La credibilidad, especie en extinción en la República Dominicana. Generalmente, las instituciones más importantes del país son cada vez menos creíbles. Entre los más desacreditados están, los partidos políticos, Poder Judicial, Congreso Nacional, Junta Central Electoral, Fuerzas Armadas, y la Policía Nacional. Las iglesias católicas, las evangélicas y los Medios de Comunicación son quienes están “un chin” mejor paradas. Pero igual, están a la deriva.

En efecto, el propio Colegio Dominicano de Periodistas ofreció la información en el “Análisis del Desarrollo Mediático en República Dominicana”. El estudio se basa “en la aplicación de los Indicadores de Desarrollo Mediático de la UNESCO”, como parte del “Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación, PIDC”. El equipo investigador lo encabezaron los periodistas Olivo de León, Coordinador general y Adalberto Grullón, Coordinador y relator.

Uno de los instrumentos de recolección de información fue “La Encuesta Nacional sobre la credibilidad e importancia de los medios de comunicación en la República Dominicana”. La muestra comprendió un universo de 1200 personas a nivel nacional.

En su mayoría, la gente se conforma con cualquier cosa. Igual sucede con las organizaciones. El CDP está contento porque según la citada encuesta, solamente la Iglesia Católica supera a los medios de comunicación en credibilidad.

Al preguntar si cree mucho en estas instituciones el 46.4% de los consultados favoreció a la Iglesia Católica. En cambio, los medios de comunicación obtuvieron un 46.2% de confianza, lo que se considera como un empate técnico. Las iglesias evangélicas le están pisando los talones a la católica con un 42.3% de credibilidad.

Para que no se avergüencen, me abstendré de dar los porcentajes alcanzados por los partidos políticos, el Congreso Nacional, y la Policía Nacional. De cualquier modo, el objetivo es reseñar la débil confianza que la gente tiene en los periodistas y medios de comunicación.

A su pesar, “La población reconoce el papel esencial que los medios de comunicación desempeñan en una sociedad democrática para preservar los derechos fundamentales de sus integrantes y promover las causas colectivas por el bienestar y el desarrollo del pueblo”.

Con todo y eso, es imprescindible destacar que “ese reconocimiento es parcial, en todos los casos, y podría seguir erosionándose si los propios medios desestiman adoptar medidas encaminadas a garantizar su transparencia e independencia”.

En otras palabras, depende de los medios de comunicación el levantar la imagen para recuperarla y ponerla en un nivel respetable.

¿Qué dice la encuesta cuando se evaluó la ética en los medios de comunicación? Se formularon 5 interrogantes, veamos las respuestas:

Al cuestionar si “¿El ejercicio periodístico está libre de corrupción?”, el 71.4% afirma que no. En cambio, a la pregunta de “¿En el país se practica un periodismo responsable cuyo único compromiso es garantizar derechos?” 54.3% respondió negativo. La tendencia se mantiene al abordar los periodistas directamente “¿Los y las periodistas ejercen su profesión al margen del partidismo político?”, dijo no el 58.2% de los encuestados. A la pregunta, “¿En el país se ejerce un periodismo independiente del Estado, del empresariado y de la iglesia?”, los que creen que no llegan al 62.2% de los consultados.

De acuerdo con lo establecido en la investigación, estas falencias pueden explicarse en razón de los salarios pírricos que devengan los periodistas. Otro elemento justificador esgrimido por los autores, es la casi ausencia de programas de capacitación y actualización para periodistas en ejercicio. Y también,  la débil formación universitaria en las escuelas de comunicación existentes.

Índices tan altos de cuestionamiento ponen en dudas la independencia y la responsabilidad social del periodismo y de los medios de comunicación”. La afirmación corresponde a los propios investigadores, dejando en evidencia que los argumentos esgrimidos resultan inadmisibles.

Sobre todo, cuando se tiene sobrado conocimiento de que muchos periodistas, en el pasado y en el presente, ejercen de manera ética y transparente su labor de construcción democrática.