No termino de comprender cómo es que en un equipo, el dirigente y el líder del mismo no se dan cuenta cuando las cosas comienzan a ir mal, y que se necesita hacer cambios de inmediatos con urgencia para tratar de detener a tiempo los seguros y nefastos resultados que llegarán por la inacción; he visto con gran preocupación el mismo díscolo comportamiento en la mayoría de los grupos políticos dominicanos, a excepción de la nueva escuela del PLD, surgida después del debacle electoral de ese partido en el 1994.

No comprendí siendo un mozalbete qué ganó el PRD con el retiro total en las elecciones del 1970 y en el 1974; pudieron retirar la boleta presidencial más no la congresual ni la municipal. Con ello lo único que hicieron fue entregarle, o mejor dicho regalarle, el poder total al Dr. Joaquín Balaguer, por eso fue que se consolidó la semidictadura de los oscuros doce años del insigne hijo de Navarrete.

El PRD le entregó en el 1978 el poder a un empresario agrícola, don Antonio Guzmán, después en el 1982 se lo entregó a un abogado de la oligarquía cibaeña, Salvador Jorge Blanco, en el 2000 a otro agroempresario Hipólito Mejía, y en 2020 a otro empresario con incidencia en varios sectores comerciales por su padre, Luis Abinader. Nunca el PRD hoy PRM ha llevado a un político de oficio al poder, solo al profesor Bosch, y duró apenas siete meses como inquilino de la mansión de Gazcue.

Los únicos políticos de oficio que han llegado al poder en los últimos 100 años de vida republicana han sido Leonel Fernández y Danilo Medina. No han sido empresarios, se formaron como cuadros políticos y por eso respetaron el trabajo de la clase política cuando llegaron. Sus aciertos fueron muchos e innegables. Cuando Danilo dejó de pensar y actuar con sentido político, ahí inició la debacle peledeísta, el principio del fin del poderío morado.

Hay algo que no termino de entender: cómo cosas tan fáciles de ver, advertir, percibir, mirar, notar o examinar, gente inteligente y bien formada insisten en no observar. Es como si entraran en un trance de negación y lo más visible y concreto de pronto no quisieran verlo.

Así se negó don Antonio ver la llegada inminente de Salvador, así le pasó también al mismo Jorge Blanco que no creyó que Jacobo era imparable y cuando no se le respaldó de manera real le abrió las puertas de par en par al regreso del doctor Balaguer al poder y la entrada del mismo Salvador a la cárcel.

La división del 1986 hasta el 1994 entre Majluta y Peña Gómez nos impidió ganar con holgura las elecciones y el escandaloso fraude electoral de 94 nos sacó de la ecuación palaciega. En el 2000 llega Hipólito en un baño de pueblo y comete el yerro más infantil de la historia: imponerle a un partido de una prédica antireeleccionista su repostulación;  dicho desatino lo sacó del poder de manera vergonzante en el 2004, abriéndole las puertas al PLD y a 16 años de gobiernos ininterrumpidos de esa estratégica franquicia.

¿Cuándo el inderrotable PLD sale del poder? Cuando el síndrome de hibris se apoderó de todos los miembros del círculo palaciego y la sinrazón se enquistó en la mente del presidente Danilo Medina; comenzaron con sigilo ellos mismos a cavar sus propias tumbas y por arte de magia, luego de tener todo el poder, ahora se convirtieron  en ¡¡¡ inquilinos de Najayo !!! Todo eso era de esperarse, porque lo único que hicieron fue amolar cuchillo para sus propias gargantas.

Hace poco más de un año entró un rozagante y popular cambio, que como dueño del circo se sabía propietario del apoyo mayoritario de los espectadores, pero abusó de la confianza depositada y en el camino se olvidó de los que los llevaron ahí. Al igual que en los años 80 en el PRD, les regalaron el poder a empresarios, oportunistas, sociedad civil, popis, familiares y amantes de ocasión, dejando a los verdaderos armadores de ese edificio “oliendo donde otros guisan” ¡y de pronto se les acabó la suerte!

Llegaron de pronto en apenas un año los espurios financiadores de la campaña a reclamar cobijo y protección, cosa que se le negó, pero que un gran y peligroso disgusto dejó. También los incómodos Pandora Papers, la crítica adelantada a una pretendida reforma fiscal por parte de una indignada ciudadanía digital y, como era de esperarse, “el polvo de la derrota acontecida en la ADP”. Los morados demostraron tenían todavía un hálito de vida.

El trámite de divorcio del gobierno y la población se inició, pero para los que están en las alturas palaciegas es un natural problema de resabios, y para los que están abajo es lucha por la sobrevivencia. No quieren que les sigan sacando lo poco que les queda del bolsillo y protestarán, primero desde sus dispositivos electrónicos disparando por doquier a todos los guapos gobiernistas que saquen la cabeza, y si eso no es suficiente, no lo duden, tomarán como en el ayer las plazas y parques para hacer oír su voz más allá de las verjas de la mansión de Gazcue.

Con sus rifles de miradas telescópicas acecharán cuanto congresista suba la mano para aprobar y aumentar aún más su desdicha, sus marcadas limitaciones económicas y sus deudas, no lo duden, lo tomarán personal, y veremos acciones inéditas de los críticos sociales e indignados ciudadanos.

Deben acostumbrarse a intuir cuando la suerte los abandona, la razón se le aleja, la sensatez se les separa y la racionalidad se espanta. El gobierno debe actuar con pies de plomo para evitar que una crisis social le estalle, todo porque la población está hastiada de tanta presión y de malas noticias, que la mantienen crispada y no soporta más. El gobierno no le puede dar excusa a la protesta callejera.

Una COVID-19 que no cede y ciudadanos inconscientes que no desean vacunarse, unos legisladores decididos a destruir el núcleo principal de la sociedad, que es la familia, auspiciando leyes que promueven su disolución, el lavado y la narcopolítica dueños de los espacios de participación institucional, con un voto preferencial que los legitima, con una moral y cívica que es cosa del pasado, y solo vemos el amor a lo banal e inmoralidad por doquier. Hoy vemos a mujeres emancipadas y odiadoras que convierten a los hombres en sus víctimas y victimarios, más una sociedad del desenfreno, que con miles de puntos de drogas se mantiene envenenando a nuestra juventud.

Las encuestas demuestran que la mitad de la población se quiere ir del país, porque todo cada vez es mucho peor que ayer, simple, porque avanzamos en reversa.

Lo más triste es que tenemos un presidente con buenas intenciones y decidido a hacer las cosas bien, pero ni los propios y sus adversarios le dan espacio o tregua para que éste pueda construir resultados tangibles. Todo porque los intereses personales y sectoriales se ponen por encima a los de la Nación. Somos una sociedad que viene lenta pero progresivamente autodestruyéndose, y a nadie nos importa, porque un encendrado individualismo se ha apoderado de todos, y la suerte de esta media isla solo está en manos de Dios, porque está más que seguro que a la ciudadanía poco les importa ya.

El odio de los principales actores políticos inoculándose e increscendo, lo que augura un círculo infernal de la venganza en un futuro no muy lejano, todo porque se perdió el respeto, la consideración, dándole paso a la humillación y degradación del oponente. Veo penosamente mi país al borde de un precipicio por culpa de todos, porque todos estamos aportando a que las cosas simplemente ¡vayan más mal!