Una expresión muy socorrida de casi toda mujer cuando advierte que su pareja también tiene defectos es esta: Me sacó las uñas.
Sacar las uñas es la metáfora que delata la posible frustración de que el ser que idealizamos no es perfecto como lo imaginábamos o deseamos en algún momento.
Sacar las uñas es la expresión que nos delata ante la difícil situación de aceptar una realidad que posiblemente no esperábamos. Mi gran pregunta ha sido ¿Y quién se inventó el hombre perfecto o la mujer perfecta? ¿Han existido alguna vez más allá de la invención e idealización humana?
Las personas tenemos defectos y aunque posiblemente no los mostremos desde el primer momento los iremos conociendo conforme pase el tiempo.
En el momento inicial de una relación, que generalmente corresponde a la conquista, procuramos mostrar nuestra mejor cara, el mejor rostro, la mejor actitud; sencillamente estamos tratando de conquistar a alguien y nadie es del todo sincero o sincera en esta primera etapa.
El problema radica en que el amor nos ciega y nos volvemos tan idealizadores de la persona que amamos que no reparamos en los pequeños detalles que van ocurriendo en el día a día mientras estamos en el noviazgo.
En la etapa del noviazgo siempre ocurren hechos que van delatando la forma de ser real de cada quién, pero a veces nos hacemos de la vista gorda porque estamos enamorados.
Nunca he creído en esta expresión. Cuando entendemos que nos han sacado las uñas es cuando las acciones que anteriormente se dieron y dejé pasar ahora nos molesta más y no toleramos que suceda. Ya lo dice Arjona “son iguales los defectos que hoy me tiras en la cara que al principio eran perfectos”
Sacar las uñas es una expresión que busca justificar una decepción que ya sabíamos, pero que no la tratamos a tiempo. En el mundo de las excusas, la expresión sacar las uñas, es la frase por excelencia para poder hablar de manera abierta una situación de pareja que me avergüenza sincerizar y decir “yo lo sabía y aún así me casé”.
Señores, sacar las uñas es parte de la naturaleza humana, el problema radica en esa especie de masoquismos que nos carcome la razón y es importante señalar que no solamente ocurre en la relación de pareja, sino en casi todos los ámbitos de la vida.
Sacan las uñas las personas que, al pedir prestado, se muestran como mansos corderitos y como bestias salvajes cuando les cobra. Sacan las uñas los comerciantes que te ofrecen mediante publicidad todas las bondades de un producto y si no te funciona te remiten a un contrato que firmaste sin leer donde todos los ganchos estaban en unas letras pequeñas.
Sacan las uñas los políticos que necesitan el voto y acuden al recurso de las promesas y la cercanía con la gente, pero que después nadie vuelve a ver. Aquí es importante señalar que sacar las uñas es más evidente en quienes repiten el puesto porque los que se estrenan usted no sabe si saldrá así.
Me refiero más a los que repiten en el puesto porque una de las palabras más usadas en campañas es la honestidad, sin embargo después de alzarse con lo que querían no hacen declaración jurada de bienes, desfalcan el Estado y convierten la corrupción en su estandarte y para que no se satanice mi argumento debo decir que con “escasas excepciones”.
Considero que si las relaciones fueran menos idealizadas y más razonadas quizás no tuviéramos que apelar la socorrida expresión “Me sacaron las uñas”.