¡Salva al Gato! es un método desarrollado por Blake Snyder (1957-2009). El estadounidense publicó un popular libro con el mismo nombre en 2005 de fácil lectura. Trae diversos consejos prácticos que divide en ocho etapas para los que escriben cine. Cada consejo persigue que la historia noquee al espectador, y antes que, a éste, a la casa productora que ha de financiar la obra cinematográfica.

Desde su niñez, Snyder estuvo cerca del oficio del spec screenwriting, (argot para la escritura de guiones especulativos). Comenzó haciendo comerciales al lado de su padre, hasta llegar a convertirse en un asesor de escritura de guiones para figuras tales como Steven Spielberg y John Landis.

Snyder fue un personaje del círculo hollywoodense, del que supe gracias a mi profesor de escritura Jaime Bartolomé, un estricto, y por tal motivo, excelente maestro de la Escuela de Escritores de España. Me devolvió varios proyectos de historia que hice a modo de tarea en su aula virtual de escritura para cine, con una pregunta meridiana aprendida del norteamericano: ¿de qué trata ese guion? 

Si no lo puedes responder en dos líneas que describan a la vez, ironía, una imagen mentalmente convincente, que estén dirigidas a una clara audiencia, y, además, que tenga un título que contenga todo lo anterior con pocas letras, probablemente lo que tengas es solo basura. Eso decía el maestro español a sus alumnos citando a Snyder. 

En su libro, Snyder aporta ejemplos: 

  1. Un policía llega a Los Ángeles para visitar a su esposa y su oficina que ha sido tomada por terroristas, Die Hard (1988). 
  1. Un hombre de negocios se enamora de una prostituta que contrata para que sea su acompañante durante un fin de semana, Pretty Woman (1990).
  1. Ella es la mujer perfecta hasta que bebe. Blind date (1987).

Escribir cualquier historia contada en imágenes y diálogos es uno de los modos más retadores de escritura creativa. El cine no tiene narrador omnisciente que nos lleve de la mano como en la novela o el cuento. 

No en vano, directores de gran experiencia como los mencionados acudían al sentido común del buen Snyder. Una de las sugerencias del autor de ¡Salva al gato!, es salir a la calle a contarle el guion que se escribe a gente aleatoriamente escogida, para medir el grado de interés del proyecto. 

Lo hacía en Starbucks. Si en lo que el (la) encuestado (a) se bebía su café sin mostrar interés, la historia no servía. 

En estas últimas semanas mientras veía las teleseries Succession (2018-2021), You (2018-2021), así como la película The Power of the Dog (2021), tres producciones que en este año han llamado poderosamente la atención de las audiencias y la crítica, he recordado a ¡Salva al Gato!

La guía de Snyder está llena de pequeños grandes consejos, pero el principal es que el protagonista, antes que nada, tiene que caer bien. No se trata de que sea bueno, chistoso o esté interpretado por un actor o actriz bien parecidos o posea riquezas o ventajas. 

La empatía se construye cuando el personaje central, que puede ser un miserable magnate de la comunicación, un obsesionado asesino, o un vaquero matón y sucio, como en las tres historias de 2021 antes mencionadas, revela algún gesto que demuestra su mejor lado o su lado más vulnerable, explica el asesor de cine en su libro.

¡Salva al Gato! alude a esa imagen icónica del cine de antaño. El policía, el vecino, o Daniel El Travieso podían mostrar su lado humano, buscando unas escaleras para salvar a un indefenso gatito trepado en un techo sin saber cómo bajarse. Toda buena historia de cine debe tener la escena que haga la función de revelar otra dimensión del protagonista.

Me es casi imposible no ponerme a buscar los gatos cuando veo películas. El arquetipo del indefenso se encuentra en incontables historias, para servir de apoyo al drama, misterio o el humor del personaje principal.

En Mad Men, me parece que el gato es Peggy Olson, que contrasta con el personaje de Don Draper y hacia el final de la serie se salva a sí misma. En el cine abundan los gatos, en El Padrino es Fredo. En Star Wars es una dupla, C3PO y R2D2. Hay gatitos muy obvios, como el niño hijo del personaje de Tom Hanks en Sleepless in Seattle, otros más sofisticados como los que vemos en producciones del año que termina.

En You, el gato es Paco, el niño de la vecina adicta de Joe Goldberg, el protagonista que asesina secretamente y al tiempo se preocupa por el bienestar de ese vecinito, un recuerdo de sí mismo. 

No voy a revelar quién me parece que es el gato The Power of the Dog, porque esa es la genialidad de esa historia. Quien creemos que es el gato, saca las uñas contra el verdadero indefenso.

Con las nuevas corrientes narrativas, los gatos evolucionan. Snyder apreciaría esos progresos. Por ejemplo, la intensidad de su triple diálogo (el interno, el exterior y el de las redes sociales) en la mencionada You, lleva el género noir hasta nuevos alcances.

Estos guionistas y directores han entendido que la audiencia de hoy no quiere gatos pasivos ni de protagonistas idílicos. Estamos en plena crisis social a nivel mundial. El “buenismo” aburre y tiene dudosa legitimidad. La audiencia no cree en personajes sin fisuras. Los pactos entre gatos y protagonistas del cine contemporáneo son un reflejo más honesto del manejo actual de las tensiones sociales.

Yo, Claudio, novela de Robert Graves, y teleserie británica de los años setenta, es una evidente inspiración para Jesse Armstrong, el autor en jefe de Succession. A Snyder le habrían encantado el título y la evocación al derecho de las sucesiones, clave de los ocho siglos de duración de la Roma Imperial. 

Logan Roy es un Augusto, el constructor del imperio, Roman un es degenerado Calígula, Kendall es un frustrado Tiberio, Shiobhan, una mujer, aún en pleno siglo XXI, no tiene clara vocación sucesoral, pero actúa como una especie de Mesalina de cara a Tom, su marido y gato personal. 

Los personajes de la novela clásica, me parece que solo sirven como principios básicos que Armstrong mezcla en nuevas combinaciones y situaciones, hasta el punto de hacernos creer que, entre el ensamble de los hermanos Roy, es donde se encuentra el protagonista/sucesor. Pero, no. Al menos, no todavía.

El protagonista según mi opinión es Logan, y a diferencia de Augusto, no muere en los primeros episodios, ni se va a dejar enterrar vivo por sus propios sucesores. Una despiadada Livia Drusila, le asiste. 

El guiño del personaje de Caroline Collingwood, a Livia Drusila es total. La actriz que la interpreta es inglesa y guarda parecido físico con Siân Phillips, actriz galesa que inmortalizó a Livia en la serie de los años setenta sobre los césares romanos, Yo, Claudio.

¿Quién es Claudio en Succession? Obvio que es Greg “the Egg” Hirsch, el gatito indefenso, que como Claudio anda en la manada imperial sin encajar. Ansío saber en qué modo Armstrong llegará a darle la sucesión o buscará una solución alterna. 

La instrumentalización de Tom, otro gato rebelde, es solo una movida del guionista para finalizar una temporada, porque Tom fue quien le dio al César Augusto de esta historia, lo que ninguno de sus hijos de sangre le ofreció. Logan Roy podrá tener un ego, pero posee visión estratégica. No en vano el nuero, un gato trepador, le aseguró no ir a prisión.

Estos gatos maúllan sálvese quien pueda y tienen su propio código de dignidad, pues como dice la madre adicta del niño Paco en You a Joe Goldberg, el protagonista asesino obsesionado con Beck, una bella y talentosa novelista: Nadie escribe novelas de mujeres como yo.

La industria que nos sienta frente a las pantallas nos tiene bien estudiados. Sabe cómo presentarnos una imagen mentalmente convincente desde la ficción. El arte cinematográfico demuestra su claro entendimiento de la era actual. 

Nos gusta sentarnos a ver cuando el gato aruña