No sé si a ustedes les sucede o no, pero a mí hay días que mi cerebro bacteria (por el tamaño) amanece como la billetera de en ciudadano promedio en un día 26 del mes, es decir totalmente en blanco, y por ende la imaginación que se desprende del mismo órgano se despierta más que en blanco, en blanquísimo, como si se tratara de una comparación de uno de esos anuncios de detergentes en los que hay dos camisas, la que siempre queda gris y la otra que sale brillante como un sol.

Uno trata de buscar un tema que pueda ser potable y explotable para escribir pero las musas de hoy me han estado haciendo musarañas y no bajan al teclado, dicen que están hartas de ser utilizadas sin ninguna compensación y que lo de trabajar el arte por la arte ya están hartas, que eso se hacía antes pero en estos tiempos materialistas hay que retratarse de alguna manera, en dinero o en especie.

Un piensa ¿Escribiré sobre el gobierno? No, ya lo he hecho docenas y docenas de veces en todas sus facetas, la corrupción, el abuso, los funcionarios ineptos, los demasiado aptos, denuncias de las carencias sociales, escándalos, y hasta la madre de los tomates de la política criolla. Total para nada. Nadie te hace caso y al final del caso la cabeza te queda hecha un queso. Nadie se da por aludido cuando se debería esperar un alud de comentarios.

Uno sigue buscando ¿Escribir sobre la pérdida de valores de la juventud? A la mayoría de la juventud le importa tres pitos y hasta cuatro flautas las cosas de la moral, del respeto, eso eran pendejadas de antes, de unos viejos perdidos en el tiempo que por seguir esas normas tantas cosas excitantes se pierden ahora.

Hay que darle duro al Carpe Diem, aprovechar el momento, con el Santo Rap, el Beato Regetón, y la Abadesa Música de la Calle, callejera y realenga sin educación alguna, el embriagador encanto del Teteo -lindo nombre para denominar el libar alcohol en exceso- y sus incontables millares de fieles con hechura diurna y nocturna de bar, discoteca, club, o colmado. Pero jóvenes hemos sido y lo serán todos los que vengan. Fabulosa ley de vida, y hay que vivirla y beberla intensamente porque se pasa en un breve estornudo existencial.

¿Escribir sobre moda, modelos y pasarelas? De eso no sé nada, absolutamente nada, visto mal, combino peor y calzo pésimo. A otra cosa, mariposa ¿Y los deportes? Para eso hay que tener una memoria excepcional de records y nombres, saber mucho y de muchas disciplinas, y yo que todavía después de ver miles de partidos de futbol no sé a estas alturas cuando hay un fuera de juego, o qué es el ¨flay al quetcher¨ o las carreras empujadas del complejo beisbol, si lo hago voy aquedar como lo que soy, un ignorante de campeonato olímpico.

¿Investigar y escribir sobre la reproducción del somormujo silvestre asiático y sus hábitos domingueros dese el medio día hasta las 6.00 p.m.? ¡A quién caray le importan las cosas de las ciencias ornitológicas! Solo a unos aburridos que se la pasan el día mirando pájaros con anteojos en lugar de trabajar como los demás. Esa sería una solución desesperada, de último recurso antes de ahorcarme por falta de inspiración con el lápiz y las cuartillas de que se dispone.

¿Y si lo hago sobre la toma de conciencia del medio ambiente y el cambio climático? Posiblemente hoy deben haber 456 artículos sobre ese ya tópico en la prensa nacional -ayer fueron 653- y algunos de ellos muy buenos y con sentido crítico del problema. Además no soy experto en biología, meteorología, geología y las cosas de reciclaje, y debo confesar que me encanta beber agua en botellas de plástico que quitan la sed de momento pero ensucian el planeta por mucho tiempo.

¿Entonces qué hacer para saciar la necesidad benemérita de juntar letras y publicarlas si es posible y te lo permiten? Pues recurrir al truco de la gallina, el de grano a grano, es decir, el de tema a tema, tocándolos por encima, pasarlos de refilón o negándolos, con esto se va llenando el buche del artículo. Es lo que acabo de hacer en este caso porque hoy el pozo, ese pequeñito hueco craneal si se le puede llamar así, amaneció seco.

Ya saben, el calor impío del trópico, el polvo del Sahara que por estas épocas nos visita y los numerosos asuntos del descriscaje del clima se evaporan toda clase de fluidos, materiales y mentales.