Cuando los productores de programas de la televisión dominicana percibidos como lideres pegan el grito al cielo por lo que consideran “una situación difícil por la que atraviesa el negocio de la televisión  en estos momentos”, es tiempo de buscar las soluciones pertinentes para la preservación y el sostenimiento de este importante sector de nuestra economía.

En este aspecto la historia se repite si tomamos en cuenta los esfuerzos que se han  hecho previamente en pos de la unificación de los productores de programas locales para la televisión y la puesta en vigencia de reglamentos y normas que regulen el ejercicio de la comunicación a nivel nacional.

Se recuerda el viaje a Brasil de los directivos de Adomprotel la entonces recién constituida asociación de productores de televisión, dirigida en esa ocasión por el fenecido productor Freddy Beras Goico, primer presidente de la entidad, acompañado por Fernando Hasbún, Alicia Ortega, de SIN del canal 7 y Roberto Cavada, de Telesistema Canal 11, respondiendo a una invitación que les girara el entonces presidente de la República, Dr. Leonel Fernández.

Este esfuerzo, como muchos otros, no ha tenido resultados positivos en razón de que la entidad ha sufrido del “síndrome de la dispersión clasista” que ha atacado a prácticamente todas las organizaciones de clase del país, convirtiéndolas en entes disfuncionales.

Pero más allá de la legítima queja externada por Milagros Germán, Jochy Santos, Augusto Guerrero y, Domingo Bermúdez, vicepresidente de la televisora Color Visión, se debe abordar a la publicidad comercial en su dimensión integral, tal como hemos indicado en ocasiones anteriores, siendo oportuno señalar los cambios paradigmáticos habidos en este Siglo XXI en la industria y el comercio, así como en el manejo de los medios de comunicación en sentido general.

Debido a estos cambios ha ganado tanto terreno en otros mercados el concepto de la conformación del CONAR o Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria, tomándose como fundamento para su adecuación el hecho de que las normas, las reglas y las limitaciones que deben regir el ejercicio de esta función sean impuestas orgánicamente por los sectores fundamentales que intervienen en su aplicación.

Los ejemplos y los modelos a seguir abundan en toda Latinoamérica. En México, para citar solo un caso, el Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria CONAR A.C., es un organismo autónomo de la iniciativa privada, creado hace más de una década por anunciantes, Agencias de Publicidad y/o Comunicación, Asociaciones y medios de Comunicación, con el fin de fungir como conciliador en controversias de índole publicitario, dictando resoluciones basadas en un Código de Ética Publicitario.

Los organismos de Autorregulación Publicitaria que operan en varios países son creados por la industria como asociaciones independientes al gobierno con un interés específico y autonomía para la toma de decisiones. Reflejan la responsabilidad moral de la industria por regular sus mensajes. Son imparciales y transparentes en sus decisiones y atienden a todos los involucrados en el quehacer publicitario: anunciantes, agencias, medios, consumidores y autoridades.