En este período que vive nuestro país, de “lucha contra la corrupción e impunidad” y el desenlace de las diferentes denuncias en contra de personas creía yo eran culpables, digo lo siguiente:
Creo en la Justicia Dominicana. Creo en la imparcialidad de los jueces de las Altas Cortes. Creo en la transparencia que gozó el proceso de elección de éstos. Creo que ninguno responden a intereses o a una persona en particular. Creo que vivimos una democracia envidiable. Creo que la Policía Nacional es la más pulcra del mundo. Creo que los cargos en el Estado son por mérito, no por pertenecer a un partido, compromisos personales o por ser amigo del encargado. Creo que los que “persiguen a los corruptos” son unos envidiosos. Creo en la inocencia de los señalados. Creo en la honorabilidad de nuestros congresistas. Creo en la integridad de todos nuestros funcionarios sin importar jerarquía. Creo que somos superiores a los prietos de al lado, pero inferiores a los blancos del otro lado del charco. Creo que todas las noticias están manipuladas y malintencionadas. Creo que somos un Estado exitoso y ejemplar.
Eso me aconsejó mi mamá la semana pasada que creyera para mi tranquilidad y felicidad. Me he llevado de su sabio consejo y desde entonces estoy contento y satisfecho.