El pensamiento crítico nos permite discriminar entre diversas posibilidades y escoger la mejor opción que se nos presente, gracias a él podemos evolucionar. Por otro lado, el constructivismo nos explica cómo vamos estructurando nuestros conocimientos y utilizamos la retroalimentación de los demás para desarrollar nuestra conciencia.
Alguien que naciera en una isla desierta es imposible que aprendiera hablar, ya que logramos hablar porque nos hablaron primero. Por más independientes que nos creamos, somos el producto de la interacción con otras personas, mientras hacemos nuestras elecciones en la vida. Tu individualidad o personalidad, la construye tu grupo en la forma en que tú lo permitas.
La crítica destructiva es aquella que te descalifica, que intenta cerrar tus posibilidades de salir adelante, que se ubica sólo en tus aspectos negativos ignorando los positivos. Los “criticones” no suelen ser bienvenidos en los grupos sociales, porque las personas intentan mantener su estima en alto y ellos contribuyen a hacerlas sentirse mal consigo mismas. Sin embargo, la crítica sana es necesaria para nuestro desarrollo.
Una joven lleva un año estudiando canto y un día, le pide a su padre que la escuche y evalúe. El padre accede y luego de escucharla le dice que no está mal, pero que las cantantes suelen ser más bellas que ella y que aunque su voz es aceptable, necesita aprender sobre entonaciones y ritmos. La joven le expresa que lo sabe y que eso es precisamente lo que ha estado estudiando durante ese año, a lo que el padre agrega que no lo parece por lo mal que lo hace. Esa crítica de un ser tan querido y cercano como el padre, puede hacer que si la joven tuviera una baja estima, desista de continuar pese a que en su medio todos la alaben y reconozcan su talento. Si el padre en cambio al escucharla, le da su voto de confianza y opina sobre cómo puede mejorar su desempeño, podría ser además de un buen estímulo, una ayuda importante para su desarrollo. A los Beatles les dijeron en sus comienzos que no tenían esperanzas de alcanzar el éxito, evidentemente fue una crítica destructiva, pero afortunadamente tuvieron la motivación suficiente para no rendirse y el resto es historia.
En la película Forrest Gump, se representa a un individuo con una inteligencia muy deficiente quien es alentado por su madre a superarse sin fijarse en sus limitaciones y así llega a descollar en varias zonas en las que incursiona. Ya en la vida real, Thomas Alba Edison quien fuera una de las mentes más brillantes que la humanidad haya conocido, fue expulsado de la escuela por considerarlo un inepto. La madre le ocultó esa realidad y le dijo que como la escuela era insuficiente para el talentoso Thomas, ella misma (que había sido maestra) se encargaría de su formación, como sabemos sus inventos transformaron al mundo, de manera especial la noche dejó de ser obscura gracias a la bombilla que Edison inventó. Cabe preguntarse qué habría pasado si la madre herida en su amor propio por las notas escolares deficientes de su hijo, simplemente le hubiera gritado y calificado de idiota.
Atila el rey de los Hunos, se jactaba de decir “donde pisa mi caballo no crece la hierba”, porque donde él llegaba con sus hordas salvajes, todo era muerte y desolación. Hay algunas personas que afectan a todos con quienes se relacionan y para éstos poder desarrollarse necesitan alejarse de ellas. Una crítica destructiva puede ser demoledora para tu pareja, hijos, amigos, socios, empleados o subalternos. Debes descubrir tus posibles traumas o resentimientos que te muevan a hundir a los demás. Es importante que los descubras, primero por ti y luego por ellos.
Para dar y recibir la crítica se requiere inteligencia emocional. Si una persona tiene un alto grado de madurez emocional, aunque la critiquen duramente la fortalecen. La crítica constructiva reconoce tu capacidad, te valora, identifica tus fortalezas, te ayuda a superar debilidades, mejora tu detección de oportunidades, te permite prevenir peligros y supone la integración de otra inteligencia enfocada hacia un mismo objetivo. Los mayores logros del Homo sapiens son desarrollados con la interacción de los demás, por lo que es esencial que nos comuniquemos.
Para analizar a alguien, debemos analizarnos a nosotros primero, si no estamos en condiciones de aportar nada positivo, el silencio es nuestra mejor colaboración. Y debo comprender que el otro afortunadamente no tiene que ser como yo, que puede y debe ser diferente. Lo que realmente necesita saber es cómo puede mejorar siendo él mismo.
“Con la vara que midas se te medirá” (Mateo 7: 2), por lo que si aprendes a criticar a los demás de forma constructiva, te autoevaluarás mejor. Es importante que cuando te autoevalúes no te destruyas, pero si eres intransigente con los demás, contigo no lograrás tener la consideración que necesitas. Debes comprender que tus procesos mentales no son tan selectivos como quisieras.
Cuando nos autoevaluamos podríamos sentir satisfacción o decepción y si acostumbramos a buscar el lado positivo en los demás, será también lo que haremos cuando nos juzguemos a nosotros mismos. Siempre podríamos tener imperfecciones, lo importante son nuestras actitudes hacia ellas.
Cuando estoy mirando hacia el Norte no puedo ver el Sur, pero quien conversa conmigo podría estar mirando en esa dirección y comunicarme algo conveniente que desconozco. Para ver bien tienes que ser capaz de escuchar. Nuestra visión es limitada, por lo que cuando alguien comparte su visión con nosotros nos enriquece, incluso si no nos dice lo que nos guste.