A la emisión que aclaman como la más exitosa en volumen de los bonos soberanos siguió, en menos de dos semanas, la introducción al Congreso de un anteproyecto de presupuesto subiendo impuestos. Romper la promesa de campaña de acabar con el endeudamiento no recibió muchas críticas de la población. Necesario por el COVID-19 para fortalecer sistema sanitario y los programas de apoyo población vulnerable, para lo que no dejaron un centavo en las cuentas del banco. Okey.

Pero el segundo capítulo de usar el virus como cabeza de turco debutó de mala manera. Aprovechar el presupuesto para introducir lo que, con justa razón, se ha criticado contiene una “cuasi” reforma fiscal fue una jugada arriesgada.  La avalancha de críticas llevó al Presidente a explicar que se presentó al Congreso el anteproyecto para cumplir con la fecha fatal indican las normas y el tiempo requerido para debatir la pieza.  El COVID luce que es buena excusa para las medidas autoritarias de cerrar la economía y establecer arresto domiciliario, pero no para cambiar las fechas límites del ciclo presupuestario nos obliga a ser reloj suizo.

En su breve alocución al país, también se anunció que los nuevos impuestos son propuestas de naturaleza transitoria y serán sometidos a debates y discusión en el Congreso.  Esto indica que la pieza sometida tiene el consenso del Equipo Económico del gobierno y tocará a los congresistas evaluar, consultar con la ciudadanía y tomar una decisión.  El partido de gobierno tiene mayoría en las dos cámaras para aprobar el presupuesto, pero se ha comprometido aceptar sugerencias de modificaciones.

Para los inversionistas de bonos no creo que haya sido una sorpresa la inclusión de nuevos impuestos y modificaciones a normas tributarias. El cambio en el párrafo sobre el riesgo político de pasados memorandos de oferta de bonos apunta en ese sentido. Antes se les advertía que la oposición política era contraria al endeudamiento y que de llegar al poder existía la probabilidad de no cumplir con las obligaciones del pago de la deuda. En el nuevo se despeja gran parte de la duda, pero, como es lógico y regulatorio, sin dar certeza absoluta.

Con “El partido de la administración del Presidente Abinader, el Partido Revolucionario Moderno, actualmente controla la mayoría en ambas cámaras del Congreso.” empieza el párrafo que antes advertía podía venir un lobo a provocar un default o cese de pagos.  Si se pone en el lugar del que compra deuda soberana, es un doble alivio recibir una nueva oferta de la oposición hoy gobierno que adversaba los bonos y, además, conocer que también controla las cámaras donde se aprueba el servicio de la deuda.

Ahora bien, como dar seguridad en los pagos siempre es la pista de una estafa, es de rigor esta advertencia: “Sin embargo, cambios futuros en el ambiente político, incluyendo aquellos que se deban a medidas introducidas por la administración del Presidente Abinader…”, pueden tener efectos adversos en cumplir con el pago de intereses y amortización de los bonos.

Lo de “medidas” es obvio que tiene que ver con la aprobación de nuevos impuestos para financiar el compromiso de una ampliación del gasto social que ya está en marcha. Se prometió y se está cumpliendo lo de “poner moño bonito”, pero faltaba probar el valor de “aguantar el jalón”.  Luce que no, que habrá que hacer ajustes al peinado, tener manos más suaves y volver a leer bien el Artículo 233 de la Constitución.

Si bien es cierto que ahí se establece un matrimonio trial entre ingresos, gastos y deuda, parecido al de la película Doña Flor y sus Dos Maridos, hay un participante que debe controlar la explosión incontrolada de su libido: el Señor Gasto.  No puede contar con que Doña Flor responda siempre de manera positiva a su pregunta “¿Pitaste?”, porque el plan de financiamiento que se aprueba en cada presupuesto requiere que sea compatible con la capacidad de pago del Estado.

En caso de ser cuestionado por los legisladores sobre el monto de la deuda, el Ministro de Hacienda tiene en su poder estudios donde está en capacidad de demostrar, dentro de las limitaciones de lo que son los modelos de predicción de esa naturaleza, que el plan presentado es sostenible en el mediano plazo. Ese mismo funcionario, además, es el principal responsable de medir las posibilidades reales de conseguir nuevos financiamientos voluntarios de inversionistas dispuestos adquirir deuda soberana.  Para elaborar el presupuesto da un rango de lo posible y por eso ha sido normal cumplir exitosamente con esa responsabilidad en la última década.

El otro participante, Señor Ingreso, también llega al matrimonio trial presupuestario con restricciones. La Constitución menciona que el presupuesto envía el Poder Ejecutivo contiene “ingresos probables”, es decir, proyecciones de recaudaciones sobre impuestos que ya existen. Y esto porque las normas tributarias se establecen con una frecuencia diferente a la que llegan los huracanes al Caribe.  Cambios en la legislación tributaria se llevan más con la frecuencia de los censos y hay razones para esto que no puede olímpicamente ignorarse porque estamos en pandemia y hay almas que salvar.

Felicitamos la rápida intervención del Presidente en aclarar a la población la naturaleza transitoria de las figuras impositivas. También su disposición a conocer las opiniones contrarias para lograr un equilibrio menos traumático entre el deseo de gastar por el bien común con fondos que siempre se tienen que buscar en el ahorro de terceros, contrayendo deuda pública, o expropiando una parte de los ingresos y la riqueza de la misma población que buscar favorecer con servicios sociales.