La clase política norteamericana, con Obama a la cabeza, creó en el 2009 una comisión ligada al congreso para investigar acciones ilegales o criminales de la industria financiera. El informe concluyó, luego de entrevistar a más de 700 especialistas, que la crisis financiera que perjudicó al mundo capitalista pudo haberse impedido. 

Nuestras sociedades vivirían en paz si ese tipo de procedimientos se implantaran permanentemente tipificando el crimen económico. ¿Es posible tanta belleza? 

Sí y no. En teoría vivimos una democracia económica y política. Sin embargo, no existe regulación de mercados donde esos mercados estén al servicio de la sociedad, cuando debería ser al contrario.  Pero imputar al mercado exclusivamente es quedarse en la superficie.  Hay responsables: personas e instituciones concretas que defienden desbloqueo de controles. Personas de carne y hueso que perpetran estos crímenes económicos. 

El concepto viene siendo usado desde los años 1950, el economista neoclásico y premio Nobel, Gary Becker, implantó su "teoría del crimen" en nivel microeconómico. Para Becker, la perspectiva de que individuo cometa un crimen depende del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. En nivel macroeconómico, el concepto fue usado en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y por el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que encaminaron gravísimos importes sociales a África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-1998) y Europa del Este. 

¿Utopía? No. Islandia es un antecedente. En vez de desembarazar a los banqueros que hundieron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009, el gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda fue suspenso. Islandia no socializó las pérdidas como están haciendo países como España, pero decidió aceptar que los responsables fueran sancionados y que sus bancos quebraran. 

Toda vez que oigo sobre crecimiento y estabilidad macroeconómica, incluso comparativamente en iguales o mejores condiciones que USA, es seguro que solo sirve para proteger fortunas y guardar futuro de las cuentas bancarias de los delincuentes de cuello blanco. 

Los países del primer mundo están dirigiendo la vista hacia nosotros y les preocupa tanta desfachatez de nuestra clase gobernante, pero eso solo ocurre porque ahora nuestra crisis es una piedrecita en el zapato.