(Vamos a generalizar, porque las excepciones no merecen ser contadas) Las imprentas, por lo regular manchadas de grasa de frito con salami, que nosotros como tercermundistas al fin solemos llamar editoras se las están viendo difícil. Pero la culpa amigos míos es íntegramente suya. Las “casas editoriales” abusaron y capitalizaron, exitosamente, de un medio que sabían que iba a colapsar. Al igual que los jeques texanos del petróleo o nuestras compañías telefónicas o los cines, inflaron las facturas hasta que el CLIENTE asfixiado explotó. De entre los errores comerciales que cometieron estas imprentas, de poca o mala muerte, aquí se citan tres:
Primero: olvidaron al lector como comprador, como público y como ente pensante que merece respeto. ¿Marketing? Dudo que esa palabra se use mucho en esos medios a no ser que se utilice como sinónimo para cuando se quiere arrumbar en una librería y de paso figurear y hacer relaciones públicas en una “puesta en circulación”. A las editoras, a los cientos de editoras que hay que son muchas más que escritores, no les importa si alguien lee o no el libro que acaban de lanzar, porque de eso SE TIENE que encargar el autor.
Segundamente tratan la Obra como el ajo de Constanza (símil con derechos reservados por la familia Peña) porque lo que importa es la labor del editor un ser todo poderoso capaz de asumir que diagramar es más valioso que dejarse los sesos desparramados en un poemario. Querido editor (dos puntos): usted es un técnico de quinta como cualquier plomero, haga su trabajo y deje de endiosarse que de este lado sabemos lo que es “editar” y no es la gran cosa y mucho menos la labor de un artista. Su gusto amigo mío no es el de Gertrude Stein téngalo en claro.
Tercero: como el lector es solo un mito para las editoras de algún lado tienen que sacar las ganancias (porque es un negocio) y ¿de dónde las sacan? Oh maravilla, las ganancias vienen del autor. El autor desesperado por publicar escribe el libro, paga la impresión del libro a un precio exagerado y por último se dedica a trapecista para poder vender el libro ¿y que hacen en la editora? ¿Ponen una portada horrenda y qué más? Cuando yo sea grande quiero tener un negocio así y sentarme a esperar que alguien quiera pagarme por hacer mi trabajo y además me deje pisotearlo para que sepa que yo soy el jefe.
Aquí se ha publicado basura infinita, hay gente que pública varias veces al año simplemente porque aunque no tiene nada en la cabeza tiene bastante en el bolsillo. Pero no es de la calidad de tal o cual escrito de lo que se está hablando es de una estafa de proporciones bíblicas (sorry por la expresión). Un cliente es un cliente y alguien debe normar la calidad del producto que compra, pero ya está dicho aquí eso no sirve ni para la gasolina ni para el saldo telefónico ni para los asientos y las palomitas de maíz, mucho menos va a servir para un libro (producto de ultimísima necesidad).
Dejando de lado el espíritu del todo poderoso Ruis paso a contarles el porqué por fin ahora es que se las están viendo difícil, la respuesta es sencilla, una sola palabra: Internet. ¿Qué es lo único que tiene la “editora” que no tenga el autor? El contacto con la imprenta ¿y si no necesitas papel para qué necesitas la imprenta? Para nada. Quedarán algunos de la familia de los Saurios que se dejarán vender espejitos por oro pero la mayoría prefiere pagarse un blog gratuito a tener que verle la desfachatez a un divino y distinguido ejecutivo de una “editora”.
El (o la, depende de la corriente editorial) Internet ha remozado la situación comercial en más de una forma, en el caso de las grandes editoras (las que de verdad hacen su trabajo) les ha traído una duda adosada a un vientecillo frío de esos que se sienten por el espinazo. Esas editoriales (repito; las que de verdad hacen su trabajo) van a mantenerse en el mercado porque saben que el eBook no va a extinguir el libro y por tanto en vez de ver un obstáculo han descubierto una herramienta nueva y definitivamente más eficaz.