Antes de hablar de nuestra crisis debemos saber qué es una crisis. Según la RAE: “Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que éstos son apreciados”. Esta definición, además de señalar una situación que nos reta, también hace alusión a cómo la experimentemos o nos impacte. Las necesitamos para nuestra evolución. Solemos quejarnos de las crisis, pero es preciso descubrir el lado positivo que pudiera haber en una crisis. Cada vez que superas una crisis, te colocas en un nivel más alto de existencia.

Hemos tenido una gran evolución a nivel de nuestra realidad material, pero no en nuestra psiquis. No estamos logrando adaptarnos adecuadamente al mundo en que vivimos, eso es grave en términos evolutivos.

Hay que reconocer que para algunas personas la vida siempre será una crisis por su imposibilidad de fluir, de cambiar, de adaptarse.

Una crisis evidente es la que nosotros mismos hemos provocado en el Medio Ambiente. Nuestros conocimientos nos están permitiendo modificar la naturaleza, pero nuestra ambición e imperfecciones nos están llevando a modificarla más allá de lo aconsejable. No podemos esperar que sean los demás quienes se ocupen de que el desarrollo sea sostenible. La crisis económica es apenas la punta del iceberg.

Nos cuesta aceptar que siempre tendremos problemas, pero lo importante es que continuamente desarrollemos nuestras capacidades para poder enfrentarlos exitosamente. Tres opciones tienes ante las tormentas: te resignas con humildad a que te impacten, perfeccionas tus condiciones para resistirlas o aprendes a volar por encima de ellas.

Uno de los aspectos en que estamos siendo afectados es en nuestra efectividad, nos dejamos convencer de que nada puede hacerse y las masas nos catalogan de ingenuos cada vez que intentamos superarla, porque parte de la crisis es el creer que rendirse es meritorio. La forma de enfrentar la crisis no es negándola o echando la carga a los demás (tus padres, tu jefe, el gobierno), sino analizando tus posibilidades y sin perder la esperanza asumir una postura estratégica. Lo terrible de una crisis no es que caigas, sino que no vuelvas a levantarte.

Para nuestra proyección social tendemos a seguir lo que dicen o hacen los demás sin escuchar nuestra voz interior, menospreciando nuestra individualidad. Es decir, la opinión de los demás, si parece tener muchos adeptos, podría hacernos ignorar nuestro propio punto de vista. Ciertamente la capacidad de adaptarse a la sociedad es una de las referencias de la salud mental, pero un cambio necesario podría venir de ti y si te limitas a imitar, sólo lograremos más de lo mismo. Ignorar nuestro potencial afecta grandemente nuestra facultad creativa.

No tiene sentido mantener situaciones que nos estén perjudicando, en lugar de hacer transformaciones substanciales a situaciones obsoletas. El concepto de obsolescencia aquí no viene dado en función del tiempo de existencia, sino en función de la poca utilidad o efectividad de algo. Lo antiguo pero eficiente no necesita ser substituido por algo novedoso que no muestre ventajas (usualmente a mayor costo). Tampoco la norma debe ser el “siempre ha sido así” o “todos lo hacen”. La pregunta deberá ser: ¿está resultando o no?

Tenemos también crisis a nivel afectivo. Se podría pensar que lo mejor es no amar, ya que podría limitarnos. Buscar el sexo sin compromisos, ver a los valores espirituales o morales como un estorbo, “cogerlo suave”, la indiferencia social, la vida “plástica” o “Light”, etc. No tener hijos, no casarnos, que nuestros viejos los maneje el asilo, que otros resuelvan los problemas, abandonar al enfermo, etc. Esas conductas intentan evitar compromisos y curiosamente entre aquellos que lo logran, tienden a aumentar las crisis mentales y la tasa de suicidios.

Somos energía, y una vida egoísta, provoca una especie de fuerza centrípeta que nos impide fluir en el Universo. El verdadero poder del hombre se manifiesta cuando su flujo energético interacciona y transforma su entorno, mediante una proyección centrífuga (dando recibimos). Por técnico que pueda parecer lo antes dicho, es exactamente lo que intentaron explicarnos las Sagradas Escrituras durante siglos.

Muchos aspectos de la humanidad que han estado distanciados y hasta enfrentados, ahora requieren integrarse armónicamente.

Los hechos pasados no los puedes cambiar, pero tal vez no has descubierto cómo desarrollar la actitud correcta ante ellos. La situación futura tampoco la puedes cambiar, porque no existe. Solamente dispones del presente para modificarte a ti y tus circunstancias. No existe crisis sin salida, pero en ocasiones sólo puedes superarlas pasando a otro plano de existencia, y cuando de verdad se necesite, lo harás.

Aunque el mundo fuera como crees que debe ser, si pierdes la facultad de adaptarte armónicamente a tu realidad, nunca te resultará suficiente.