Cuando la ciudad está limpia y protegida, y por demás, dispone de espacios públicos amigables la alegría se nota a flor de labios en los niños y niñas, en los padres y en toda la ciudadanía. En la naturaleza: los árboles, las flores; las aves y otros animales. ¡Hay fiesta en la ciudad! El día se comporta como una tarde de juegos de niños y la noche de enamorados. Vivir en una ciudad así, es sentir el deseo que le nace a la gente de soñar despierto… de vivir los anhelos: caminar por las calles, brincar los contentes y contar las estrellas y poner nuevos nombres a cada una de ellas. […]Hablar debajo de un árbol con tu pareja o con tu amiga o con tu ilusión es nacer de nuevo; es vivir mejor. Andar con el celular en las manos sin el miedo de ser objeto de robo; es tu derecho. El ciudadano (de a pie) desea emprender una larga caminata (para ejercitarse) por la acera sin el riesgo de caerse en una alcantarilla que previamente un forajido se robara la cubierta. El transeúnte (el que cruza la calle) quiere cruzar la calle sin miedos: Miedo a ser atropellado por un chofer que cruzó su carro en rojo; y, a alta velocidad. /Miedo a ir trabajar. /Miedo a sacar la familia a pasear. /Miedo a llegar a la casa. /Miedo a que amanezca otra vez. / Miedo a continuar…