No existe cinéfilo en el mundo que no conozca algo de la obra fílmica de Michelangelo Antonioni. Una de sus principales películas es Blow-up (1966) basada en uno de los cuentos –Las babas del diablo– de Julio Cortázar en su libro Las Armas Secretas. Aunque otros aseguran que Blow-up está más cerca de La Ventana Indiscreta (1954), una historia escrita por Cornell Woolrich y dirigida por Alfred Hitchcock. Evidentemente, Blow-up sigue siendo considerada la interpretación por excelencia del cuento de Cortázar.

Si bien ese filme es legendario como obra maestra, no representa el universo cortaziano que se inclina más hacia el surrealismo. El filme brasileño “Juego Subterráneo” (2005) con dirección de Roberto Gervitz, es basado en el cuento de Julio Cortázar, "Manuscrito encontrado en un bolso". El guión cuenta una historia surrealista, pero que muestra la preocupación de todo ser humano: encontrar su amor ideal.

Obras películas basadas en sus relatos son “La cifra impar” (1962), basada en Cartas de mamá,  “Circe” (1964), e “Intimidad de los parques” (1964) dirigidas por Manuel Antín; también Furia (1999), dirigida por Alexandre Aja; “El perseguidor” (1962) dirigida por Osias Wilensky;  Week End (1967), dirigida por Jean-Luc Godard, basada en el cuento “La autopista del sur” (Todos los fuegos el fuego); también del libro Final de juego, se realizaron “La fin du jeu” (1971) basada en el cuento Final de juego, dirigida por Walter Reanau, y “El río” basada en el cuento homónimo; asimismo Claude Chabrol se dejó atrapar por la narrativa de Cortázar y filmó “Monsier Bébé” (1974) basada en el cuento Los buenos servicios (del libro Las armas secretas).

La lista de filmes basados en cuentos de Cortázar es bastante larga: L’Ingorgo (Una storia impossibile,1978), basada en el cuento "La autopista del sur" (Todos los fuegos el fuego), con dirección de Luigi Comencini; Instrucciones para John Howell (1982) basada en el cuento homónimo, dirigida por José Antonio Páramo; Sinfín (1986); basada en el cuento Casa tomada, dirigida por Cristian Pauls; Diario para un cuento (1998), basada en cuento homónimo, dirigida por Jana Bokova; así como otra lista de cortometrajes entre los que se destaca “Instrucciones para subir una escalera”, basada en cuento homónimo, dirigido por Roberto Cerendelli y que se puede encontrar en youtube.com, además de que allí se han subido vídeos y entrevistas del maestro del cuento surrealista. Historias de cronopios y de famas (2014), dirigida por Julio Ludueña y basada en la antología de cuentos homónimos. Las ilustraciones son de reconocidos pintores argentinos como Alonso, Bonta, Crist, Espósito, Noé, Pagano, Sáez, Santoro, Seguí y Tarsia.

En el cuento “Cazador de crepúsculos” publicado en Un tal Lucas (1979),  Cortázar revela justamente que tipo de cineasta hubiese sido:

“Si yo fuera cineasta me dedicaría a cazar crepúsculos. Todo lo tengo estudiado menos el capital necesario para la safari, porque un crepúsculo no se deja cazar así nomás, quiero decir que a veces empieza poquita cosa y justo cuando se lo abandona le salen todas las plumas, o inversamente es un despilfarro cromático y de golpe se nos queda como un loro enjabonado, y en los dos casos se supone una cámara con buena película de color, gastos de viaje y pernoctaciones previas, vigilancia del cielo y elección del horizonte más propicio, cosas nada baratas. De todas maneras creo que si fuera cineasta me las arreglaría para cazar crepúsculos, en realidad un solo crepúsculo, pero para llegar al crepúsculo definitivo tendría que filmar cuarenta o cincuenta, porque si fuera cineasta tendría las mismas exigencias que con la palabra, las mujeres o la geopolítica.

No es así y me consuelo imaginando el crepúsculo ya cansado, durmiendo en su larguísima espiral enlatada. Mi plan: no solamente la caza, sino la restitución del crepúsculo a mis semejantes que poco saben de ellos, quiero decir la gente de la ciudad que ve ponerse el sol, si lo ve, detrás del edificio de correos, de los departamentos de enfrente o en un subhorizonte de antenas de televisión y faroles de alumbrado. La película sería muda, o con una banda sonora que registrara solamente los sonidos contemporáneos del crepúsculo filmado, probablemente algún ladrido de perro o zumbidos de moscardones, con suerte una campanita de oveja o un golpe de ola si el crepúsculo fuera marino.

Por experiencia y reloj pulsera sé que un buen crepúsculo no va más allá de veinte minutos entre el clímax y el anticlímax, dos cosas que eliminaría para dejar tan sólo su lento juego interno, su calidoscopio de imperceptibles mutaciones; se tendría así una película de esas que llaman documentales y que se pasan antes de Brigitte Bardot mientras la gente se va acomodando y mira la pantalla como si todavía estuviera en el ómnibus o en el subte. Mi película tendría una leyenda impresa (acaso una voz off) dentro de estas líneas: «Lo que va a verse es el crepúsculo del 7 de junio de 1976, filmado en X con película M y con cámara fija, sin interrupción durante X minutos. El público queda informado de que fuera del crepúsculo no sucede absolutamente nada, por lo cual se le aconseja proceder como si estuviera en su casa y hacer lo que se le dé la santa gana; por ejemplo, mirar el crepúsculo, darle la espalda, hablar con los demás, pasearse, etc. Lamentamos no poder sugerirle que fume, cosa siempre tan hermosa a la hora del crepúsculo, pero las condiciones medievales de las salas cinematográficas requieren, como se sabe, la prohibición de este excelente hábito. En cambio, no está vedado tomarse un buen trago del frasquito de bolsillo que el distribuidor de la película vende en el foyer».

Imposible predecir el destino de mi película; la gente va al cine para olvidarse de sí misma, y un crepúsculo tiende precisamente a lo contrario, es la hora en que acaso nos vemos un poco más al desnudo, a mí en todo caso me pasa, y es penoso y útil; tal vez que otros también aprovechen, nunca se sabe.”