En aquel entonces el sombrero formaba parte de la ropa cotidiana; mi abuela paterna tenía una sombrerería en la Avenida Presidente Trujillo. Inaugurada el 3 de noviembre de 1934, durante la primera visita de Rafael Leonidas Trujillo a la capital, nuestra calle mayor llevaba por algunos años el nombre del jefe de Estado dominicano. Siempre en busca de antiguas y polvorientas cajas de mis antepasados, descubrí algunos discos de 78 rpm de la colección de mi abuelo. Estos discos me permitieron reunir la increíble proximidad de notas y cadencias por el Caribe de ayer. Me llamó la atención el título «Luna sobre el Jaragua». Entre los hoteles dominicanos más mencionados en Haití en la década 1940-50, el viejo Jaragua ocupa un lugar destacado. En la imaginación haitiana era el equivalente del Waldorf Astoria de Nueva York. Dijo el historiador Frank Moya Pons (Las Dos Naciones, 1995), «la propaganda de Trujillo fue muy activa en Haití».
Al fusionar notas y testimonios de la época, supe que los domingos por la tarde mi abuelo instalaba el gramófono (tocadiscos de ayer) en su galería de la Avenida Trujillo para escuchar los discos (78 rpm) que le traían amigos de Ciudad Trujillo y de La Habana. Antes del terremoto de 2010 pude escuchar el éxito del maestro Luis Alberti «Luna sobre el Jaragua» con la voz de Eva Garza -la novia de la canción-. Según el reparador de refrigeradores Juan, nacido en Cuba, y cuyo taller estaba cerca de la panadería San Marcos, existía una pequeña comunidad de comerciantes dominicanos por la entrada norte de la calle mayor. Fueron quienes introdujeron el periódico El Caribe en Puerto Príncipe a principios de la década de 1950. La poderosa emisora La Voz Dominicana también tuvo su época dorada en la capital haitiana.
Otro capítulo dominicano en mi historia familiar está relacionado con mis bisabuelos maternos, los Blas Vieras, de origen judío. Se quedaron en República Dominicana, antes de establecerse en Haití, a principios del siglo XX. Eran productores de licores de calidad. La marca se encontraba entre los artículos del pabellón de Haití en la Exposición Universal de 1910 en Bruselas. El 25 de mayo de 1907 la señora Gonzales, de nacionalidad dominicana, fue madrina del matrimonio de Isabel Blas Vieras con el farmacéutico William Vital -mis bisabuelos maternos- , en la iglesia Santa Ana de Puerto Príncipe.
No resulta siempre fácil documentar los vínculos entre las familias dominicanas y haitianas . Las pocas colecciones digitalizadas de periódicos de la Universidad de Florida están incompletas. El estado civil nacional se encuentra en una situación indescriptible. Hasta mediados de la década de los noventa, escribir un artículo por semana sobre noticias dominicanas en las columnas del periódico Le Matin olía a «revolución». Durante los doce años de Balaguer (1966-78), hablábamos de República Dominicana el día de las elecciones. Por aquella presidencia, una institución desempeñó un papel sumamente decisivo en la vida cotidiana haitiana: la lotería nacional dominicana. Las transmisiones se realizaban dos o tres veces por semana, en amplitud modulada (AM). Testigos de la época cuentan que un chofer de Papá Doc (François Duvalier, 1957-71) tenía permiso especial para organizar sorteos especiales, utilizando a un hispanohablante con acento dominicano y números elegidos en el Palacio Nacional de Haití.
En otras épocas, las voces de Alberto Beltrán, de Fausto Rey y de Fernandito Villalona tuvieron muchos grandes fanáticos en Puerto Príncipe. Entre los locutores de mayor audiencia de la radiodifusión haitiana, Jean Camille (Don Sabor), fue el gran intérprete de aquel inolvidable momento en Radio Métropole. El largo espectáculo duraba desde la tarde del sábado a las 2 hasta el domingo a las 5 am.
Aún no les comenté por qué promocioné a Juan Luis Guerra a principios de los 90, con unos discos de 45 rpm. El canta magistralmente el réquiem del viejo Jaragua; el emblemático hotel cuya luna pertenece al patrimonio de las Américas. De ayer y de hoy.