El pasado 10 de diciembre, en una conferencia con motivo de la obtención de un Doctorado Honoris Causa, la filósofa norteamericana Martha Nussbaum retomó el tema de su texto Sin fines de lucro, referente a la crisis global de la educación.

La misma se refiere a la crisis espiritual generada por la globalización de un paradigma educativo que margina o excluye los saberes entendidos como “inútiles” para aumentar la riqueza material.

Al hacerlo, sus defensores propugnan por la construcción de una sociedad donde la mayoría de sus habitantes serán trabajadores aplicados y eficientes, pero incapaces de cuestionar las decisiones de sus gobernantes. Una sociedad de enajenados dedicados la mayor parte de su vida a trabajar para obtener un salario que les permita consumir lo que el sistema propagandístico les incita a comprar.

La actitud crítica es fundamental para el crecimiento del conocimiento y el desarrollo de una sociedad democrática. Si somos acríticos, la aceptación de las creencias y las teorías se basa en criterios de elección poco razonables e ineficaces como: la fuerza, el criterio de autoridad o la apelación a la popularidad.

Y si somos acríticos, la sociedad pierde los espacios de debate necesarios para llegar a los consensos racionales sobre las decisiones que deben llevarse a cabo para beneficio general de la ciudadanía.

De ahí, la importancia de ejercitar la criticidad y el crimen de no fomentarla. Para hacerlo, las humanidades son indispensables, porque su cultivo nos lleva a entrar en contacto con las tradiciones de pensamiento que han fundado nuestras formas de ver el mundo, llevándonos a interrogarnos sobre la justificación de las creencias, valores y normas que regulan nuestras formas de vida.

Como ha señalado Nussbaum, si continúa la peligrosa tendencia de valorar los saberes solo en función de su utilidad, seremos testigos de una sociedad de ciudadanos mutilados, incapaces de tener independencia de criterio, de analizar el legado de su cultura, de captar el sentido de las relaciones que nos vinculan y con ello, incapaces de sostener una coexistencia humana auténtica.