“Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.” (Lord Kelvin).
La pandemia causada por el COVID-19 tiene a gobiernos y a expertos ocupados en la búsqueda de estrategias para frenar la propagación del virus y salvar la economía de sus países. Una tercera preocupación es el impacto que ha tenido la crisis en los sistemas educativos en todo el mundo. En la República Dominicana, desde el inicio de las restricciones de asociación y circulación, reinó la incertidumbre con respecto a la finalización del año escolar 2019-2020.
Las escuelas públicas y los colegios en sectores de bajos ingresos se paralizaron; mientras, en los sectores con mayor nivel adquisitivo y acceso a recursos tecnológicos mantuvieron, en cierto modo, el contacto con sus estudiantes. Luego de consultas y viendo la realidad, el Ministerio de Educación finalmente dio por concluido el año escolar, ya que tenían cubierto aproximadamente el 70% del calendario académico. Actualmente, el ministro de educación a partir del próximo 16 de agosto, el Dr. Roberto Furcal, se encuentra escuchando todos los sectores y analizando junto a su equipo cuando y en qué condiciones iniciaría el año escolar 2020-2021.
En el caso de las Instituciones de Educación Superior (IES), en su mayoría respondieron con rapidez. Con la anuencia del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), abrazaron la educación a distancia para concluir el primer período académico del año. Dado el avance de la pandemia, para el segundo período, las IES mantuvieron la modalidad virtual para todos los procesos académicos de admisión, matriculación y docencia, avalados en una única circular del MESCyT sobre el tema, que dejó más preguntas que respuestas. Han pasado casi cinco meses, dos períodos académicos y en la mayoría de las IES ya se “planifica” y proyecta que lo que resta del año 2020 e inicios del 2021, se trabajará de forma virtual o semipresencial.
Lo preocupante, es que, hasta este momento, se desconoce si el MESCyT, o las IES de manera particular, han evaluado el impacto del cambio a la modalidad de educación a distancia. No sabemos, a ciencia cierta, cómo el cambio abrupto de modalidad educativa ha afectado a los más de 600 mil estudiantes y 17 mil docentes. Se desconoce qué tan efectivo ha sido el apoyo dado por cada una de las IES durante esta etapa a la comunidad académica. Es un misterio cómo la crisis sanitaria y el paso a la virtualidad han incidido en el acceso y en la calidad de la educación superior.
Me inquieta la apatía con que el MESCyT ha actuado frente a la crisis causada por la pandemia. Sin embargo, lo que más me preocupa es ver como las mismas instituciones, que por naturaleza están llamadas a la investigación y al desarrollo de conocimientos, no aprovechan esta gran oportunidad para medir el impacto de las estrategias, programas y decisiones que han tomado para enfrentar la crisis. Las evaluaciones de impacto permiten tomar decisiones informadas sobre si realmente se puede continuar, expandir, modificar o eliminar algún programa o estrategia de estas intervenciones.
¿Por qué no investigar, evaluar y medir el impacto de lo que se ha hecho en el sistema de educación superior? Me resisto a creer que el MESCyT y las IES en su mayoría, estén padeciendo de algunas de las razones para rechazar conducir una evaluación: creer saber qué funciona y qué no, percibir que el costo de la evaluación tiene más peso que los beneficios de esta o el miedo al impacto que podrían tener los resultados (Russ-Eft y Preskill, 2009).
La educación superior dominicana necesita dar un salto, pero no al vacío. El COVID-19 empujó a las IES al mundo virtual, para el que quizás, no estábamos preparados. Sin embargo, la complejidad y los problemas preexistentes del sistema educativo superior, sumados al caos por la crisis sanitaria, constituyen un recurso para el cambio. Este nuevo contexto educativo nos obliga a tener un nuevo entendimiento, que solo puede ser logrado con la evaluación, la información y la investigación (Morgan, 2006).
El caos y las fuerzas que nos atraen (o empujan) al cambio son naturales; pero el orden, también lo es. Apelo a la reflexión y a tomar las acciones que nos permitan tener un sistema educativo superior de calidad, como demanda y lo merece la República Dominicana. Espero que las nuevas autoridades del MESCyT, las que aún no han sido designadas, promuevan la investigación, la ciencia y la tecnología para reformar el propio sistema de educación superior y que este, en consecuencia, nos sirva realmente como fuente de conocimientos, progreso y desarrollo.