Esta pregunta suele ser muy frecuente por lo común de la situación y por la necesidad que tienen algunas personas de “recetas” y respuestas rápidas. A veces siento que la gente va al psicólogo o nos hace preguntas en cualquier contexto como si fuesen a una tienda de comida rápida a la hora del almuerzo: quieren respuestas inmediatas, baratas y que les satisfagan completamente. Así no funciona la vida, confieso que a veces quisiera que fuese así de fácil, pero no lo es. Por la complejidad de cada situación y la unicidad de cada ser humano, no suele ser tan sencillo
Este tipo de cuestiones ¿A qué edad? ¿En qué tiempo?, los Cuándo hacer Qué, suelen generar mucha angustia a los padres y madres de familia. Es verdad que, en respeto a las etapas de desarrollo de los niños y niñas y el ciclo de vida familiar hay pasos predecibles, pero no con todos los aspectos de la vida ni con cada persona igual.
Muchas veces en busca de una reacción de la gente ofrezco una respuesta inesperada que los deja sin habla. Por ejemplo a la pregunta de ¿cuándo decir a un hijo adoptado la verdad sobre su origen? suelo responder "mientras más temprano mejor" y a la pregunta que da nombre a este articulo, ¿cuándo hablar a mis hijos e hijas de mi nueva pareja? respondo, lo contrario, "mientras más tarde mejor". La gente se queda en shock, literal, como dicen ahora los jóvenes y con ganas de acribillarme con la mirada.
Y es que para estas cosas no hay exactitud de cuándo. Eso depende de muchas cosas, de muchas personas y de la manera en que esas personas hayan hecho las cosas en el momento anterior de la vida de esos hijos e hijas, pero de entrada no hay por qué adelantarse en nada.
Muchas veces los padres y madres en su desesperación por la soledad que están viviendo, soledad para la que esta cultura no solo no da herramientas sino que penaliza, se avalanchan a involucrar a sus hijos e hijas en relaciones que tendrían que explorar, disfrutar y hasta descartar a solas.
La vida sentimental de las madres y los padres es un tema de ellos y ellas, su prole no puede ser confidente ni participar en este proceso, yo diría que en un primer momento no tienen por qué enterarse.
Talvez la felicidad que les pudiera generar el enamoramiento que están viviendo haga que ellos y ellas se pregunten lo que ocurre, pero eso lo dejamos a la imaginación. Si se atrevieran a preguntar, restarle importancia y no sentir que esto les da el permiso para intimar acerca de este tema, para esto están las amigas y amigos de papá y mamá.
He escrito en otras ocasiones acerca de la diferencia de enamorarse en la juventud y en la madurez. He visto hombres y mujeres que se enamoran en la madurez como si tuvieran 15 años y en efecto a esta edad se entiende poco de límites y sensatez. Muchas, veces luego de los cuarenta hay personas que viven el “amor romántico” con todas las características de idealización e inocencia que nada tiene que ver con ser adulto y tener hijos e hijas a cargo. De manera que ese nuevo amor se tendría que vivir con los pies sobre la tierra, sin sobregiro de expectativas y sin involucrar a los hijos e hijas mientras no sea necesario.
Luego de tener la seguridad de la sanidad de esta nueva persona en su vida; de haber tomado en cuenta los conflictos de lealtades de los hijos e hijas con su madre o padre biológico, se inicia un proceso lento y respetando a los niños y las niñas que son lo más importante. Cuando hacemos esto con cuidado, la persona que está entrando en la vida recibirá una buena señal que le indicará si seguir adelante o salir, antes de que el compromiso sea mayor, y en todo caso esto siempre será mejor que desaparecer de la vida de los niños y las niñas luego de haber iniciado un vínculo.
Cuando los hijos e hijas son adolescentes, jóvenes y adultos el cuidado es igual y quiero aclarar esto pues he escuchado a madres que me dicen "ya son grandes, tienen que aceptar, pues es mi vida" bueno, en efecto es su vida, pero estos hijos también son parte de ella y viven juntos. No se trata de imponer desde ninguna vía, pues todos como familia han vivido los distintos momentos de entrada y salida a nuevas etapas, las alegrías, separaciones, divorcios y dolores. Igual no apresurarse ni preocuparse, pues muchas veces los hijos e hijas tienen temas pendientes que salen a partir de una nueva relación de mamá o papá y esto en vez de asustar podría ayudar a resolverlo para continuar adelante.
La vida sentimental de los adultos es un terreno particular que genera felicidad, disfrute y alegría que tendría que impactar positivamente a toda la familia. Cuando esto no ocurre el diálogo, el reconocimiento de los sentimientos de los hijos e hijas y vivir el proceso sin desesperarse suelen ser buenas alternativas. Apresurarse, no respetar limites y asumir posturas rígidas no ayuda, si la situación va por ahí busque ayuda profesional y evite dolores innecesarios, ya que siempre hay soluciones aunque ahora no las pueda ver con claridad.