La absolución del culpable es
la condena del Juez.
Publio Siro.-
Más que probado esta, que es consustancial al cargo el tener cualidades para ejercer el mando, es decir, poseer esa característica esencial de capacidad, honestidad y moralidad, claro, si no es un puesto político, heredado u obtenido por el vergonzante clientelismo político. Es algo así, para mejor entendimiento, como son consustanciales las tres personas de la Santísima Trinidad, pero tranquilos que no voy hablar de religión y mucho menos de “Príncipes” terrenales, aun sean consustanciales con la protegida iglesia o religión dominante.
No, en verdad me quiero referir al ya callado tema sobre el Poder Judicial, aun digan que un solo eslabón no hace cadena, pero por igual tampoco hay cadena sin el eslabón. Y con esto no pretendo ser ostentosamente por quien repica la campana, no señor, quizás solo el solitario badajo que golpea y golpea buscando el mejor sonido.
Y es que el gran problema de la Justicia no nos permite salir de esta pobreza de todo, porque estos políticos son tan especiales que justo cuando creemos el haber acabado de conocer todas las respuestas para resolver el problema, ellos entonces nos cambian todas las preguntas. Carajo, y pensar que ya se acerca otra vez el drama de mal gusto que se montó para armar las pequeñas, medianas y altas cortes.
Hoy día nuestro Poder Judicial, cuyos integrantes están siendo vapuleados no solo por la “opinión pública” sino, también por los propios superiores y el representante del Ministerio Publico; pero, vaya usted a ver, no crean que tales ataques y vituperios, acompañados de terribles acusaciones se las están formulando a los verdaderos culpables del deterioro progresivo que sufre el “Sistema”, principalmente en las cumbres o mal llamadas “Altas Cortes”. No señor, el asunto dio inicio cuando la política entro por la puerta grande, es decir, por las altas cumbres.
Pero, no hay que llorar, hay que saber perder, según una vieja canción; esa quizás, para nosotros, sea la mejor y más fácil opción, digamos como siempre nos ha gustado, el camino más corto, lo que esté más cómodo. Por eso tenemos tantos políticos elegidos por “salami-cajitas o canastillas”, sin que los que reciben estas ofensas se den cuenta de que igual al salami que reciben por su voto, asimismo son valorados por los políticos una vez se pasan las elecciones.
Pero hay otras opciones por encima de la claque cenagosa y de los partidos que aliados han estructurado esta dictadura “democrática”. No nombro uno por uno los jueces que honran su profesión porque necesitaría mucho más que este espacio para hacerlo. Tenemos, jueces que caen como anillo al dedo, dentro de la obra escrita por el Honorable Magistrado Horacio González Pérez, titulada “El Juez Ideal”.
Quizás, él mismo, sea uno de esos jueces ideales para sacarnos de este marasmo judicial, muy a pesar de según tengo entendido no es político ni pertenece a ningún comité central o político, por lo tanto no conviene a los intereses de quienes eligen a los protagonistas de las “Altas Cumbres”. Y quizás, solo quizás, si a quienes eligieron tuvieran a la altura de este profesional del derecho, en cuanto a la ética y la moral, muchas de esas sentencias absolutistas no se hubieran producido, precisamente por eso él, y otros tantos como él, ni siquiera fueron tomados en cuenta en el concurso, balotaje o show de mal gusto, cuyos resultados eran una crónica anunciada de los resultados.
Lo que necesitamos es el Juez Ideal, aquel que haga imperar el Derecho en todas y cada una de sus actuaciones judiciales en este mal gobernado país, en el cual difícilmente no se contaminen los procesos judiciales, ya sea por motivos políticos, económicos o simplemente por asuntos circunstanciales y convencionales.
Jueces Ideales es la solución, no como estos que se aventuran a formular declaraciones públicas en las que se manifiestan dándose golpes en el pecho sobre “lo bien que marcha el Sistema Judicial”. Solo nos resta decir por ahora… ¡Que barbaros y chistosos son estos muchachos!.. No j..s, lo lamentable es que quizás haya que continuar con este falsete juridico. ¡Si señor!