Hace poco una amiga quiso saber mi opinión acerca de los artistas que se confiesan cristianos y que a partir de esa experiencia de fe han empezado a escribir canciones de corte religioso. Ella alberga la duda y se pregunta si esos artistas, como Juan Luis Guerra y otros, realmente han tenido un encuentro personal con Jesús o si es simplemente una estrategia de mercado, de marketing para satisfacer al consumidor de religión o seguir engordando al monstruo del ego que sólo se alimenta de fama y ovaciones.
Le dije a mi amiga que a nosotros no nos está permitido juzgar la conciencia de nadie, que “la conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios” y que por lo tanto no se preocupara por saber si la “conversión” es genuina o no; pero que existe una manera de saber si realmente ha habido un encuentro con el Señor Jesús. Puesto que en nombre de Dios se han contado tantas mentiras y el ser humano se ha ido creando tantas imágenes torcidas y perversas de Dios, es válido preguntarse por lo que es auténticamente cristiano y lo que es proyección humana. Entonces le sugerí algunas pistas:
En primer lugar, el culto a Dios nunca debe estar desligado de la ética de la persona. Si realmente se sigue a Jesús ese seguimiento se comprobará en el modo de proceder de quien dice ama al Señor, en la manera como trata a sus empleados, si le paga un salario justo y más allá de la justicia, un salario decente con el que se pueda tener una vida digna.
Jesús supera toda religión, toda ideología. Él se hace presente cuando compartimos el pan, cuando luchamos por la justicia
Por otro lado, quien dice seguir a Jesús y se desvincula de los problemas sociales que atañen a su entorno, ensimismándose con su “dios” y olvidándose de los más necesitados, no está siendo fiel al mensaje del Maestro. “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: ayudar a huérfanos y viudas en sus tribulaciones y conservarse incontaminado del mundo”. (Santiago 1, 27)
Por último le dije a mi amiga, que el mandamiento de Jesús es el amor. “Todos conocerán que son discípulos míos en una cosa: en que se tienen amor los unos a los otros”. (Juan 13, 35).
Si falta la fraternidad, la solidaridad con el prójimo, entonces por más que esas canciones religiosas estén en el primer lugar en la radio y en boca de todo mundo, por más aleluyas pronunciados y lindas palabras de agradecimiento a Dios cada vez que reciben algún reconocimiento, no hay que creerles. Porque lo que viene a confirmar que somos discípulos o discípulas de Jesús son las buenas obras que realizamos a favor de las víctimas inocentes que abundan en un sistema social excluyente como el nuestro. “Por sus frutos los conoceréis”, dice el evangelio de Mateo. (Por cierto, la frase no es del finado Balaguer).
Finalmente, estas pistas del Evangelio sirven para todas y todos los que nos decimos cristianos; desde el sumo pontífice hasta al laico con el más bajo perfil en la Iglesia.
Pero es verdad que más allá de las creencias religiosas estas pistas del Evangelio son valores humanos que sirven tanto al creyente como al ateo o al agnóstico. Jesús supera toda religión, toda ideología. Él se hace presente cuando compartimos el pan, cuando luchamos por la justicia y nos tratamos como hermanos, hijos de un mismo Padre-Madre.