Lo que apostamos a la derrota del PLD, votando por el presidente Abinader, lo hicimos consciente de que se produciría un cambio de gobierno, nada más. Inclusive, muchos afirmamos que no se firmaría un cheque en blanco al primer mandatario. Había que observar sus primeros lanzamientos desde el montículo.
No nos hicimos muchas ilusiones, como aquellos que se opusieron a participar en el certamen electoral pasado. Por lo visto, ellos se entusiasmaron demasiado, más que nosotros, quizás esperaban un gobierno revolucionario o progresista, sin darse cuenta, que desde el primer momento, las condiciones objetivas y subjetivas de la realidad, no podían dar otra cosa.
El gobierno del presidente Abinader es dirigido por un sector de la burguesía liberal, rodeados de sectores oligárquicos, y un ejército de pequeños burgueses, con sus excepciones, ansioso por figurear en la pasarela del Palacio, y, por supuesto, enriquecerse a como de lugar, sin escrúpulos. Aprovechar los beneficios del poder, es su factor común.
La visión coyuntural electoral, en su momento, fue correcta. Ubicar la contradicción principal, unificar la mayor fuerza posible, muy disimiles, para darle por el pescuezo. Y así se hizo. Lamentablemente, muchos revolucionarios y progresistas, no pudieron leer correctamente la lección. Con sus debilidades y dispersión, no pudieron caminar erguido.
¿Dónde está el problema? En la incapacidad para aprovechar el pasado proceso electoral, y, ahora, la nueva ambientación creada para avanzar. La unidad puede ayudar a observar los fenómenos en conjunto y actuar en consecuencia.
El curso de los acontecimientos, con el nuevo gobierno del Abinader y PRM, sirven para ir penetrando en la sociedad en todos los niveles con una propuesta refrescante, una conducta constructiva; y, un plan organizativo y educativo destinado a los sectores potenciales de la sociedad.
Los revolucionarios y progresistas deben de entender que se ha producido un cambio de gobierno. Se ha a formado un nuevo escenario, al que hay que aprovechar. El que no se recicla, modifica la forma de hacer política, no avanza en este tiempo. Evocar el pasado es bueno, cuando se aprende de sus lecciones.
La capacidad de análisis y el pensamiento crítico de los fenómenos económicos, políticos y sociales, deben de ejercitarse en forma correcta, constantemente, para evitar quedar atrapado en el pasado. Los nuevos inquilinos del Palacio Nacional conservan alagunas diferencias a los corruptos peledeístas. Se distinguen en el sello de clase que dejan en su caminar, en cada paso que dan.
Sí, se produjo un cambio de gobierno. Pero no se produjo el cambio de chaqueta. Las estructuras capitalistas de la sociedad están intactas. Existe una forma diferente de gobernar a los que fueron desplazados. Aunque son enemigos de clase del pueblo trabajador, con la lucha y la persistencia en la critica, se puede arrebatar reivindicaciones pendientes y profundizar el proceso democrático.
Para que no se confundan, no estoy llamando abandonar la lucha y concentrarse en las reformas. Nada de eso. Las reformas son «productos accesorios de la revolución», necesarios para avanzar, colocarse en mejores condiciones en el camino largo, tortuoso y difícil de la revolución. Y producir los cambios estructurales de una sociedad injusta, excluyente y explotadora.