Este es un tema sugerido por una televidente en una de mis participaciones en los medios de comunicación.
Excelente tema que nos lleva a la realidad de muchas mujeres y hombres y que me gustaría mirar desde una de las tantas aristas que es posible hacerlo.
Por ahora me limitaré a la inquietud de la televidente que lo planteaba como algo difícil y talvez más traumático que cuando se tenía hijos, pues no queda ningún vínculo con esa persona con la que se había mantenido una relación. Poniéndolo en sus palabras: “es como si esos años no pasaron en tu vida, no queda nada.
A la pregunta de ella de ¿Qué pasa con las parejas que se divorcian sin haber tenido hijos? La respuesta es: DEPENDE, como todo lo humano.
Si se trata de una pareja que creó un proyecto común con un buen nivel de compromiso de uno con la otra; no se sintieron en desventaja por no haber podido concebir, no lo vivieron como un castigo o una maldición; la mujer, si era la infértil logró ser mujer a pesar de ello, de igual modo el hombre, si logró ser orgullosamente hombre a pesar de no preñar a su pareja.
Si lograron vencer el miedo, la vergüenza y la presión que ejerce esta sociedad machista a las parejas que no tienen descendencia, entonces será un divorcio en el que manejarán las mismas dificultades propias de esta decisión, pero con un tema menos que suele ser muy difícil y en el que se generan muchos conflictos. Esta pareja recordará momentos hermosos así como los de crisis, valorarán el legado que se dejan uno a otro y continuarán adelante con sus vidas.
Si en cambio, se trata de una pareja que no logró sobreponerse a lo que rígidamente se espera de un hombre y una mujer a pesar de estarse manejando con un tema no controlable para ellos, o de manera desesperada entraron en la dinámica de buscar hijos e hijas a través de los recursos que la ciencia provee en el tema de la fertilización, sin ningún resultado.
Si basaron su relación en la imposibilidad de concebir sosteniendo sentimientos negativos de rechazo y discriminación.
Si se deprimieron o se culparon uno al otro provocándose heridas, si sostuvieron su autoestima en la maternidad y paternidad, es posible que al divorciarse “no quede nada”. Así sólo recordarán los malos momentos, no habrán crecido y no tendrán la posibilidad de mirar lo valioso que se entregaron uno a la otra, distinto de hijos o hijas.
Creo y quiero decir que éste como todo problema humano es una moneda de dos caras, creo que en medio de lo que vivimos como dificultad es cuando aprendemos las mejores lecciones y creo además, que si nos visualizamos como seres completos, capaces y dignos a pesar de esas dificultades que nos provocan dolor, podremos ver las bendiciones detrás de las dificultades y ser felices no sólo a pesar de ellas, sino con ellas.
Los hijos y las hijas son muy importantes, más no pueden sobrepasarnos a nosotros mismos en nuestra propia valoración, ya que el orden sano de las cosas es este: primero cada persona individual, luego la pareja como núcleo y luego los hijos y las hijas.
Twitter: @solangealvarado