Se atribuye al dictador dominicano Ulises Heureaux (Lilis) la siguiente frase “no me muevan los altares porque se me caen los santos” en referencia a una discusión sobre quienes debían ser los padres de la patria.

Pienso que algo así ha sucedido o sucederá con el comunicador Pablo Ross acusado de agresión sexual a una adolescente de 16 años que por demás es su hijastra y a quien, supuestamente, abusaba desde que tenía 12 años.

Con Pablo Ross ocurre una situación y es que usted tiene solamente dos opciones: odiarlo o amarlo. Es un tipo frontal, conflictivo y reconozco que me gustan ver sus entrevistas porque se atreve a decir lo que muchos no dicen. No teme a enfrentar y debatir, así es él.

Sin embargo, a pesar de esa personalidad tan conflictiva, Pablo goza de la amistad y el cariño de gran parte de los diferentes comunicadores de este país y creo que ahí reside el que casi nadie haya tocado este tema con la agudeza que suele hacerse cuando se acusa a un cura o un pastor protestante, cosa que ha sido ampliamente criticado en las redes sociales.

Quienes hacemos opinión pública solemos estar en el ojo de la sociedad frecuentemente y las personas nos colocan en sus altares dependiendo de la afinidad que puedan tener con nuestras ideas, pero hay algo a lo que toda la sociedad es esencialmente sensible y es el tema de la niñez por consiguiente una persona como Pablo que siempre hacía referencia al cuidado de su imagen hoy la verá desmoronarse.

Pero dejando a Pablo Ross de un lado y concentrándonos en la niña concuerdo con una reflexión que hacía en su muro de Facebook la buena amiga Camelia Michel y cito “es sorprendente que todavía la justicia dominicana no garantice cierta cuota de privacidad en un proceso de violencia familiar como ése. Es cierto que los juicios penales deben ser públicos, orales y contradictorios, pero en este caso no se ha tomado en cuenta que, por involucrar a una menor, y a toda su estructura familiar, la misma seguridad e integridad de la víctima han sido innecesariamente expuestas al circo”. “¿Qué derecho tenía nadie de poner en manos de los medios el expediente? ¿O es que lo atinente a la violencia familiar no amerita un tratamiento de mayor cuidado?”

Es un caso complejo pues ahora han salido a colación algunas comunicadoras que también han denunciado haber sido acosadas, un elemento que le agrega más impacto al hecho mismo de la denuncia. Muchas personas han criticado que por qué no lo hicieron antes, pero quizás no habían encontrado el espacio para hacerlo.

Este caso envía un mensaje a la Sociedad, pero en especial a las madres solteras con niñas adolescentes porque ya no se trata solamente de ellas como mujeres. Sea culpable o no Pablo experimentará la muerte moral, eso mismo que sucede cuando mueven los altares.