida el 11%, esta última sólo comparable con la de Italia que tiene una del 11% y Letonia que tiene una del 12%, las recaudaciones del ITBIS como porcentaje del PIB representaban sólo el 4.7, mientras la recaudaciones del IVA de Costa Rica, con una tasa general del 13%, representaban 6.0; El Salvador con un IVA con una tasa del 13%, representaban 6.8; Guatemala con un IVA con una tasa del 12%, representaban 5.1; Honduras con un IVA con una tasa del 15%, representaban 6.8; Nicaragua con un IVA con una tasa única del 15%, representaban el 6.3. Según los resultados de este indicador las recaudaciones del ITBIS en región cercana sólo han estado por encima de las de Panamá cuyo Impuesto a las Transferencias de Bienes Muebles y Servicios (ITBMS), tipo valor agregado, tiene una tasa del 7% y las recaudaciones en el 2014, como porcentaje del PIB de Panamá, fueron 3.1.

La tasa del impuesto sobre la renta de la República Dominicana en el caso de las personas físicas tiene una marginal máxima del 25% y una tasa mínima del 15%. En el caso de las personas jurídicas la alícuota es de un 27% y en el 2014 era un 28%. Si hace igual comparación con los países de Centroamérica y Panamá con el impuesto sobre la renta no quedamos bien.

El impuesto sobre la renta de Costa Rica tiene un sistema de tasas bastante diferenciadas, con la pretensión, parece, de buscar justicia. En este país centroamericano que tiene una reforma tributaria en trámite el impuesto sobre la renta de las personas jurídicas tiene una tasa del 25%, sólo algunas empresas como telecomunicaciones, banca, generación de energía, cementeras, casino y juegos de azar y las aseguradoras y reaseguradoras tienen una tasa del 27.5% y las empresas donde el Estado tiene una participación por encima del 40% tienen una tasa del 30%, las medianas y pequeña empresas por tramos de renta tiene dos tasa una del 10% y otras del 20%, las personas físicas que realizan actividades lucrativas tienen tasas iguales y los asalariados tiene una tasa mínima de 10% y una marginal máxima del 15%.

En el caso de Hondura la tasa progresiva de las personas físicas en el impuesto sobre la renta tiene la misma estructura que la República Dominicana, una tasa mínima del 15% y una marginal máxima del 25%, la tasa de las personas jurídicas es de un 25%. El impuesto sobre la renta de Guatemala para las actividades lucrativas en el 2014 tenía una tasa del 28% y a partir de 2015 una tasa del 25%, las personas naturales de ese país pueden soportar una tasa de un 5% a un 7%. Nicaragua tiene un impuesto sobre la renta con una tasa progresiva por tramos de ingresos con una mínima del 15% y una marginal máxima del 30%. El Salvador con el mismo impuesto tiene una tasa por tramos con una tasa mínima del 10% y una marginal máxima del 30%, las personas jurídicas tienen dos tasas una del 25% y otra del 30%. Panamá tiene una tasa marginal máxima del 25% para las personas físicas y este mismo porcentaje se aplica en la tasa de las personas jurídicas.

En las estadísticas citadas de 2014, de la OCDE, CIAT, CEPAL, BID las recaudaciones del impuesto sobre la renta de Costa Rica con tasas muy reducidas y de República Dominicana con tasa más altas son prácticamente iguales, con 4.1 del PIB la primera y 4.5 la segunda. Costa Rica en la Seguridad Social recauda 7.7, mientras que la República Dominicana 0.1 del PIB. El Salvador con tasa más alta que las del país recaudó con el impuesto sobre la renta como porcentaje del PIB de 6.0. Honduras recaudo 5.3 con un impuesto sobre la renta con alícuotas más bajas. Nicaragua con tasa más altas que las del país recauda 5.3.

De Centroamérica Guatemala fue el país que menos recaudó en el 2014 con el impuesto sobre la renta con 3.9 del PIB, sus tasas son realmente bajas para las personas físicas. Panamá recaudó 4.6 del PIB y las tasas del impuesto sobre la renta para las personas físicas tiene la misma marginal máxima y el impuesto de Panamá para las personas jurídicas es más reducido. Todo en el 2014.

En el 2014 de Centroamérica sólo Guatemala tenía una presión o carga tributaria menor que República Dominicana, después en todos los países tenían una presión tributaria mayor, según las estadísticas de la OCDE, BID, CEPAL, CIAT. República Dominicana tenía una presión tributaria de 14.4, mientras Costa Rica tenía una de 22.5, El Salvador de 16.5, Honduras de 19.8, Nicaragua del 20.3 y Panamá 18.1. La baja presión tributaria de Republica Dominicana no se explica por el nivel de las tasas de los impuestos, que son bastante altas y en el caso del ITBIS más de la cuenta.

Otras variables explicativas de la baja presión tributaria serian la erosión de la base de imposición por el gasto tributario o los incentivos tributarios, los privilegios de los intocables que escapan a la posibilidad de que sus faltas a las leyes tributarias sean sancionadas y obtienen beneficios tributarios por exclusiones tributarias arbitrarias de facto a través de prácticas administrativas, la evasión que si es alta se explica en una mala Administración Tributaria y en la elusión que sería secuela de leyes mal elaboradas y tributos peor formulados. En este país hay de todo eso y sin soluciones en el corto plazo.

Las soluciones no se encuentran en actuaciones arbitraria de la Administración Tributaria, en hacer más de lo mismo o en reinventarse una Administración Tributaria a imagen y semejanza de los que hoy la dirigen, sólo obtemperando a una organización sin memoria de buenas prácticas y si conocimiento del fenómeno de los tributos, reproduciendo su propio ciclo para que al final todo termine siendo efímero por la ausencia de fundamentos institucionales.