El origen de esta nueva crisis de la deuda pública que se avecina comenzó en los últimos años del Siglo XX. La justificaron con que el país tenía muy poca deuda, después con la idea de realizar proyectos con préstamos de bancos internacionales y luego con emisiones de bonos soberanos. Anteriormente los proyectos se financiaban con los organismos internacionales, como el Banco Mundial, el BID y otras agencias. Pero todo cambió.
I. Deuda del Gobierno Central
De 1996 en adelante, la situación de la deuda y su perfil comenzó a cambiar, debido a la contratación de préstamos de bancos privados para realizar obras públicas. Esto cambió los montos de los créditos, pero más importante el perfil — plazos más cortos y altos intereses — y cambió el origen de la deuda externa. Los próximos gobiernos comenzaron otra nosiva política, la de financiar gastos con bonos soberanos.
Gradualmente, se creó una dependencia de los ingresos externos, los gobiernos comenzaron a financiar con bonos soberanos hasta parte del gasto corriente del Presupuesto Nacional, el pago de intereses anuales y parte del servicio de la deuda pública. La mayoría de las obras públicas comenzaron a ejecutarse con créditos bilaterales de gobiernos y de la banca privada, con emisiones de bonos soberanos y cada vez menos de los préstamos por proyectos de los organismos multilaterales.
Empezó también la era del endeudamiento constante con bonos soberanos y con bonos y letras de deuda interna. Llevamos once años financiando el déficit presupuestario y los intereses con más deudas anuales. Es decir, se cambió el perfil de la deuda en casi veinte años, y se condenó a la economía y a los gobiernos a depender de un círculo vicioso de endeudamiento. Un fenómeno peligroso a mediano plazo, pues tiene sus consecuencias.
El gravísimo resultado de esta agresiva carrera de endeudamiento, de fatales consecuencias para la economía y hasta la soberanía de la nación, es el abrupto cambio del perfil de la deuda externa. Por ejemplo, el gran cambio negativo ha sido el siguiente:
1. Para finales de 1996, el total de la deuda externa ascendía a US$ 3,814.8 millones, sin incluir la deuda interna. De estos US$ 1,196.8 millones o el 31.4 % eran de organismos multilaterales, US$ 1,798.5 millones o 47 % bilaterales, US$ 819 millones de fuentes privadas, banca y suplidores. Un excelente perfil de la deuda.
2. A diciembre de 2000 la deuda total ascendió a US$ 3,682.1 millones y US$ 465.7 era deuda interna. El 33.7 % de la deuda provenía de organismos internacionales, el 47.3 % de bilaterales entre gobiernos, el 17.8 % con la banca privada, y cero deudas de bonos.
3. Para finales de 2004, la deuda global aumentó un 78 % a US$ 6,585.0 millones. La nueva composición concluyó muy diferente: el 31.1 % de los organismos internacionales (bajó de 33.7 %), el 37.5 % es bilateral-gobiernos (cayó 10 puntos a 47.3%), el 12.5% con la banca privada y el 17 % con los bonos soberanos, el nuevo fenómeno de endeudamiento.
4. Para finales del 2008, la deuda aumentó en 70 % en cuatro años a US$ 11,219.3 millones; US$ 7,218.8 millones externa y US$ 4,000.4 millones la interna o el 36 % del total. Los préstamos de organismos multilaterales bajaron a 16 %, la deuda bilateral aumentó a 33 % con la entrada de Petrocaribe, los bonos soberanos ascendieron a US$ 1,283.7 millones, o el 11.4 % de la deuda. El nuevo fenómeno fue la deuda interna que aumentó a US$ 4,000.4 millones.
5. Para el 2012 la situación del monto de la deuda empeoró mucho y el perfil quedó condenado para financiar el desbordado déficit fiscal de 7.2 % del PIB de ese año. La deuda total subió un 73 %, a US$ 19,463.3 millones, desglosado US$ 12,871.6 millones de deuda externa y US$ 6,591.7 millones de interna. La deuda de organismos internacionales subió a 22 % del total, la bilateral representó el 29 %, pero la mitad de la misma incluía a Petrocaribe. Las bonos soberanos llegaron a US$ 2,466.6 millones o 13 % de la deuda pública global y el 19 % de la deuda externa. En cuatro años esto cambiaría radicalmente.
6. Para finales de 2016, la situación del monto y perfil de la deuda pública se ha tornado peligroso. El total de la deuda aumentó en 38 %, a US$ 26,757.3 millones, desglosados en US$ 17,399.3 millones externos y US$ 9,538.3 millones internos o el 36 % del total. La deuda multilateral bajó a 16 % del 33 %, algo muy negativo. La bilateral bajó notablemente a 9.3 % del total, después de la recompra de Petrocaribe. Sin embargo, la deuda por bonos soberanos aumentó abruptamente a US$ 10,004.4 millones, o el 37 % del total y el 57 % de la deuda externa. Una cifra muy elevada que genera vulnerabilidad.
Las emisiones de bonos en dólares, de mediano y largo plazo, se utilizan para financiar el mismo servicio de la deuda y el déficit fiscal presupuestario. Los bonos no están vinculados a proyectos de desarrollo o creación de riqueza y empleos. Se pagan o reenganchan a término y su interés es moderado, según el mercado. No se amortizan anualmente. Su costo y rendimiento dependen de la evolución de los mercados, las tasas de interés y la viabilidad fiscal interna y el entorno macroeconómico.
Por otro lado, la deuda interna se ha convertido en un nuevo fenómeno financiero-fiscal. La deuda interna asciende a US$ 9,985.6 millones, a julio de 2017, que representa el 36 % del total de la deuda. Y dentro de esta suma el equivalente a US$ 6,600.0 millones o el 66 %, lo representan los bonos en pesos emitidos por Hacienda. Están emisiones de bonos conllevan ciertas delicadezas, pues son colocadas principalmente a bancos, puestos de bolsas, fondos de pensiones, compañías de seguros e inversionistas individuales. Realizan muchas operaciones previlegiadas y atractivas, ayudando a financiar al Gobierno. La sensibilidad de la tasa de interés es algo bien delicado, frente al futuro cuadro fiscal-deuda.
Como consecuencia de estas acumulaciones, en el Presupuesto Nacional de 2017, el 33 % de los ingresos ordinarios se utilizarán para pagar el servicio de la deuda pública; RD$ 86,992.3 millones, o US$ 1,803.3 millones para pago de aplicaciones financieras y para cubrir el déficit fiscal RD$ 84,893.9 millones o US$ 1,759.8 millones. Por otro lado, para el pago de los intereses de la deuda se destinarán RD$ 114,865 millones, que representan el 22 % de los ingresos ordinarios del Presupuesto. Una proporción que entra en el umbral de lo insostenible a mediano plazo.
II. Deuda del Banco Central de Valores en Circulación
Al pasivo del Gobierno Central hay que agregarle la deuda del Banco Central por sus constantes emisiones de Certificados Financieros, que comenzaron cuando la crisis bancaria de 2003, que en su momento ascendió a RD$ 89,500.0 millones a agosto de 2004. Dicha suma se ha multiplicado por seis en 14 años, al aumentar de forma constante hasta RD$ 479,034.5 millones, o la cifra de US$ 10,085.0 millones, al 4 de septiembre de 2017.
Es un tema de política monetaria y de deuda muy preocupante, del cual pocos hablan o escriben. El Banco Central no ha explicado el por qué de esta dependencia de emisiones permanentes, aunque es secreto a vox populi. En efecto, esta suma vigente de Valores en Circulación de RD$ 479,034.5 millones, (US$ 10,085.0 MM) esta por encima al monto de emision global establecido en la Ley de Capitalización del Banco Central y no se conoce un plan de regularización o disminución de esta bola de nieve en crescendo.
Por otro lado, el Gobierno no ha podido cumplir, ni creo que cumplirá, por su déficit fiscal crónico, en erogar y entregar al Banco Central la suma asignada para el pago de los interes de las emisiones de bonos de recapitalización. En resumen, todo el amplio tema de las emisiones de valores del Banco Central, los intereses, el déficit cuasi fiscal y la superada Ley de Capitalización, es un tópico que habrá que afrontar rápido.
III. Deuda Consolidada Pública
En resumen, a la deuda del Gobierno Central, hay que sumarle la del Banco Central, para obtener la deuda consolidada nacional que asciende US$ 38,994.0 millones. Esta es la cifra global de RD$ 38,994.0 millones, proviene de sumar US$ 28,859.3 millones de deuda pública al 17 de julio de 2017, más los US$ 10,085.0 millones, de Valores en Circulación del Banco Central. Esto sin contar la deuda comercial flotante, pagos a contratistas, deudas de sector eléctrico y otros pasivos, que pueden llegar a US$ 2,000 millones más.
Este pasivo consolidado es la real deuda de la nación. Todo pago de intereses y capital provendrá del tesoro público, el Presupuesto del Estado, sea en erogaciones de intereses, capital en efectivo, o mediante emisiones canjeadas de bonos internos. Pero, al final, es lo mismo, todo pago o amortización sale de los impuestos pagados por los contribuyentes.
En la Nota de Prensa del Fondo Monetario Internacional de agosto de 2017, señaló que el déficit fiscal consolidado ascendería a 4.9 % del PIB y la deuda consolidada al 52 % a finales de 2017. Sienten preocupación por la situación fiscal, por el aumento de la deuda pública y la rigidez presupuestaria y el anclaje de la tasa de cambio. Recomiendan flexibilidad cambiaria y real reforma y consolidación fiscal, no solo medidas cosméticas.
Si hacemos una simple proyección de esta trayectoria de deuda a diez o veinte años, será fácil reconocer que tendremos un tranque fiscal y manejo de la deuda pública. En los últimos cuatro años, la deuda neta anual, aumentó en US$ 1,823 millones cada año. Este monto crecerá y en diez años sumarán US$ 21,876 millones adicionales netos, encima de la actual deuda consolidada. Podría ser una cifra diferente, pero no demasiado.
Para comprender mejor la limitaciones presupuestarias que cada vez tenemos más graves, basta recordar que el gasto corriente representa el 80 % de total del Presupuesto Nacional. El pago de intereses anuales representa el 22 % de los ingresos ordinarios. Para el Presupuesto del 2017, la partida de Remuneraciones asciende a RD$ 155,085 millones, que representa el 30 % de los ingresos ordinarios. Igual, la partida de Contraciones de Bienes y Servicios es RD$ 75,492 millones, el 14.5 % de los ingresos ordinarios.
Con la venta de los valores del Banco Central y los bonos de Hacienda, hay una situación potencialmente delicada. La gran mayoría de las inversiones en Certificados son realizadas por los bancos, fondos de pensiones, empresas de seguros y puestos de bolsas. La concentración es elevadísima, como el 70 % de las emisiones. Igual sucede con las emisiones de bonos en pesos de Hacienda, son los mismos intermediarios financieros, lo que principalmente las compran. Todo esto hace este mercado muy sensible a la viabilidad fiscal y al movimiento de las tasas de intereses. Otro ejemplo de concentración es la elevada inversión de las AFP´s de 74 % en valores del Banco Central y bonos de Hacienda.
Es decir, la concentración de inversiones privadas de entidades financieras en títulos públicos es muy grande, producto de falta de un real mercado de capitales de proyectos y venta de acciones y por las regulaciones tan exigentes. Los ahorros se concentran en reciclaje de valores, y muy poco en proyectos de generación de riqueza y empleos.
Dependemos cada año de financiamiento bruto externo de RD$ 171,886 millones o US$ 3,563 millones, para pagar el servicio de la deuda y financiar obras y el déficit fiscal de RD$ 84,893 millones, el 2.3 % del PIB. Por tanto, dependemos de la votalidad de los mercados de capitales y las tasas de intereses y la situación económica interna y externa. Es decir, entramos en una zona de sensiblidad, lo que será más difícil y limitado cada año, en particular después del mega-escándalo de Odebrecht y el entorno político doméstico.
IV. Soluciones Posibles
Como se aprecia, cada vez es más necesario que el gobierno acepte la realidad económica y junto con la sociedad civil, estudie y busque reales y profundas reformas estructurales. Sería irresponsable seguir negando el delicado panorama fiscal y de deuda que crece.
Para mí hay soluciones a estos graves problemas, pero requieren de un cambio serio de política fiscal y monetaria y un cambio de la política de Estado y de dimensión del gobierno y su burocracia hipertrofiada. Los cinco sectores que hay que reformar y solucionar son:
1) La realización de una reforma fiscal integral, que reduzca los gastos, reestructure el tamaño del Estado, aumente los ingresos y racionalice los incentivos.
2) Solucionar a largo plazo el complejo tema de la deuda de los Certificados del Banco Central, desmontando sus montos por escalas y bajando déficit cuasi fiscal.
3) Solucionar el problema financiero del sector eléctrico mediante un real acuerdo y firma del Pacto Eléctrico para reducir los costos, reducir subsidios y mejorar eficiencia.
4) Relanzar los sectores productivos, industrial, agrícola y de servicios, basado en un modelo de exportación, con énfasis en una mayor producción y créditos por proyectos.
5. Logrando un nuevo Pacto Social, con visión de cohesión y mejorando el salario real, incluyendo reformas de la ley de seguridad social y los fondos de pensiones.
Pero se necesita un gobierno que con firmeza comience a poner la casa en orden y reordene el Estado y su Presupuesto, con ajustes por los ingresos y por los gastos. Se deberá achicar el aparato burocrático estatal, duplicado y saturado de botellas y clientelismos. Creo que el país no aguanta más desordenes y problemas económicos. Estimo es el momento de enfrentar la realidad y realizar las reformas estructurales que necesita la economía y la nación, o lo lamentaremos mucho en el futuro.