La chispa que encendió nuevamente la indignación colectiva hacia la actual clase política corrupta que gobierna, tuvo como escenario el estadio Quisqueya, donde un ciudadano al percatarse de la presencia de Radhamés Camacho, actual presidente de la Cámara de Diputados, y verlo tomando un whisky de 8,000 pesos le dijo ladrón. Se hizo viral un video donde el ciudadano Máximo Romero había sido detenido por agentes de la policía nacional. De pronto en las redes sociales se hicieron eco, y comenzaron a usar las etiquetas: #CamachoCorrupto #CamachoLadrón conviertiéndose en tendencias.
Radhamés Camacho, es otro de los que no puede justificar su abultada fortuna, que ha pasado a incrementarse de manera exponencial a su paso por el Congreso. En el 2010 su declaración jurada era de RD$28,251,517; ya en 2017 su fortuna rondaba los RD$70,757,863 según ha difundido la prensa.
Esta semana el Tribunal Constitucional (TC) emitió un comunicado afirmando que “no existe ningún precedente que permita o facilite las ofensas a funcionarios públicos o a cualquier otra persona”. “Los precedentes jurisprudenciales del Tribunal Constitucional se han referido en varias ocasiones al derecho fundamental de todas las personas a la libertad de expresión e información, previsto en el artículo 49 de la Constitución, entendiéndolo como un derecho que no es absoluto y que puede estar sujeto a limitaciones, siempre que tales restricciones encuentren su fundamento en la propia Constitución”.
Me dirigo en este momento al Tribunal Constitucional para informarles que:
A Gandhi, principal exponente del Movimiento de Independencia de la India, no le tembló el pulso para organizar múltiples manifestaciones contra el régimen británico hasta lograr su independencia en 1947. Encarcelado, sometido a trabajos forzosos, siempre fiel en su aspiración de alcanzar la liberación de su pueblo.
La valiente Rosa Parks, considerada un símbolo de los derechos civiles, en 1955 no tuvo que pedirle permiso a nadie para desafiar a la clase dominante blanca de los Estados Unidos y al sistema injusto que predominaba; negándose a ceder su asiento en un autobús, en un ambiente predominado por el racismo; y que terminó desatando una ola de manifestaciones a favor de los derechos de los afrodecendientes.
¿Y qué decir de Nelson Mandela? Activista y político banderado por la libertad, combatió el apartheid y las políticas de segregación en África luchando por la igualdad y el respeto a los negros; y nada lo detuvo ni la cárcel lo pudo vencer, luego de ser liberado en 1990 con 71 años, alcanzó la presidencia en 1993.
¿Y ustedes jueces del Tribunal Constitucional se creen con la autoridad suficiente para decirle a un pueblo a quién se le puede llamar corrupto o no? Y quiénes los colocaron a ustedes como jueces? Están ahí (salvo algunas excepciones) elegidos por el poder corrupto que hoy gobierna.
Ante leyes abusivas, hay una ciudadanía que ha dado la cara en todas partes del mundo; que no han frenado su lucha ante un régimen que utiliza las leyes para limitar el ejercicio y derecho ciudadano a expresar su inconformidad y descontento ante las injusticias, falta de oportunidades, desempleo, salarios de miseria, mientras un grupo de corruptos se las ingenia para implementar nuevas formas de salir impunes, amparados en modificaciones a la Constitución y las leyes para descaradamente darle apareciencias de “legalidad”.
Es propicio rescatar este pensamiento “La ley nunca hará a los hombres libres; son los hombres los que tienen que hacer la ley libre.” Henry David Thoreau.
No hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo resista; todo tiene un límite; le temen a la desobediencia civil, a que el pueblo se levante y los termine sacando del poder definitivamente; acéptenlo, sí los pueblos se jartan, y están dispuestos a ir detrás de ustedes para exigir justicia, que vayan a las cárceles; y que finalmente recuperemos todo lo que se han robado.