Había una vez un renombrado economista de nombre Donald, hoy Deirdre, después de su cambio de género en 1995. En un breve ensayo de 1990, titulado “Storytelling in Economics”, D.N. McCloskey revela que los economistas son contadores de historias y creadores de poemas, y reconociendo este hecho, podemos entender mejor cómo trabajan los economistas. Postula que hay dos maneras de conocer el mundo: por medio de la metáfora o por medio del relato; o sea, mediante algo como una poesía o mediante una especie de narración. Traduciendo sus palabras, las metáforas y los cuentos, los modelos y las historias, son las dos maneras de contestar el “por qué”. Expone en diez densas páginas cómo las metáforas prevalecen en las ciencias físicas, mientras que la narración domina en las ciencias naturales o biológicas, pero los dos métodos con frecuencia se combinan en las diversas disciplinas. La narración se presta para explicar lo que ya ha ocurrido o está ocurriendo (como la evolución de Darwin), mientras que la metáfora es más apropiada para pronosticar, como en el caso del modelo de genética de Mendel. Los relatos se difunden con mucha velocidad, pero el modelo de Mendel fue ignorado durante décadas y aun es incomprendido por muchas personas. Ese es el poder de la narrativa en cuanto a su penetración rápida en el torrente de las ideas-potencialmente haciéndose viral- y el propósito del ensayo de McCloskey es precisamente abogar por el mayor uso creativo de la cuentística como herramienta de los economistas, porque muchos académicos contemporáneos pretenden limitarse a las fórmulas matemáticas, ignorando el poder de hacer que los números narren, imprescindible en las ciencias sociales. Su ensayo es una oda al poder de la narrativa en la ciencia, cantada por un economista.

Un cuarto de siglo después, resulta que los economistas no solo narran y crean modelos econométricos para compartir sus ideas, sino que también empiezan a estudiar las “narrativas” que inciden en la economía. Robert J. Shiller, premio Nobel 2013 por sus investigaciones durante décadas sobre “el análisis empírico del precio de los activos" y “la exuberancia irracional”, revela en enero 2017 en su conferencia (como presidente de la “American Economic Association” en su 129 asamblea anual), titulada “Narrative Economics”, que algunas narrativas populares impactan fuertemente en la economía. También propone que los economistas trabajen en equipo con los críticos literarios para aprovechar sus conocimientos de análisis de textos en el estudio de las narrativas que inciden en las fluctuaciones económicas, por qué algunas sí y otras no, y cómo se propagan viralmente desencadenando círculos económicos viciosos o virtuosos.

Shiller define la “economía narrativa” como “el estudio de la difusión y la dinámica de narrativas populares, las historias, sobre todo las de interés humano y emotivas, y cómo estas cambian a través del tiempo, para entender las fluctuaciones económicas”. Shiller utiliza el término “narrativa” para hablar de una simple historia (verídica o inventada) o explicación de un evento que mucha gente repite en sus conversaciones o en los medios de comunicación o medios sociales, porque les sirve para estimular preocupaciones y emociones de terceros, y/o porque promueve sus intereses propios.* Sugiere expandir la disciplina de la economía para incluir el riguroso estudio cuantitativo de las cambiantes narrativas populares, una especie de “epidemiología de las narrativas”. A modo de ilustración, aplica su método de estudio de las narrativas para ayudar a explicar varios eventos económicos en EEUU. En especial demuestra cómo narrativas emanadas de la crisis de 1920 influyeron en la debacle de 1929. De particular interés en su análisis cuantitativo de la confluencia de diversas narrativas (incluyendo la amenaza comunista después de la revolución bolchevique en Rusia y el espectro de la influenza que decimó la población mundial) es la percepción de agiotismo desenfrenado y de la pérdida de valores, sobre todo en la clase empresarial que surgió en EEUU al finalizar la Gran Guerra. Hace uso de Proquest, una exhaustiva base de datos con artículos de la prensa estadounidense desde 1740, con interesantes resultados, sugiriendo la importancia que tendrá Big Data en esta nueva rama de estudios económicos. Entre otros, investiga el explosivo resurgimiento hacia 1920 de la expresión “profiteer” (agiotista) que prácticamente había desaparecido del léxico estadounidense, hasta la Primera Guerra Mundial cuando se utilizó de nuevo para designar a los industriales y comerciantes que se enriquecían con altos precios provocados por la escasez, mientras miles de jóvenes sacrificaban sus vidas en las trincheras defendiendo al mundo libre. Influenciado por la narrativa popular contra el “profiteer”, el consumidor perdió confianza en el comercio “agiotista”, limitando voluntariamente el consumo, impulsando la contracción económica. De esta manera la narrativa del “profiteer” alimentó el proceso recesivo del ciclo económico al concluir la guerra. Luego el recuerdo de 1920-21 fue un elemento que contribuyó poderosamente a alimentar la crisis de confianza de 1929 y sus graves consecuencias. Que esta breve introducción sirva de invitación a conocer las demás narrativas populares que el autor identifica como influyentes en las fluctuaciones económicas-incluyendo las de Trump-en “Narrative Economics”.

El recuento de Shiller de las crisis financieras norteamericanas es sin dudas una emocionante narrativa de interés humano, evidentemente presagiado por el ensayo pionero de McCloskey sobre el poder de la narrativa. Además, abre una nueva frontera para el estudio de la historia económica con técnicas de la crítica literaria y otras disciplinas humanistas. Y sobre todo, como cualquier buen cuento, nos deja con intrigantes preguntas que podrían en el futuro dar nuevos frutos: ¿Por qué algunas narrativas se vuelven virales y otras no? ¿Cómo se vuelve viral una narrativa e incide en las fluctuaciones económicas y políticas? Ese es el cuento de nunca acabar, y quizás sea más apropiada una poesía para contestar esas curiosas preguntas.

Desarrollando la trama del cuento de Shiller, en un futuro los bancos centrales se ocuparán no solo de controlar la emisión monetaria y establecer tasas de interés para incidir en los ciclos económicos; trabajarán también en el control de las narrativas populares que inciden en las fluctuaciones económicas.  ¿Ciencia o ficción, o ciencia-ficción?

* En el ingles original: I use the term narrative to mean a simple story or easily expressed explanation of events that many people want to bring up in conversation or on news or social media because it can be used to stimulate the concerns or emotions of others, and/or because it appears to advance self-interest. To be stimulating, it usually has some human interest either direct or implied. As I (and many others) use the term, a narrative is a gem for conversation, and may take the form of an extraordinary or heroic tale or even a joke. It is not generally a researched story, and may have glaring holes, as in “urban legends.” The form of the narrative varies through time and across tellings, but maintains a core contagious element, in the forms that are successful in spreading. Why an element is contagious, when it may even “go viral,” may be hard to understand, unless we reflect carefully on the reason people like to spread the narrative. Mutations in narratives spring up randomly, just as in organisms in evolutionary biology, and when they are contagious, the mutated narratives generate seemingly unpredictable changes in the economy.

Lecturas:

http://www.deirdremccloskey.com/docs/pdf/Article_125.pdf “Storytelling in Economics”

https://cowles.yale.edu/sites/default/files/files/pub/d20/d2069.pdf “Narrative Economics”

https://www.newyorkfed.org/medialibrary/media/research/conference/2017/appropriate_government/Shiller_NarrEconHousingPenn

http://ww2.cfo.com/capital-markets/2017/06/narrative-economics/

https://www.project-syndicate.org/commentary/the-narrative-structure-of-global-weakening-by-robert-j–shiller/spanish

https://www.project-syndicate.org/commentary/robert-j–shilleron-whether-he-is-a-scientist/spanish

http://review.chicagobooth.edu/economics/2017/article/economics-and-human-instinct-storytelling