Qué pena da cuando un ciudadano no puede creer en el Gobierno de su país, que debería ser la institución en quien más debería confiar, y hacerlo completamente a ciegas, sin el menor resquicio duda sobre lo que le dice, lo que hace, o lo que piensa, ya sea en sus discursos o las comunicaciones oficiales. Los dominicanos tenemos una larga tradición de presidentes y altos funcionarios mentirosos, hipócritas, y en consecuencia, sinvergüenzas.
Nos vamos a referir de nuevo al caso del cubano enviado a nuestra República no solo por el peligro potencial que podría representar en caso de quedarse a residir de manera permanente, pues ya sabemos lo fácil que es montar un tinglado narco con socios en las altas esferas políticas, el ejército y la policía, sino porque representa una sonora bofetada moral a todo el pueblo, al tomarle no solo por ingenuo, sino por idiota. Sí, por idiota.
Es curioso que ante el alud de críticas caídas como una vaguada de esas que nos anegan a cada rato, el Gobierno se decidió a hablar, narrando una serie de cuentos chinos, de los Beijing, que son los más inverosímiles. Primero nos dicen que el Cubano viene de paso, pero no nos dicen cuál es su destino final ¿Brasil? ¿Puerto Rico? ¿Sri Lanka? Por qué aterriza aquí, y no en Casablanca o en Londres ¿Es que los aviones no tienen suficiente autonomía de vuelo ahora que hay recorridos sin escalas desde cualquier cudad hasta sus antípodas? Por qué mantienen ese secreto. Además de idiotas integrales también para ellos somos tontos de antonomasia. Sí, de tontos de antonomasia.
Después, nos dicen que querían preguntarle sobre cosas de los años ochenta o noventa ¿por qué no nos dicen claramente qué cosas son esas, asesinatos, cargamentos de drogas, o sobre sus compras de tenis y camisetas sin mangas, o si viajó con una novia a Montecristi, o el clima qué hacía en esa época? Ahora, no solo creen que somos idiotas y tontos, sino también estúpidosintegrales. Sí, de estúpidos integrales.
A continuación, nos dicen que no se va a quedar, que una agencia americana pidió que lo recibiéramos ¿Por qué no se lo quedaron ellos, o lo enviaron a su desierto del Mojabe, y lo vigilaron con satélites o drones? ¿Es que no somos suficiente soberanos para negarnos, para pronunciar la palabra no? Además, considerarnos idiotas, tontos y estúpidos, hay que añadirle el calificativo de cretinos. Sí, de cretinos.
Un caso tan grave como este debe tener sin duda alguna el conocimiento y la anuencia del señor Presidente, que sigue sin dar explicaciones sobre tantos casos de mega escándalos a quienes lo han elegido, y a los que no, pues también son sus gobernados.
Un punto más, la nueva y aún querida y simpática embajadora norteamericana, hasta que comiencen las tradicionales injerencias y la pongan más verde que un plátano, dice que ella no estuvo informada del asunto.
¿Pero alguien pude creerse que una funcionaria de ese nivel se pueda enterar después y por otra vía que no sea la información directa de la CIA, el FBI o la Casa Blanca o hasta un Berguer Kingcualquiera? ¿Es que los elefantes vuelan todavía moviendo las orejas como el Jumbo del cuento? Y si ese fuese el caso, de desconocer la llegada del cubano con un pedrigui de perro tan rabioso ¿qué clase de diplomática es esa que se entera por un diario local, un twiter, o una llamada urgente de algún colega?
A lo de los calificativos de idiota, imbécil y tonto hay que ponerle como moña el de taradosmentales. Sí, de tarados mentales. Lo que en realidad somos al no pedir una moción de censura, o explicaciones en el Congreso, o inclusive la dimisión a los responsables. Pero los senadores y diputados está entretenidos en juegos de otras clases.
El gobierno, es como aquel padre que le hizo subir a su hijo sobre dos sillas, una encima de otra, el hijo le dijo, papá puedo caerme, y el padre lo animó, no preocupes que estoy aquí para protegerte.Después, le puso una tercera silla, el hijo aún dudó más, papá ya estoy muy alto y es peligroso. Note pasará nada, volvió a responderle. Confía en tu padre. Luego lo hizo con un cuarta silla dándole muchos ánimos pues contaba con todo su amparo y su palabra, cuando el muchacho subió con mucho cuidado y aun más temor al cuarto nivel, el padre retiró abruptamente la primera silla y el vástago se precipito al suelo dándose un matazo fenomenal.
El hijo, lastimado, le recriminó el por qué lo había hecho, y el padre le contestó, para que aprendas a no fiarte ni de tu padre.
Pues así nos pasa a nosotros, nos han quitado durante siglos la silla de confianza de abajo, noshemos caído tantas ocasiones de las mentiras de los gobiernos, que ya no le creemos ni al padre que nos parió. Una lástima. Una verdadera lástima.