Los modelos de debate son una modalidad que desde hace algunos años se han hecho populares en los centros educativos privados. Posiblemente el modelo de debate de la ONU es el más conocido, pero diferentes organismos, instituciones y universidades tienen sus propios modelos que ofrecen cada año a los grupos de estudiantes que decidan participar.
Es una experiencia enriquecedora pues implica para ellos investigar, escudriñar y asesorarse acerca de un tema de interés humanitario, económico o legal. Además tienen que desarrollar habilidades de oratoria, espíritu colaborativo y competitivo, pues se preparan en parejas que les obligan a desarrollar también habilidades para trabajar en un equipo pequeño de dos. Deben desarrollar el pensamiento positivo, aprender a confiar en ellos y en los demás miembros de equipo.
Los jóvenes tienen que prepararse al tiempo que continúan con las exigencias del año escolar que no se detiene. Se organizan, se disciplinan, pierden horas de sueño y diversión para hacer ganar a su equipo, que finalmente, es el colegio representado en el grupo de estudiantes que van a vivir la experiencia.
Es lamentable que los adultos atropellemos la posibilidad de un aprendizaje colectivo tan necesario para el mundo que les va a tocar enfrentar a nuestros hijos e hijas
Hace unos meses mi adolescente tuvo la experiencia de participar en el modelo de debate de la universidad de Harvard. Imaginen, una de las mejores universidades del mundo, en medio del invierno devastador de este enero recién pasado, fue una experiencia única para una chica de 17 años. La madre trabajadora con la obligación auto impuesta de dejar como único legado la educación a sus hijas, se negocia a sí misma, alarga el presupuesto, dice que sí y toma financiado a 6 meses el costo del proyecto, visualizado como inversión.
El centro educativo tiene un equipo de dos profesores, una mujer y un hombre que acompañan a los jóvenes a prepararse para la experiencia. Les asesoran, preparan el viaje, les apoyan haciéndoles ver sus progresos y las áreas en las que deben mejorar en el proceso. A pesar de ser dos, el colegio decide que sólo la profesora acompañará al grupo a Boston.
Esta decisión hizo aparece el primer gran miedo de los padres y las madres. No estuvieron de acuerdo y sus argumentos eran algo parecido a esto: "no se van a sentir seguros sin él", "se van a sentir abandonados por el profesor", " no van a saber qué hacer si surge algún problema allá", en fin MIEDO, pero además falta de seguridad en sus hijos y en ellos mismos.
Para liberarse de este miedo los padres y las madres se aliaron y compraron entre todos el pasaje del profesor, en cuya colecta no participé, pues luego de conversar con mi adolescente me dijo que con la profesora era suficiente. Sencillamente dije que no podía y respeté la decisión del grupo.
Como padres y madres "actualizados" hicimos un grupo por WhatsApp por el que antes, durante y después del proceso nos comunicábamos. Además de los dos profesores se fueron con el grupo dos madres y un padre, quienes se convirtieron en el brazo largo de los y las demás.
Al regreso el equipo vino con la victoria de ser el país número 1 de América Latina con mejor participación en el debate y con sólo 4 parejas se llevaron doblemente los más altos premios entre los equipos latinos. Les recibimos con alegría, entusiasmo y orgullo pues representaron muy bien a su colegio y a su equipo.
Pero no tardó el miedo en aparecer de nuevo. De repente ya no eran equipo sino dos chicas, las madres no estaban dispuestas a compartir su minuto de fama y necesidad de protagonismo arrebatándole al grupo el espíritu de equipo. El triunfo tenia nombre y apellido, quedó invisibilizado el acuerdo, el trabajo en común, la energía que se dieron unos a otros, la colaboración, la ansiedad compartida, la curiosidad, la risa, en fin el amor.
Salió un amplio reportaje en la prensa nacional con una foto grande sólo de dos chicas y del profesor al que el grupo le pagó el pasaje, quien dirige la institución que organiza los viajes para estos debates, aunque no una sino dos parejas se ganaron este alto merito. Ni el grupo completo ni el colegio que fueron los protagonistas, aparecieron en este rol.
Vino el enojo, la distancia y poco a poco el grupo de WhatsApp se fue quedando vacio.
Es lamentable que los adultos atropellemos la posibilidad de un aprendizaje colectivo tan necesario para el mundo que les va a tocar enfrentar a nuestros hijos e hijas. Situaciones como estas retrasan el proceso que inevitablemente va a ocurrir y así lo creo, mientras queden jóvenes como la que tengo en casa y en muchos hogares dominicanos.
@solangealvara2