Cuando en la sociedad contemporánea o postmoderna se habla de crisis de la modernidad hace referencia expresa a que los discursos que dieron vida a este período histórico y que, hasta cierto punto sirvieron para sustentar la esperanza de un pueblo, hoy se encuentran en crisis y por eso estamos en crisis.

El discurso de la tecnología como vector de mejora de las condiciones de vida del ser humano, el mito del Progreso, la democracia, los derechos humanos y la educación han entrado en crisis en una sociedad movida por la lógica económica donde lo único que importa es la acumulación de riquezas personal y el individualismo. A partir de hoy inicio un análisis acerca de la crisis de los discursos y empezaré por la educación.

Quienes venimos de estratos sociales de pobreza o pobreza extrema sabemos que la educación siempre se nos presentó como la única alternativa para superar las condiciones de pobreza. De hecho, para nuestros padres la educación era el mejor legado que podían dejarnos y a todas pruebas procuraban que nosotros estudiáramos sobre todo si ellos no tuvieron la oportunidad de hacerlo.

Es así como un niño o niña ingresa a un centro educativo a la edad de cinco años o menos para iniciar una travesía que se extenderá quizás por veinte años para luego de eso tratar de conseguir un empleo. La educación primaria dura seis años, la secundaria seis años, la universidad cuatro años y una maestría dos años para un total de dieciocho años de estudios y cuando culmina una carrera posiblemente no encuentre trabajo o deba dedicarse a cualquier otra cosa, menos a lo que estudió.

Ante la insistencia social de manejar ingresos económicos el joven se ve presionado a querer conseguir las cosas rápidas y quizás fáciles y para eso la escuela o la universidad lejos de representar una opción se convierten en un atraso. ¿Para qué durar dieciocho años estudiando si en cuatro años puedo hacerme millonario en una academia de béisbol? La nueva salida de la juventud es la pelota, la música urbana o bandas delictivas.

Si logran tener suerte y pegar un tema, aunque diga “que qué que qué siete pollos” y que esto suene con insistencia en las emisoras y las redes sociales comenzarán las presentaciones artísticas y en un par de meses o años podrían tener todo por lo que han soñado. Lo mismo sucede con el béisbol, pues un bono por firmar o ser protegido por un equipo de grandes ligas puede cambiarle la vida a un joven porque trescientos mil dólares no son nada para un equipo que puede pagar doscientos millones a un solo jugador.

Una de las críticas que se le hace a la educación es que tenemos un sistema universitario que educa para el empleo y no para el emprendedurismo cuando por medio a la tecnología una persona puede formar una empresa y producir bastante dinero.

Los sistemas educativos tendrán que repensarse y plantear alternativas educativas menos duraderas porque mientras una persona deba esperar 18 años de su vida para conseguir un empleo digno y vivir como quisiera, otros lo están consiguiendo en menos tiempo y sin tener que ir a una escuela o una Universidad. Por eso el discurso educativo, como plataforma para superar la pobreza ha entrado en crisis y lo seguirá estando.