En los últimos meses del 2016, se hizo viral una campaña de educación y seguridad vial que tenía como propósito reducir la alta cantidad de accidentes de tránsito. Tan pronto la Presidencia descargó el primer video en sus redes sociales, todos se apresuraron a elogiar. Los medios impresos dedicaron importantes espacios para celebrar la iniciativa. Llovían las felicitaciones por doquier; el éxito fue rotundo.

Pero la mona, aunque se vista de seda, mona se queda. Así como cuando el Presidente observa el Código Penal y no es capaz de explicar en viva voz por qué lo hace, el 9 de diciembre, recibiendo la navidad pocos días antes de la entrega del doble sueldo, el Ministro de Interior y Policía anunció la flexibilización de los horarios para la venta de bebidas alcohólicas en todos los establecimientos públicos de ocio. Contradictorio, ¿no?

La campaña comenzó con anuncios enfocados exclusivamente en lo impactante de los accidentes; optaron por una estrategia de impresiones visuales, enfocada en los mensajes, en ocasiones, incluso, sin voz, sin mención de particulares. Aunque no del todo así, recuerdo un anuncio particular que presentaba al Dr. Walexi Castillo, Residente del Hospital Traumatológico Dr. Darío Contreras, diciendo: “si vienen a este hospital…, los recibimos con mucho gusto, pero nuestro deseo es que aquí no vengan.” Un mensaje sin dudas poderoso.

De repente, personalidades de la vida pública comenzaron a participar de los anuncios cual si fueran una repartición de tarjetas solidaridad en un barrio indigente: comunicadores y periodistas, rectores universitarios, ex–Presidentes de la República, militantes de la oposición, procuradores, ex – combatientes, ministros, senadores, miembros de la Junta Monetaria, ¡todos presente!

Así, esta campaña exitosa de educación vial desenmascaró al gobierno peledeísta, al Presidente de la República y todo su equipo de comunicación. Los anuncios de transito se convirtieron en el proselitismo propio de los gobiernos que buscan confundirse con Estado; ese proselitismo mediocre, vulgar y cuestionable que ha caracterizado siempre a las gestiones del PLD.

¿Que algunas participaciones estuvieran motivadas por buenas intenciones? Tal vez. Algunos habrán pensado, “uso mi imagen para promover la educación vial y la seguridad de mis conciudadanos; estoy promoviendo algo bueno.” Pero de buenas intenciones está hecho el camino al infierno. La participación de la mayoría debiera ser motivo de preocupación, y para explicar porque destacaré algunas apariciones particulares. 

En primer lugar y como crítica general, es revelador el hecho de que la campaña se promoviera desde la Presidencia de la República en lugar de las instituciones públicas que se ocupan de los problemas del transito. ¿Por qué la Presidencia y no  la Autoridad Metropolitana de Transporte? Todo vuelve al excesivo presidencialismo que ha caracterizado la política en la República Dominicana y sobre lo que el politólogo y sociólogo español Juan José Linz nos advirtió en Los peligros del presidencialismo (1990). La misma lógica que prima en el fracasado proyecto de las visitas sorpresas. Semana tras semana, en el intento de promover una figura, destruyen de manera consciente,  nuestras instituciones públicas.

Las sospechas quedaron confirmadas con las apariciones en anuncios del presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez y Jean Alain Rodríguez, Procurador General de la República. Como los balances y contrapesos en nuestro país no son más que elementos decorativos de un discurso, en lugar de fiscalizar el trabajo del gobierno, el senador (como de costumbre) optó por la complicidad. Asimismo, el Procurador decidió obviar la ley que le prohíbe de manera expresa participar de actividades políticas partidarias.

Demás está decir que avergüenza la participación del ex–Presidente Hipólito Mejía en su condición de militante de un partido que se autodenomina como “de oposición.” Su participación en la campaña nos plantea una gran interrogante, que, de contestarla, nos acercaría a una solución para este acostumbrado autoritarismo: ¿cuál es la oposición en República Dominicana? ¿Es el PRM que presiden Hipólito Mejía y Luis Abinader un partido opositor? El primero, el mismo que dijo que se retiraría a Gurabo de aspirar a la Presidencia Danilo Medina, le hace anuncios al gobierno. El segundo, el que en campaña optó por anteponer los temas familiares a las problemáticas nacionales, es el mismo que en ciertos círculos (empresariales) promovía la eficiencia como principio mientras en otros (sectores populares) prometía aumentar los montos de las tarjetas solidaridad.

El tiempo nos sigue demostrando que aun hay personas que coyunturalmente juegan a ser oposición, pero que en la práctica son como los peledeístas. Identificarlos será clave si pretendemos reinventarnos como sociedad. Por eso nos apena ver a un viejo combatiente del 14 de junio y militante de la “oposición” participando de la campaña. Mientras los “demócratas” sigan comiendo en la misma mesa que los trujillistas–balagueristas, seguirán siendo “demócratas” entre comillas.

¿Son creíbles los periodistas que por un lado, y con razón, se quejan de que sus homólogos están, en su gran mayoría, a la merced de un sueldo de gobierno, y por otro lado participan de campañas como esta? ¿Qué habríamos pensado de un familiar de Narcisazo que, luego de su desaparición, haya aceptado un cargo importante en el gobierno de Balaguer bajo el pretexto de amor a la Patria? ¿Es posible hacer Patria con tanta complicidad? Hablamos de los demás países, pretendiendo querer imitar su institucionalidad, pretendiendo querer replicar su manera de hacer política, sin darnos cuenta de que no todo se pacta, no todo se negocia. Sencillamente hay asuntos sobre los cuales dos partidos políticos nunca podrán ponerse de acuerdo y sobre los cuales la sociedad debe juzgarles.

A propósito de la victoria de Donald Trump en EEUU, resulta interesante buscarle el parecido con Danilo. Preocupado por el rumbo que podría tomar el gobierno americano bajo el mandato de Trump, el economista  y premio nobel, Paul Krugman, indicó lo siguiente:

“Las instituciones de la república no protegen frente a la tiranía cuando los poderosos empiezan a desafiar las normas políticas. Y la tiranía, cuando llega, puede prosperar aunque mantenga una apariencia de república… Oficialmente, la Roma imperial seguía gobernada por un Senado que, dadas las circunstancias, se remitía al emperador para todo lo que importaba. Puede que no estemos yendo por el mismo camino exactamente —aunque ¿podemos estar seguros de ello?—, pero ya ha empezado el proceso de destrucción de la esencia democrática al tiempo que se mantienen las formas.” (23 de diciembre vía El País)

En República Dominicana hemos dedicado incansables esfuerzos por lograr establecer leyes claras, promotoras de una verdadera democracia. Quizás nos resultaría más provechoso dedicar mayor tiempo y esfuerzo a entender como se producen los cambios de gobierno que llevan al dictador al poder, pues en dictadura, las normas democráticas no se cumplen.  ¿De qué nos sirve seguir promoviendo esta farsa democrática?

Para entender el qué, a veces es necesario reflexionar sobre el cómo y el por qué. Las apariencias engañan, sí. Las sociedades capaces de descubrir las esencias de sus gobiernos, en cambio, son las que logran recuperarse de las caídas y hacer camino. Ese será nuestro desafío de cara a un próximo certamen electoral.

Todos estamos de acuerdo en que tenemos que buscar la manera de reducir la cantidad de muertes y lesiones por accidentes de tránsito. Si somos capaces de acordar que el problema de la seguridad y la educación vial son problemas políticos, entonces quizás podríamos acordar que con la política que promueve Danilo Medina no podremos resolverlos. Es mejor ser pocos y accionar como verdadera oposición, que ser muchos y ser todos cómplices.