En esta cultura machista las mujeres tenemos fecha de vencimiento. Una de las mayores esclavitudes que nos impone este sistema son los estereotipos de belleza, a través de los cuales se multiplican miles de fórmulas que tienen un solo propósito: ser eternamente jóvenes.

De acuerdo a este sistema de creencias la edad de las mujeres es uno de los grandes secretos que no deben ser revelados jamás.

En el consultorio, cuando hago sesiones familiares y pregunto la edad de todos los miembros, regularmente los hijos e hijas no saben la edad de su madre y la pareja tiene prohibido decirla, frente a tan importante pregunta todos reaccionan con misterio y hasta miedo a la posible reprimenda.

A los 52 años celebro con quien realmente me aprecia, comparto una mesa con quien me aporta y recibo en mi casa a los verdaderos amores

Los más atrevidos aprovechan la ocasión para enterarse de tan trascendental información y molestar o manipular  con ella a partir de ese momento.

Una de las cosas que más le agradezco al  tema de violencia contra la mujer es la comprensión, a través del conocimiento que me ha dado acerca de la conducta de nosotras las mujeres.

El estudiar acerca de los roles de género y entender por qué yo me comportaba como lo hacía, me dio la posibilidad de irme liberando cada vez más de este tipo de cargas impuestas, completamente innecesarias e irreales, muchas de ellas rebatidas incluso por las investigaciones, como por ejemplo la respuesta sexual de las mujeres y los hombres con el paso de los años.

Cuando entendí que no había razón para ocultar los años comencé a decirlos, cuando entendí que los años son una ganancia y no una pérdida comencé a celebrarlos, cuando entendí que la cronología no tiene nada que ver con la alegría y la pasión me di permiso para envejecer físicamente, pero no para perder la esperanza el ánimo y la locura.

A los 52 años celebro con quien realmente me aprecia, comparto una mesa con quien me aporta y recibo en mi casa a los verdaderos amores.

A los 52 años hago lo que realmente me gusta, disfruto estando acompañada o sola, no le temo a las distancias para encontrar un lugar de disfrute, si el carro puede llevarme.

A los 52 años digo lo que siento y pienso sin miedo a ser rechazada, desaprobada o criticada.

A los 52 años creo en un Dios más justo, sensible y compasivo que conociendo mi naturaleza humana me regala su divinidad para ser cada vez una mejor persona.

Solangealvarado@yahoo.com

@solangealvara2