"Crimen y Castigo" de Gary Becker es uno de los artículos más citados en la llamada Escuela Económica del Derecho. La popularidad incuestionable de sus argumentos y conclusiones descansa en su sintonía con el sentido común. El delito es tan antiguo como la humanidad y explicaciones sobre sus causas, consecuencias y formas de evitarlo se encuentran en cada período de la historia. Becker fue pionero en sistematizar sus ideas en el paradigma matemático positivista que todavía domina esa ciencia, reconocimiento que fue destacado cuando se le otorgó el Premio Nobel de Economía.
El autor parte de establecer una función con las variables que explican la conducta del criminal a nivel individual, que se asume realiza un análisis racional de costo-beneficio sobre la actividad delictiva. Ofrece también las funciones para determinar el valor neto del "daño social" y propone las variables más importantes de las actividades para castigar el crimen. Todas las engrana en un modelo de optimización donde conclusiones cristalinas se derivan de una compleja derivación matemática, tal vez, innecesaria.
Sobre el robo agravado, desgracia nuestra de cada día, Becker ofrece estadísticas sobre las probabilidades de arresto y condena en el año 1960, en los Estados Unidos. De las ofensas conocidas, es decir, las reportadas a la policía y sobre las cuales se tenía expediente de investigación abierto, las personas que fueron detenidas representaban el 27.3% de los casos. En otras palabras, de cada 100 casos de robos agravados la respuesta de la policía a 73 de las víctimas era "las investigaciones continúan y están en proceso avanzado". De los "imputados", término que felizmente importaríamos a nuestra legislación penal décadas después, el porcentaje de los que fueron condenados fue apenas de 16.1%. Ambos porcentajes tan reducidos en apresar y condenar a los delincuentes, lógicamente, son tomados en cuenta por los individuos a la hora de tomar la decisión de delinquir.
Gary Becker presenta de esta manera la función de "oferta" de delitos u ofensas criminales por una persona. Oj = Oj (Pj, Fj, Uj), donde Oj es el número de delitos y depende de la probabilidad de ser capturado por la policía (Pj) y el castigo que recibirá de ser procesado y condenado (Fj). Como es de esperar, el número de crímenes disminuye si aumentan ambas variables. Uj resume otras variables como el ingreso disponible en actividades legales o mejoramiento de oferta educativa o entrenamiento.
Con respecto al costo de apresar y condenar delincuentes, Becker establece que "mientras más se gaste en policías, personal del servicio judicial y equipos especializados, más fácil será descubrir las ofensas y condenar a los perpetradores". Lo formaliza como una función matemática y la incorpora en su modelo. El laureado economista abraza aquí la manida idea de que el problema de la calidad en éste servicio público es un tema de recursos. Este planteamiento es refutado por economistas que piensan que si están amparados en un monopolio gubernamental, administrados por una burocracia con su propia agenda, serán ineficientes a cualquier nivel de presupuesto. Murray Rothbard, en "The Libertarian Manifesto", abogaba para esa misma época por la privatización de los servicios policiales, procesos judiciales por selección de árbitros privados, sin la presencia de jueces, fiscales o la conscripción de jurados, y un porcentaje de "zero, zip, nada" para la educación pública.