Los acontecimientos de los últimos días a propósito del caso de sobornos de Odebrecht en la República Dominicana guardan relación no sólo con algunos objetivos estratégicos de la República Federativa de Brasil, sino también con una crisis de liderazgo democrático que hunde sus raíces en estructuras sociales e institucionales fragmentadas. Actualmente asistimos a la apuesta de los movimientos ciudadanos por un incremento de la presión penal, al tiempo que subsisten debilidades sistémicas en materia de seguridad, de educación o de salud que deberían ocupar un lugar prioritario en la agenda política.

El Profesor Juan Bosch quien tenía unos ideales democráticos con un gran sentido de justicia social, fue electo presidente en diciembre de 1962 y el 27 de febrero de 1963 es juramentado Presidente Constitucional de la Republica Dominicana. Su mandato duró poco, porque grupos conservadores provocaron una crisis a la democracia, incitando un golpe de Estado al mandatario elegido constitucionalmente: Juan Bosch, el 25 de septiembre de 1963 que acabó con los ideales democráticos de su joven gobierno.

Transcurrió un tiempo prudente, porque el 24 de abril del 1965, facilitaron un golpe de Estado al Triunvirato y al gobierno de Donald Reid Cabral. La población demandaba el retorno del profesor Juan Bosch y a la Constitución de 1963, esto conllevó en 1965 a una guerra civil. En el año 1966 se realizan elecciones donde participan el Profesor Juan Bosch y el Doctor Joaquín Balaguer, pero de forma extraña y dudosa,  resulta ganador de la presidencia el Doctor Joaquín Balaguer Ricardo, se establece un gobierno de carácter conservador, generador de un vacío político y a cuya sombra medró una clase industrial que logró mantener a las clases medias al margen del ámbito político con el pretexto de la escasa honra que cabe a la actividad política.

La década del 70 trajo grandes cambios para la República Dominicana. Se desarrollaron nuevas tendencias sociales y políticas, al tiempo que surgió una nueva burguesía y se afianzó en el poder  Joaquín Balaguer en funciones de gobierno desde el año 1966. Fue también una década, sobre todo en el transcurso de su primera mitad, en la cual la juventud dominicana fue objeto de muy severas represiones, en un contexto de efervescencia social y política marcado por las propuestas alternativas de la izquierda, particularmente las de un PRD de nuevo liderazgo en la figura de José Francisco Peña Gómez. Juan Bosch abandonó esa organización para fundar en 1973,  el PLD e iniciar así una contrapropuesta de estructura organizacional disciplinada y consistente en un partido de cuadros bien dotados intelectualmente en teoría social, política y económica, así como en condiciones de representar una especie de reserva moral del pueblo dominicano.

Estos fueron años de grandes tensiones sociales y políticas en todo el continente latinoamericano incluyendo a la República Dominicana. Estados Unidos aplicó sistemáticamente una política de contención frente a la expansión del socialismo, que desde la década del 40 venía conformando el grueso de los ideales populistas y que alcanzó un nuevo pico a mediados y finales de los años 70, como ocurrió, por ejemplo, con el triunfo sandinista en Nicaragua. El panorama general, con todo, estuvo marcado por dictaduras mililitares (en Guatemala, Chile, Argentina, Brasil…) cuyos objetivos eran completamente antisocialistas.

En nuestro país,  la década del 70 representó el final de los primeros doce años de Balaguer y el acceso del PRD a la condición de partido mayoritario, caracterizado por un abultado tren administrativo, la generación de déficit fiscal y una nueva y escalante dependencia respecto del FMI, que tuvo su momento de mayor tensión tras la firma en abril de 1984 de un acuerdo que produjo un repentino encarecimiento de la canasta básica.

La década de los 90 estuvo caracterizada por el final de la URSS y por el auge de los Estados Unidos como instancia hegemónica en el mapa de las relaciones internacionales. Desde el punto de vista monetario, resultó decisiva para la República Dominicana su inserción en el contexto internacional, muy en especial durante los años finales del último gobierno de Balaguer (1992-1996), lo que inició el rumbo hacia una globalización que habría de servir como pie de amigo para el primer gobierno del PLD, caracterizado por un esfuerzo de inmersión en la comunidad internacional.

El PLD había surgido como alternativa política viable y así lo demostró su popularidad en los comicios del año 1990. Sin embargo, al desvanecerse la lucidez de Bosch y con el liderazgo perredeísta de José Francisco Peña Gómez, éste se perfiló en las elecciones de 1994 como posible ganador. Las denuncias ante la comunidad internacional y las presiones de la OEA, condujeron al convenio de dos años de gobierno de Balaguer y al compromiso de modificación de la Constitución y de la Ley Electoral, lo que trajo una coyuntura denominada Frente Patriótico, alianza política de dos partidos antagonistas que, en el contexto constitucional, resultaba cuestionable.

El Frente Patriótico abrió las puertas del poder al PLD y representó el ocaso de los liderazgos en vigencia desde los años 70. Bosch se retiró de la política en 1994 y Peña Gómez sucumbió al cáncer en 1998, siendo su muerte catalizadora de la victoria del PRD en el 2000. La nueva fórmula alejó al país de la comunidad internacional y lo acercó más a un Estados Unidos que apostaba al libre comercio,  como fórmula de integración política, jurídica y comercial de los Estados integrantes del continente americano.

La primera década del nuevo siglo también significó un replanteamiento de la izquierda en América Latina, con nuevos liderazgos en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que prometían la nacionalización de empresas capitalizadas y de empresas que explotaban y comercializaban recursos naturales, así como la integración social de las masas marginadas a través de la educación. Fue el inicio de la creación de un nuevo eje en las relaciones internacionales de América Latina, surgiendo el ALBA y PETROCARIBE y dándose propuestas nuevas como UNASUR y, posteriormente, la CELAC.

A partir del año 2004 pudo percibirse la polarización de los intereses geoestratégicos vinculados a los liderazgos de Venezuela, Argentina y Brasil, país este último con una agresiva política de inversión en el extranjero que se expandió por toda América del Sur, Centroamérica y el Caribe, hasta llegar a los Estados Unidos de América, donde la firma carioca se vio acusada de corrupción en un caso federal.

El caso Odebrecht plantea al gobierno dominicano un gran desafío y la posibilidad de reestructurar sus objetivos de gobierno y de crear un antecedente político que posibilite un porvenir solvente del pueblo dominicano; además, ofrece a la juventud la posibilidad de exigir legítimamente justicia, no sólo como movimiento de protesta y, por  tanto, meramente reactivo, sino con la mirada puesta en aquellos logros de educación, de salud y de seguridad que esta sociedad necesita y que irán dando cuerpo al desarrollo de la nación. De la nación dominicana depende mantener los logros obtenidos, fortalecer las instituciones del Estado y perfeccionar nuestra democracia.