De acuerdo con la mitología de los que gobiernan en un momento todos los gobiernos superan los precedentes. Todo gobierno concluye diciendo que ha sido el mejor de los últimos tantos años, y si un gobierno llegó a ser malo fue por una crisis. Siempre se dice que si quitamos los elementos de la crisis en un gobierno en los primeros años es mejor que los anteriores y sin la crisis sería de los gobiernos el mejor que haya pasado. Hay gobiernos de los que la historia dice que fueron malos desde su inicio, pero en ese momento fueron sus presidentes unas celebridades y llegaron al poder como profetas realizadores de casi todos los sueños sustentados en valores y terminaron presos sin defensa alguna porque traicionaron todo lo que prometieron.
Un presidente puede terminar en la cárcel, esto es una realidad del juego político, y ser injustamente acusado, pero cuando los enemigos hicieron de un presidente el objeto de sus persecuciones el problema era, a pesar de creerlo muchos un hombre bueno, que no había forma de salir a defenderlo, porque fue como presidente tan malo que dejó muchos sueños truncos y muchas promesas en el olvido, y no fue su fracaso la economía que lo hizo vulnerable, sino que traicionó todos los valores que había vendido y los ciudadanos compraron.
Un presidente puede mentir todos los días y ahora con los medios es mucho más fácil, pues con la propaganda se hace teatro y no son escolares reales lo que aparecen en el escenario de una escuela pública de los anuncios muy bien hecho de la televisión, sino actores precoces. La salud se presenta con médicos que son actores y enfermos cuyo histrionismo es tal que muchos ciudadanos preguntan, ¿se habrá salvado el pobre? En el anuncio se le veía muy grave y ver el enfermo de la televisión en casi todas en las calles produce gran alegría ya que se salvó de una enfermedad muy grave que el pobre padecía. Aunque la gente imagina cuando asiste a los hospitales que no fue ese del que hablaron en la televisión y donde por poco se muere quien trabajaba de actor y quieren ir al hospital muy lindo donde estaba el histrión muriendo, aunque en la realidad todos sabemos que ese hospital no existe. En defensa de los publicistas se dice que en el presente son lo en la antigüedad eran sofistas
En esto no hablo de un gobierno específico, sino de cualquier gobierno, pues los métodos de trabajo es lo que más rápido se aprende cuando se tienen poderes. Todos los gobiernos dicen mentiras que la gente les cree hasta un día. Se miente como si fuera una herencia materna como si el engaño en alguna gente viniera del vientre donde estuvieron por meses, y no porque las santas escrituras digan que la primera mentira después de la serpiente la dijo Eva, porque en una historia contada por adanes es probable que hasta de Eva se digan cosas que no sean cierta, y como Dios después del pecado original nos dejó al libre albedrío es probable que Eva sea víctima de historias heteros patriarcales contadas siempre por los que gobiernan. Mentir se ha hecho por tradición en los gobiernos de los estados y hasta en los hogares que a modo de un gobierno han tenido como cabeza un Pater Familias, que a su símil en el estado se le llama presidente.
No es la verdad una particularidad que se les exija a los gobernantes con mucha frecuencia, mientras todo al parecer sale muy bien. Saben los que gobiernan que las masas como las mujeres enamoradas no quieren escuchar verdades y piden mentiras o las aceptan hasta que el amor permanezca.
Cuando llega el final de la relación ni la mujer ni las masas quieren más mentiras. Las masas y las mujeres abandonan con los mismos argumentos y cuando una mujer bota dice: -No te dejé de querer porque usaba peluquín ya sabía yo que ese pelo no era tuyo. Tampoco te dejé de amar -botando las mujeres suelen ser muy crueles- porque tomaras pastillas, ya sabía yo que tu vigor no era gran cosa, de todos los modos te acepté como era. Lo único -continua la mujer- que odio es que no fuiste fiel a todo lo que dijiste y prometiste, que decía que me amaba mientras andabas con otras que lo mismo le decía y que cuando preguntaba dónde estaba me decías desde el trabajo que ibas a llegar tarde porque estaba muy ocupado y era con tus amigos en no se sabe en que cosa, y me prometiste una casa que nunca me compraste y así en todas tus promesas fallaste. En toda discusión de ese tipo la verdad se vuelve el primer valor objeto del debate y duelen las mentiras de las que nunca se había hablado y después de ahí duele todo lo falso: el peluquín, la caja de dientes y hasta la prótesis peneana.
Sucede lo mismo con las mujeres y con las masas cuando se alteran. Las mujeres no reclaman un carro nuevo, sino todos los valores violados, lo mismo las masas. A las masas cuando reaccionan les importa poco el crecimiento económico del cien por ciento, los logros presentes en la agricultura, que se explotó la minería hasta vaciar todas las minas para que el desarrollo siga o todas las vías espaciales y terrestres. Sólo le importa si han mentido o mienten, en el pasado o en el presente.
La gente cuando se encojona, aunque para eso necesita un catalizador, sólo reclama valores y comienza a preguntar: ¿Por qué aquí se violó el séptimo mandamiento y nunca se respetó el quito? ¿Cómo se violaron todas las leyes? La verdad y deja de ser un valor moral al que nunca se hiso caso y se oyen gritos multitudinarios preguntar: ¿Por qué todos los días nos mienten?
Los gobiernos por más vocación que tengan de ser perpetuo deben evitar llegar a ese punto de cuestionamiento y deben evitar que la gente se pregunte. ¿Por qué en estas tierras no hay justicia? Porque si justicia es lo que un país pide cuando ve caer a un familiar es porque no la hay y es mala señal para un gobernante que pretende un futuro en algún modo tranquilo. Cuando más aparece la justicia en boca de la gente es cuando está ausente. Su reclamo recurrente en momento puede ser una chispa de impredecibles consecuencias.
Los gobernantes pueden estar tranquilo cuando los reclamos son caminos, hospitales más grandes o una escuela más cercana. Únicamente deben a empezar a preocuparse cuando la gente comienza a pensar en termino abstracto y en vez de un edificio reclama valores, porque en ese momento no importan los Versalles que se hayan construido ni lo que se hayan prometido, ese no será el tema de la gente y un día preguntará: ¿Díganme porque robaron? ¿Cómo cometieron eso que Dios lo castiga? ¿Díganme por qué mienten si eso viola de Dios un mandamiento? Estas se vuelven terribles preguntas que cuando no hallan respuestas es terrible también todo lo que sucede.