Una vez más, la sociedad dominicana despierta ante la fuerza de la criminalidad y niveles de violencia. Se habla de la inseguridad, y se recurre a medidas y promesas de frenar el fenómeno que viene manifestándose de manera ininterrumpida desde la década de los noventa.

Hubo un momento en la historia reciente de la violencia y la criminalidad en que surgió un Plan de Seguridad Democrática, que acabó supuestamente con el fenómeno: fue en  febrero del 2005, cuando el presidente de turno, Leonel Fernández, en su discurso de Rendimiento de cuentas, nos dijo desde el congreso:

"No escatimaremos esfuerzo alguno para pulverizar el crimen y el narcotráfico (….). Aquí, hay un gobierno que los combatirá con rigor y  la fuerza de la ley, que aplicará mano dura, y desde ya le aseguro que no pasarán."

El Plan incluía el fortalecimiento institucional de la policía y la introducción de una Policía comunitaria en los barrios y zonas afectadas por la criminalidad – además de un sistema de estadísticas, una base de datos de la criminalidad para facilitar el control de los delitos.

Todos creyeron en el Plan – hasta el representante del PNUD, Niky Fabianci, anunció optimista que donaban 4.4 millones de pesos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo del Proyecto de Cooperación Técnica para la Seguridad Ciudadana, con la finalidad de hacer realidad el Plan de Seguridad Democrática anunciado por el Presidente Fernández.

Se anunció de un aumento de salario a los policías  que ganaban para entonces RD$ 4,500 pesos. Manuel de Jesús Pérez Sánchez, Jefe de la policía de la época, habló de cómo el aumento de salario beneficiaría apenas 10 mil de los 30 mil policías que habían para la época, según reseña El Diario Libre del 23 de Mayo 2005. El General aprovechó para predecir que la construcción del metro contribuiría a aumentar los niveles de seguridad: “Va a haber menos muertos, porque todo el mundo va a andar seguro en vagones y va a haber menos carros en las calles.”

Mientras cuatro generales de la Policía Nacional eran convocados al juicio de oficiales – 59 oficiales activos y retirados por utilizar vehículos robados, que habían sido recuperados e usufructuados irregularmente por la policía (Diario Libre, 23 de Mayo del 2005).

A lo que sumara un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos, respeto a los Derechos Humanos en la Rep. Dominicana, que eran calificados de “bajos”, ya que durante el año 2004, a pesar de los avances en algunas áreas, se destacaba "la muerte de 300 ciudadanos a manos de los agentes policiales en intercambio de disparos".  Periódico Hoy, 1 de marzo de 2005.

El 2005 fue un año pleno de seminarios, consultores, asesores, conferencias, intercambios de experiencias internacionales, compra de equipos y promesas de mejorar las condiciones de los policías. Se hablaba de mejorar el salario de los policías: “el aumento en la policía se hará en forma paulatina”, negándose el Jefe de la Policía a aceptar  el término ‘incremento de salario’ como un aumento. “Prefiere asumir que se hizo un reajuste, gracias, entre otras cosas, a la eliminación de nominillas y otras distorsiones” (Diario Libre del 13 de mayo).

Pero todo parecía no dar resultados porque ya en el 14 de noviembre, el periódico El País se hizo eco del llamado del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez a la clase política, pidiéndole de instruir a sus seguidores para que se alejen de la violencia, a raíz de un tiroteo en el cual murieron 2 militantes del PRD en El Cercado. “La ciudadanía tiene otro golpe de violencia además de atracos, violaciones que no son precisamente de los políticos. Pero si los políticos se suman a este tipo de acciones (…) no es el mejor ejemplo para la ciudadanía”, se quejaba el prelado de la iglesia.

La violencia parecía instalada en el corazón de la sociedad, pero el gobierno tenía un Plan, que acabaría con todo, según el presidente Fernández.

La sociedad había incubado la violencia como parte de la idiosincrasia dominicana; se habló del tema  durante un tiempo, y muchos fueron los especialistas que surgieron, mientras cada cierto tiempo, la realidad social recibía el impacto o el accionar de un crimen horrendo.

Hoy, 16 años después, la violencia, el crimen, las transgresiones ciudadanas, la falta de respecto a la autoridad y la falta de empatía de las autoridades con la ciudadanía nos llevan a agresiones inesperadas que sacuden la opinión pública y  tambalean las instituciones garantes de la seguridad ciudadana. Volvemos a enfrentarnos con el desafío de reformar una policía nacional que  permanece disfuncional desde creación, no obstante los diversos intentos de reformarla.

Un nuevo Director de la policía, Gral. Eduardo Alberto Then, llega diciéndonos: ‘’Vamos a enfrentar la delincuencia desde el terreno que escojan.” “Habrá tolerancia cero.” (Diario Libre, 19 de Oct. 2021  .Y desde la Comisión designada para llevar acabo la modificación de la Policía Nacional experimentados reformadores, como  Serbio Tulio Castaños, esperan que  “la trasformación sea duradera y no cosmética”. Olvidando todos la relación simbiótica entre policía y delincuente  que arrastra la institución.