Si hay algo que supera la atención la dominicano más aún que el beisbol, que ya es decir, con sus jonrones sus fao, sus carreras empujadas y mil jugadas más, esa es la política. Aquí todo está politizado, la enseñanza, la seguridad ciudadana, la educación, desde la inicial a la superior, las multas de tránsito, la cosecha de habichuelas, las canastas navideñas y hasta estornudar o ir a hacer pipí antes de acostarse.

Cuando llegan tiempos agitados como estos de las primarias o parecidas, las noticias y las conversaciones solo giran alrededor de la política, que si deben ser abiertas o cerradas, que si los candidatos pueden hacer o no campaña después de acabar sus trabajos, que si el voto electrónico es fiable o no es fiable, que si les dan pocos o demasiados cuartos a los partidos… y todo lo demás que sucede en el país que lo parta un rayo, o dos, qué más da.

A partir del tiro que anuncia la salida de los candidatos por la pista de del poder aquí ya nada es importante, y se olvida solucionar los problemas diarios de los ciudadanos, hasta que llega de nuevo la hora de ofrecer promesas al por mayor y al detalle arriba de las yipetas recorriendo los campos, a pie por los barrios populares, o acuerdos en los despachos.

Promesas  que por cierto son las mismas de siempre, que si se va a desarrollar Pedernales que lleva cien años desarrollándose en el mayor de los subdesarrollos, que si van a mejorar la educación con revoluciones que van a dejar en pañales las de Mao Tse Tung, que si vamos a acabar con la violencia dejando el país tan tranquilo como en un cuento de hadas, que si las enfermedades endémicas serán cosas del pasado… todo promesas, más promesas y más promesas.

Las promesas son la materia prima preferida e infaltable de los políticos, cuestan nada o muy poco que ofrecer y después una vez arriba del palo de caramelo, si te he visto no me acuerdo y hasta las próximas elecciones, en que el ciclo de fantasías volverá a aceitarse y ponerse en marcha.

Mientras tanto el dengue y la leptospirosis triplican o cuadruplican su número de víctimas mortales, total unos cuantos muertos más no varíará el próximo censo, los accidentes de tránsito cobran su macabra cuota de víctimas para seguir en los primeros puestos a nivel mundial, y los viejos se van acabando en el pudridero inevitable de la edad con su ya tradicional abandono  social.

Hace unas semanas, como un ejemplo que no debería serlo en cualquier sociedad sensibilizada, los pocos cañeros que deben quedar vivos pedían una vez más sus justas y pagadas pensiones de vejez, negadas año tras año por los insensibles gobiernos de turno y así los múltiples y graves problemas y así cientos de necesidades más que hay en el país.

Ahora todo es política y todo son anuncios del gobierno diciendo lo buenos que son ellos y lo bien que estamos nosotros gracias a sus logros. Uno abre un periódico y ¡zas! el señor Presidente inaugurándolo todo, desde una escuela hasta hasta un ventorrillo o pulpería que se tercie.

Uno prende la radio y ¡zas! ¡zas! zas! Un paquete de  dependencias oficiales nos azotan sin piedad con anuncios diarios, mañana tarde o noche, que si nos acordamos de si hicieron esto o lo otro, las tandas extendidas de los estudiantes, el cuidado de los niños, las atenciones en la carretera, las licitaciones de las obras públicas… y mil temas la mayoría baladíes que, o ya nos los sabemos y por lo tanto no hay que machacarlos hasta la saciedad, o no nos interesan para nada.

La televisión, lo mismo, las vallas lo mismo de lo mismo. El Gobierno quiere apoyar a su posible candidato continuador Gonzalo y lo hace además de forma tan indirectamente directa a través de una enorme campaña de publicidad para que lo electores tengan claro el marco de referencia de lo que seguirá haciendo su Delfín, y claro nadie ni nada puede competir en esa estrategia mediática y comunicacional.

Lo peor de todo son los cuartos, miles de millones que estamos pagando y botando por la alcantarilla los contribuyentes y aún deben dolerle más a los que no van a votar al candidato propuesto por el danilismo. Dinero que tanto se necesitan para otras obras sociales de primera urgencia. Pero la mayoría de la gente estamos en política y no reparamos en cosas menores, la política es la política y no hay más na´, lo demás son ¨caballás¨.