Los dominicanos se complican la vida apostando por tal o cual candidato para las elecciones internas de los partidos, las municipales o presidenciales.
Y es que aquí no hay sorpresas. O no debe haberla cuando el Estado es un activo participante del proceso electoral. Vivimos en una democracia sin competencia.
El déficit fiscal del 8.5% del PIB en el 2012 permitió que Danilo Medina gobernara 8 años y venciera a un contrincante Hipólito Mejía que dos meses antes de las elecciones lo superaba por 10 puntos.
Si el Estado quiere sacar de su puesto a un sindico que es miembro del partido en el poder y colocar a uno de la oposición, no hay ningún problema. Como es lo mismo si quiere que un candidato opositor gane las elecciones presidenciales.
Entre los 7 delfines originales del danilismo nadie sobresalía después de meses haciendo campaña para llegar a ser el elegido. Pero todo estaba sujeto a que Danilo decidiera sobre la reelección, que con los recursos del Estado lo hubiera logrado sin ningún problema.
Al imponerse el NO por la presión ciudadana, salió a la luz un nuevo delfín llamado Gonzalo Castillo. Y este caballero en una campaña que no duró ni 2 meses, superó al resto que tenían mas de un año luchando por la herencia danilista.
¿Fue un milagro, es un genio, bajó del cielo? Nada de eso, simplemente el señor Gonzalo fue la carta que el presidente jugó y los recursos del Estado se encargaron del resto.
Lo único que se perfila en contra del señor Castillo para ser el candidato presidencial del PLD, es que sus primarias son abiertas. Y eso hace más difícil vencer a Leonel, porque el dinero que habría que invertir de las arcas públicas seria inmenso en una coyuntura económica muy desfavorable.
En las elecciones municipales y presidenciales sucederá lo mismo. Supongamos que Leonel gana las primarias del PLD y Danilo decide no usar ni un centavo de los recursos públicos para apoyarlo. Es tal caso es altamente probable que el PRM suba al poder cualquiera que sea el candidato elegido en su primaria. Me refiero obviamente a Hipólito y Abinader.
Peor aún, si el estado de Danilo decide que Leonel no gane las presidenciales no hay poder en la tierra que dicte lo contrario.
Pero si el elegido en las primarias peledeista es Gonzalo Castillo, y el Estado de Danilo decide que será el próximo presidente, llueve, truene o ventee, nos encaminamos a una catástrofe económica.
Porque sin importar que en el 2020 cerremos con un déficit fiscal por encima del 8%, como sucedió en el 2012, el dicho es “hay que ganar y después resolvemos”.
Además, de ganar Gonzalo la presidencia le aseguraría a Danilo Medina una vuelta al poder en el 2024 o mas allá. Es simplemente un préstamo de la silla presidencial a un estrecho colaborador que no lo va a traicionar.
Esa es la desgracia de este país y que nadie puede impedir porque ni la JCE o el Tribunal Electoral, interfiere en el uso del dinero público ya que son parte de la maquinaria del gobierno de turno.
La economía está en recesión y si se descojona el presupuesto hasta Danilo fuera del poder recibirá el tremendo impacto de su imprudencia e irresponsabilidad.
Gonzalo heredará, no una silla, sino un infierno. Que Dios nos libre de esta pesadilla.