Se cumple una semana del fatídico terremoto de 9.0 en la escala de Richter que azotó al hermano pueblo de Japón. Este ha sido el terremoto más fuerte que ha castigado esta isla, provocando un tsunami con olas de hasta 10 metros de altura; llevándose de encuentro miles de vidas, vehículos, casas y hasta edificios; las pérdidas de este desastre se estiman que podrían alcanzar los 200,000 millones de dólares.

Japón en la actualidad es la tercera potencia económica mundial, utilizando para abastecerse de energía en gran medida su medio centenar de centrales nucleares. En medio de esta catástrofe natural, se han visto afectado algunas de estas, poniendo en vilo no solo al pueblo nipón sino al resto del mundo por la posible catástrofe nuclear como ocurrió en Chernóbil (Ucrania) en el 1986.

Un caso concreto es el de Fukushima, donde luego de la explosión de los reactores que estaban en funcionamiento durante el tsunami, ha desatado la atención de las autoridades ordenando evacuar a los habitantes que circundan la central en un radio de 30 kilómetros dada la posibilidad de fugas radioactivas; otra de las amenazas es el posible apagón general producto de los recortes de suministros, que podrían afectar a mas de 10 millones de hogares.  

Ante este desastre económico y medioambiental de marca mayor; el cese del  funcionamiento de estas plantas, advierten una fuerte desaceleración de la economía japonesa para el segundo semestre del año. Es importante la colaboración técnica entre las principales potencias nucleares del mundo, en aras de que se resuelva esta situación lo más rápido posible y conteniendo el numero de víctimas mortales. El futuro de Japón depende de la eficacia con que se resuelva este asunto.